El perro
El Urquijo, el caso que no cesa, ha motivado recientemente nuevas revelaciones. Haciendo una y otra vez las cuentas de los seres vivos supuestamente presentes la noche del crimen falta uno: el perro. Seg¨²n se ha sabido, el perro que no ladr¨® a los asesinos fue sacrificado poco despu¨¦s debido a una enfermedad incurable. Ser¨ªa conveniente disponer de un certificado veterinario que avalase ese acto eugen¨¦sico, que de no serlo podr¨ªa constituir una flagrante ocultaci¨®n de pruebas o una repugnante venganza contra un pobre animal que no supo estar a la altura de las circunstancias.De un pueblo que a¨²n se congratula de lo buenos que son los huesos para los perros puede esperarse cualquier ruindad contra esos animalitos. Pero de una clase social que come caliente desde los tiempos del chimpanc¨¦ sapiens podr¨ªa esperarse un trato m¨¢s considerado para un animal que le aguant¨® toda su presumible carga de insustancia e inutilidad sin otro recurso que mover la cola en una ambigua expresi¨®n de sumisi¨®n o propuesta de que se fuera a tomar viento. Porque tanto que sabe el hombre a estas alturas de sus saberes, a¨²n desconoce de qu¨¦ recursos ling¨¹¨ªsticos se valen los animales dom¨¦sticos para hacerle cortes de mangas cada vez que se lo merece.
Y si no fue venganza o desconsideraci¨®n al pobre perro, pudo tratarse de la eliminaci¨®n de un testigo. ?A qui¨¦n beneficiaba la muerte del perro? Aparentemente, a los que no quisieron cuidarle la enfermedad y al veterinario que cobr¨® por la fulminante inyecci¨®n. Pero ?y si beneficiara al asesino, encogido cada vez que pasaba ante el animal y recib¨ªa una muda advertencia de que estaba acorralado? No me extra?ar¨ªa que el perro incluso practicara alg¨²n tipo de chantaje yronronease fulminantes denuncias si en vez de un cuarto de kilo de solomillo recib¨ªa un hueso de rodilla de vaca. No olviden al perro. Demasiado bien venida esa enfermedad. Demasiado sigiloso ese sue?o dulce en el que se sumi¨® al animalito para que se fuera a un inexistente nirvana de perritas en celo, entrecotes poco hechos y tartas de nata y trufa.
Confieso que de este caso ya s¨®lo me interesa el perro.
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