El factor humano
P. U."Hace dos o tres a?os ca¨ª en la cuenta de que era un hombre de dificil trato", dijo Xabier Arzallus refiri¨¦ndose a Garaikoetxea, el d¨ªa de los Inocentes de 1984, en el batzoki de Beasain. Una semana despu¨¦s, en su columna dominical, el propio Arzallus sal¨ªa al paso de la interpretaci¨®n seg¨²n la cual el origen de la rivalidad entre ambos dirigentes era la frustraci¨®n de Arzallus porque Juan Ajuriaguerra, el hist¨®rico l¨ªder nacionalista fallecido en 1978, hubiera preferido a Garaikoetxea como su sucesor al frente del Consejo Nacional del partido.
Seg¨²n Arzallus, fue ¨¦l mismo quien hizo la propuesta argumentando que, dado que el,cargo era "una mera figura de cara al exterior" y la doble necesidad de "dar una impresi¨®n de renovaci¨®n" y potenciar el nacionalismo en Navarra, el candidato id¨®neo era el entonces casi desconocido Carlos Garaikoetxea.
As¨ª, durante la primera legislatura de la transici¨®n, Garaikoetxea fue presidente del partido y Arzallus su principal l¨ªder p¨²blico y portavoz de la Minor¨ªa Nacionalista en el Congreso. En el debate constitucional de 1978 hubo un momento en el que Arzallus aprob¨® una f¨®rmula, negociada con UCD, sobre la constitucionalizaci¨®n de los derechos hist¨®ricos en la famosa disposici¨®n adicional. Garaikoetxea, al frente de la ejecutiva del partido, desautoriz¨® al portavoz, y el grupo nacionalista en el Senado rechaz¨® la f¨®rmula.
Por aquella ¨¦poca, Arzallus -que ya en un mitin celebrado en San Sebasti¨¢n dos a?os antes se hab¨ªa declarado pr¨®ximo, ideol¨®gicamente, al socialismo democr¨¢tico- era tenido por el l¨ªder m¨¢s abierto y progresista del PNV.
Esa imagen se acentu¨® a ra¨ªz de la pol¨¦mica que le enfrent¨® poco despu¨¦s con el sector sabiniano, caracterizado por una mezcla de populismo aranista, arcaismo religioso y conservadurismo social.
A fines de 1979, Arzallus renunci¨® a su esca?o y accedi¨® a la presidencia del partido. Lo hizo empu?ando la bandera de la modernizaci¨®n del nacionalismo y, en primer lugar, de las estructuras internas, que consideraba poco funcionales en relaci¨®n a las necesidades de una fuerza pol¨ªtica que estaba a punto de asumir la responsabilidad de gobierno. Se habl¨® entonces de la creaci¨®n de equipos pensantes, de agilizaci¨®n de los mecanismos de toma de decisi¨®n, de superaci¨®n de los caducos criterios de representaci¨®n establecidos por los estatutos... Nada, en una palabra, que recuerde los argumentos que el propio Arzallus y sus seguidores esgrimen ahora.
Xabier Arzallus lleva varios meses insistiendo en que lo que se ventilaba en la crisis del PNV no eran cuestiones personales, ni siquiera estrat¨¦gicas, sino de concepci¨®n del partido. En un art¨ªculo publicado en octubre hab¨ªa advertido ya contra 9a embestida de tecn¨®cratas y elitistas" que "desprecian a los del mont¨®n" y que "por tener mando o simplemente un puesto administrativo o una carrera encuentran demasiado pesado aguantar las largas sesiones de una asamblea municipal", o que, en fin, "carnuflan bajo el pl¨¢stico barato de una falsa progres¨ªa las mejores cuentas corrientes".
En Beasain habl¨® tambi¨¦n de esos elitistas, y concluy¨® insistiendo en la necesidad de evitar "dejar el control del partido en manos de los que, en definitiva, viven ya profesionalizados de la pol¨ªtica".
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