Panor¨¢mica con travel¨ªn
?Por qu¨¦ la primera p¨¢gina de Los novios, de Manzoni, est¨¢ construida con per¨ªodos tan largos? Est¨¢ claro: aqu¨ª Manzoni est¨¢ haciendo cine. El cine ha aprendido mucho de ¨¦l.Evidentemente, no todos pueden tener la misma suerte. A m¨ª me fue bien. Quiz¨¢ porque me encontr¨¦ entre las manos una edici¨®n con bonitas ilustraciones, quiz¨¢ porque alguien me aconsej¨® bien, quiz¨¢ porque una se?ora conocida de mi madre me ri?¨® (e hizo mal, obviamente) porque yo le¨ªa noveluchas como Los tres mosqueteros. El hecho es que le¨ª Los novios antes de que la escuela me obligase a ello. Por placer, o por curiosidad, no por deber. Naturalmente, como todos, me salt¨¦ los edictos, pero me divert¨ª. Por esto, mal mirado por las personas normales, me encuentro entre aquellos que piensan que Los novios es una novela espl¨¦ndida. As¨ª, pues, de cuando en cuando, la releo, a trozos e incluso a pedacitos, y me divierto reley¨¦ndola, como hay que hacer con las novelas a las que se tiene afecto, someti¨¦ndola a ¨®pticas distintas.
Por ejemplo: ?por qu¨¦ la primera p¨¢gina tiene per¨ªodos tan largos? En la edici¨®n que tengo ante m¨ª en este momento el primer per¨ªodo tiene 10 renglones; el segundo, ocho. ?Qu¨¦ trabajo! ?Por qu¨¦ Manzoni nos hace tan dif¨ªcil el entender que est¨¢ hablando de un determinado lugar, mientras que podr¨ªa haber dicho sin m¨¢s: "Un d¨ªa, por la parte de Lecco... "?
Una de las observaciones que me hacen m¨¢s feliz es descubrir que Manzoni, en esta p¨¢gina, est¨¢ haciendo cine. Como me dec¨ªan recientemente Susan Sontag y Ezio Raimondi, cuando les contaba mi experiencia como lector, la cosa no es en absoluto asombrosa. No quiere decir esto que los escritores del siglo XIX hubiesen previsto el cine o la televisi¨®n, sino que el cine y la televisi¨®n aprendieron su forma de mirar tambi¨¦n de la gran narrativa del siglo XIX.
Releamos, aunque no sea m¨¢s que para reconciliarnos con Manzoni, para quienes lo necesiten, la p¨¢gina en cuesti¨®n.
Tratemos de imaginarnos que Manzoni haya tenido asu disposici¨®n grandes medios y que tuviese que escribir el gui¨®n de una historia que comienza a vuelo de helic¨®ptero. Naturalmente se trata de un helic¨®ptero con una c¨¢mara de televisi¨®n a bordo. Y releamos la p¨¢gina teniendo ante nuestros ojos un mapa. Hacedlo en el colegio, los ni?os se divertir¨¢n.
Manzoni ha decidido, pues, que su drescripci¨®n del ambiente debe desarrollarse ante todo por medio de un movimiento que un t¨¦cnico cinematogr¨¢fico llamar¨ªa de zoom, es decir, como si la toma se efectuase desde un avi¨®n; es decir, la descripci¨®n se inicia como si estuviese hecha por los ojos de Dios y no por los ojos de los habitantes. Esta primera oposici¨®n "alto contra bajo", o bien este primer movimiento continuo desde lo alto hacia lo que est¨¢ abajo, localiza primero el lago y su brazo, luego desciende lentamente hasta mirar el puente y las orillas. La decisi¨®n geogr¨¢fica se ve reforzada por la decisi¨®n de avanzar del norte hacia el sur, siguiendo precisamente el curso del r¨ªo. Por consiguiente, el movimiento descriptivo parte de lo amplio hacia lo estrecho, de lo general al r¨ªo, a los torrentes, de los montes a las escarpaduras y luego a los peque?os valles, hasta la decoraci¨®n m¨ªnima de las calles y callejones, grava y piedras.
La visi¨®n geogr¨¢fica, a medida que se avanza de arriba a abajo, se convierte en visi¨®n topogr¨¢fica e incluye potencialmente a los observadores humanos. En c'uanto esto se produce, la p¨¢gina ejecuta otro movimiento, esta vez ya no de bajada desde las alturas geogr¨¢ficas a las bajuras topogr¨¢ficas, sino desde la profundidad a la lateralidad: hasta llegar a las dimensiones hurrianas, donde el mapa queda anulado en el paisaje concreto. Aqui, la ¨®ptica da un vuelco, los montes son observados de perfil, como si, por fin, los mirase un ser humano a pie. Por eso se dice del monte Resegone que "no hay quien, apenas lo ve, siempre que se halle de frente... ".
En este momento, tambi¨¦n, las pendientes y los callejones, que antes se vieron desde lo alto, se describen como si se les anduviese, con sugerencias no s¨®lo visuales, sino, ahora ya, t¨¢ctiles. S¨®lo en ese momento el visitante, que est¨¢ andando, llega a Leceo. Y aqu¨ª Manzoni efect¨²a otra elecci¨®n: de la geografia pasa a la historia y narra as¨ª la historia del lugar que acaba de describir geogr¨¢ficamente. Estamos, m¨¢s o menos, al final de la primera p¨¢gina. ?No es bello? He aqu¨ª que esta p¨¢gina, tan abrupta en su sintaxis, no nos resulta ya tan misteriosa, pues es una gran panor¨¢mica con travel¨ªn, es un descenso a vuelo de p¨¢jaro, y si no se ha efectuado a trav¨¦s de la mirada de la televisi¨®n, s¨ª se ha efectuado a trav¨¦s de los ojos de la Providencia, es decir, a vuelo de ¨¢ngel. Es un planeo soberbio. Se entiende entonces por qu¨¦ los puntos fijos deben estar donde est¨¢n, ni antes ni despu¨¦s. Los per¨ªodos son largos y jadeantes, tienen el resuello de un planeador.
As¨ª, pues, hay razones sobradas para reconciliarnos con Los novios. Ese se?or -Manzoniera quiz¨¢ muy poco simp¨¢tico, pese a los buenos oficios de Natalia Ginzburg. ?Pero qu¨¦ bonito el libro de ese se?or! Leedlo y releedlo, jovencitos, debajo del pupitre, mientras el profesor habla de otra cosa. Os invito a una lectura clandestina de Manzoni, como si fuese un libro prohibido. Quiz¨¢ acab¨¦is cogi¨¦ndole cari?o.
Traducci¨®n: C. A. Caranci.
Babelia
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