El asesinato del superintendente D¨ªaz Arcocha
EL ATENTADO que cost¨® la vida al superintendente de la Ertzantza (polic¨ªa auton¨®mica vasca), teniente coronel Carlos D¨ªaz Arcocha, ha sido reivindicado, con su habitual jactancia criminal, por ETA. Pese a que las inevitables cl¨¢usulas de estilo de la jerga terrorista hagan referencia a la condici¨®n profesional de la v¨ªctima y al ej¨¦rcito de ocupaci¨®n espa?ol, los asesinos no podr¨¢n ocultar ante nadie que el blanco de su barbarie ha sido el m¨¢ximo responsable de la Ertzantza, instituci¨®n que simboliza -en el terreno emblem¨¢tico del orden p¨²blico- el contenido real de la capacidad de autogobierno alcanzado por la sociedad vasca merced al Estatuto de Guernica y a la Constituci¨®n espa?ola de 1978. Mas all¨¢ del drama personal que significa la muerte del superintendente D¨ªaz Arcocha, el crimen se instala en la perspectiva de los desesperados intentos de ETA por retrasar su inevitable derrota. Frente a la oferta de una rendici¨®n condicional -impl¨ªcita en los planes de reinserci¨®n social proyectados por el ¨²ltimo Gobierno centrista y el actual Gobierno socialista- a cambio del abandono de las armas, la renuncia definitiva a la violencia y la aceptaci¨®n de la legalidad democr¨¢tica, la banda terrorista se aferra obcecadamente a la idea de forzar con sus cr¨ªmenes una imposible negociaci¨®n de poder a poder sobre la base de la incoherente e inviable alternativa KAS, barrida para siempre de la historia desde que los ciudadanos de este pa¨ªs pudieron elegir libremente en las urnas a sus representantes en las Cortes Generales, en los parlamentos aut¨®nomos y en los municipios.El asesinato del jefe de la Ertzantza significa, a la vez, que las armas de ETA apuntan tambi¨¦n contra el Gobierno del lendakari Ardanza, cuyo pacto de legislatura con los socialistas ha clausurado las esperanzas puestas por el radicalismo abertzale en un viraje del nacionalismo vasco moderado hacia posiciones extraconstitucionales. Durante la ¨²ltima d¨¦cada, ETA ha dejado tras de s¨ª un sangriento reguero de cr¨ªmenes espantosos y de atentados contra la paz y la estabilidad democr¨¢tica. Pero el registro de estos a?os es tambi¨¦n la historia del estrepitoso fracaso pol¨ªtico de esa organizaci¨®n, condenada a sufrir el progresivo estrechamiento del c¨ªrculo de sus apoyos y la p¨¦rdida de cualquier lazo con las restantes fuerzas del Pa¨ªs Vasco que no sean el sector dirigente de Herri Batasuna. Porque el pacto de legislatura del lendakari Ardanza, respaldado por el PNV, con los socialistas vascos, apoyados por el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, ha representado, como el brutal asesinato del superintendente D¨ªaz Arcocha tristemente demuestra, la prueba definitiva de que ETA ya no pertenece ni siquiera emocionalmente a la cultura del nacionalismo vasco.
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