Cita en Montevideo
CON MOTIVO de la toma de posesi¨®n del nuevo presidente de Uruguay, Julio Mar¨ªa Sanguinetti, Montevideo se ha convertido durante dos d¨ªas en un centro de vital importancia para las relaciones internacionales. En un ambiente de alegr¨ªa por la reconquista de la democracia en Uruguay, el tema pol¨ªtico que se ha colocado en el centro de todas las discusiones ha sido el de Nicaragua. Al parecer, ello ha sorprendido y disgustado al secretario de Estado norteamericano, George Shultz. Pero era previsible, sobre todo despu¨¦s de las declaraciones del presidente Ronald Reagan proclamando su apoyo a las acciones armadas de los contra y el deseo de EE UU de lograr de esa manera el desplazamiento del Gobierno de Nicaragua. En todo caso, no cabe duda que las gestiones de Felipe Gonz¨¢lez, junto con las del presidente de Colombia, Belisario Betancur, y las del propio presidente uruguayo, han dado un resultado positivo. Daniel Ortega y George Shultz se han encontrado y han celebrado una conversaci¨®n, cosa que no ocurr¨ªa desde hace mucho tiempo. Aunque este ¨²ltimo ha dicho que el encuentro no hab¨ªa aportado nada nuevo, el hecho de la reuni¨®n norteamericano-nicarag¨¹ense es en s¨ª positivo. Parece como si la actitud negativa del secretario de Estado reflejase sobre todo las instrucciones que tra¨ªa de Washington. Pero no es f¨¢cil que la Administraci¨®n Reagan pueda seguir desconociendo los hechos nuevos que han tenido lugar, y que crean condiciones mejores para una soluci¨®n pac¨ªfica y para la reanudaci¨®n de los trabajos del Grupo de Contadora.En primer lugar, est¨¢n las decisiones unilaterales del Gobierno sandinista de interrumpir la adquisici¨®n de armas y de iniciar la retirada de consejeros militares cubanos. Si se recuerda el esc¨¢ndalo que se arm¨® en Washington el pasado mes de noviembre en tomo a la supuesta adquisici¨®n por Nicaragua de aviones sovi¨¦ticos Mig 21, resulta a todas luces incongruente que ahora EE UU considere carente de valor la declaraci¨®n por el Gobierno de Managua de que cesa la adquisici¨®n de nuevos armamentos. Es una actitud demasiado contradictoria para que pueda ser mantenida ante la opini¨®n p¨²blica internacional. Por otro lado, Nicaragua ha decidido, con evidente buen sentido, poner fin al incidente con Costa Rica poniendo en libertad al joven Manuel Urbina, detenido cerca de la Embajada costarricense de Managua. Se levanta con ello el obst¨¢culo que impidi¨® -al menos en t¨¦rminos formales- que se celebrase la reuni¨®n prevista en Panam¨¢, el mes pasado, del Grupo de Contadora con los representantes de los Gobiernos centroamericanos.
Por otro lado, despu¨¦s de las conversaciones de Montevideo y del ambiente que rode¨® a las diversas delegaciones, EE UU no puede ignorar un hecho que debe ser preocupante para ¨¦l: en la medida en que adopta con respecto a Nicaragua un lenguaje m¨¢s duro, provoca una mayor simpat¨ªa en defensa del derecho de un peque?o pa¨ªs de resolver sus propios problemas. Es una actitud muy arraigada en la historia de Latinoam¨¦rica, y con ra¨ªces que tienen poco que ver con el comunismo, anteriores incluso a la existencia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Al mismo tiempo, numerosos dirigentes de diversos pa¨ªses han valorado positivamente los gestos recientes del Gobierno sandinista. Felipe Gonz¨¢lez ha afirmado que "deben tomarse como un gesto de buena voluntad que puede dar paso a una nueva din¨¢mica, tanto en Contadora como en la relaci¨®n con EE UU"; el Gobierno franc¨¦s ha hecho una declaraci¨®n en la que considera que las decisiones de Managua "constituyen gestos positivos que van en el sentido de la distensi¨®n". La opini¨®n norteamericana no puede ser insensible. En su editorial de ayer, The New York Times destaca el coste para EE UU de la intransigencia de Reagan, a la vista de las posiciones europeas; lo mismo ocurre -agrega- "con el resentimiento de los dem¨®cratas latinoamericanos que apoyan el compromiso de Contadora, que Reagan rechaza". En realidad, el aspecto pol¨ªtico m¨¢s notable que han tenido los numerosos encuentros celebrados en Montevideo los d¨ªas pasados ha sido el amplio respaldo, desde posiciones pol¨ªticas muy distanciadas, a las gestiones de Contadora.
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