Consejos a un joven escritor
Cultiva la duda con respecto a las ideolog¨ªas reinantes y a los pr¨ªncipes.Mantente alejado de los pr¨ªncipes.
Cuida de no manchar tu lenguaje con el habla de las ideolog¨ªas.
Est¨¢te persuadido de que eres m¨¢s fuerte que los generales, pero no te midas con ellos.
No creas en proyectos ut¨®picos, salvo en aquellos que concibas t¨² mismo.
Mu¨¦strate tan orgulloso ante los pr¨ªncipes como ante el populacho.
Ten tranquila la conciencia en cuanto a los privilegios que te confiere tu oficio de escritor.
No confundas la maldici¨®n de tu elecci¨®n con la opresi¨®n de clase.
No est¨¦s obsesionado por la urgencia hist¨®rica y no creas en la met¨¢fora de los trenes de la historia.
No te precipites, pues, en los trenes de la historia; se trata s¨®lo de una est¨²pida met¨¢fora.
Guarda siempre en tu mente esta m¨¢xima: "Quien alcanza el fin frustra todo el resto".
No escribas reportajes sobre pa¨ªses donde has estado de turista: no escribas reportajes sobre nada, no eres periodista.
No te f¨ªes de las estad¨ªsticas, de las cifras, de las declaraciones p¨²blicas: la realidad es aquello que no se ve a simple vista.
No visites las f¨¢bricas, los koljozi, las grandes obras p¨²blicas: el progreso es lo que no se ve a simple vista.
No te ocupes de econom¨ªa, de sociolog¨ªa ni de psicoan¨¢lisis.
No te embriagues de filosof¨ªa oriental, de zen-budismo, etc¨¦tera; tienes algo mejor que hacer.
S¨¦ consciente del hecho de que la imaginaci¨®n es hermana de la mentira, y por ello mismo es peligrosa.
No te asocies con nadie: el escritor est¨¢ solo.
No creas a los que dicen que este mundo es el peor de todos.
No creas a los profetas, porque t¨² eres profeta.
No seas profeta, porque la duda es tu arma.
Ten la conciencia tranquila: los pr¨ªncipes no tienen nada que ver contigo, porque t¨² eres un pr¨ªncipe.
Ten la conciencia tranquila: los mineros no tienen nada que ver contigo, porque t¨² eres un minero.
S¨¦ consciente de que lo que no has dicho en los peri¨®dicos no est¨¢ perdido para siempre: es como la turba.
No escribas por encargo.
No apuestes por el momento, porque lo lamentar¨ªas.
Tampoco apuestes por la eternidad, porque lo lamentar¨ªas.
No est¨¦s contento con tu destino, porque s¨®lo los imb¨¦ciles lo est¨¢n.
No est¨¦s descontento de tu destino, porque t¨² eres un elegido.
No busques justificaciones morales a los que te han traicionado.
Gu¨¢rdate de la temible perseverancia.
Cree a los que pagan cara su inconsecuencia.
No creas a los que hacen pagar cara su inconsecuencia.
No prediques el relativismo de todos los valores: existe la jerarqu¨ªa de los valores.
Recibe con indiferencia las recompensas que te otorgan los pr¨ªncipes, pero no hagas nada por merecerlas.
Est¨¢te persuadido de que la lengua en la que escribes es la mejor de todas, porque no tienes otra.
Est¨¢te persuadido de que la lengua en la que escribes es la peor de todas, aunque no la cambiar¨ªas por ninguna otra.
"Porque eres tibio, y no fr¨ªo ni ardiente, voy a vomitarte de mi boca" (Apocalipsis 3, 16).
No seas servil, porque los pr¨ªncipes te tomar¨ªan por un criado.
No seas presuntuoso, porque te parecer¨ªas a los criados de los pr¨ªncipes.
No te dejes persuadir de que tu literatura es socialmente in¨²til.
No pienses que tu literatura es ¨²til para la sociedad.
No pienses que eres un miembro ¨²til de la sociedad.
No te dejes persuadir por ello de que eres un par¨¢sito de la sociedad.
Est¨¢te convencido de que tu soneto vale m¨¢s que los discursos de los hombres pol¨ªticos y de los pr¨ªncipes.
S¨¦ consciente de que tu soneto carece de sentido frente a la ret¨®rica de los hombres pol¨ªticos y de los pr¨ªncipes.
Ten en todo tu propio parecer.
No des tu opini¨®n en todo.
Es a ti a quien menos le cuestan las palabras.
Tus palabras no tienen precio.
No hables en nombre de tu naci¨®n, porque ?qui¨¦n eres t¨² para pretender representar a cualquiera si no es a ti mismo?
No est¨¦s en la oposici¨®n, porque no est¨¢s enfrente, sino debajo.
No est¨¦s del lado del poder y de los pr¨ªncipes, porque est¨¢s por encima de ellos.
Lucha contra las injusticias sociales sin hacer de ello un programa.
Cu¨ªdate de que la lucha contra las injusticias sociales no te desv¨ªe de tu camino.
Conoce lo que piensan los otros; luego, olv¨ªdalo.
No concibas un programa pol¨ªtico, no concibas ning¨²n programa: concibe a partir del magma y del caos del mundo.
Gu¨¢rdate de los que te proponen soluciones finales.
No seas el escritor de las minor¨ªas.
Tan luego como una comunidad te haga suyo, ponte a ti mismo en cuesti¨®n.
No escribas para el lector medio: todos los lectores son medios.
No escribas para la elite; la elite no existe: t¨² eres la elite.
No pienses en la muerte, pero no olvides que eres mortal.
No creas en la inmortalidad del escritor; eso son tonter¨ªas de profesores.
No seas tr¨¢gicamente serio, porque resulta c¨®mico.
No seas actor, porque los ricos est¨¢n acostumbrados a que se les divierta.
No seas buf¨®n de corte.
No pienses que los escritores son la conciencia de la humanidad, t¨² has visto demasiados cr¨¢pulas.
No te dejes persuadir de que no eres nada ni nadie: t¨² has visto que los ricos tienen miedo de los poetas.
No vayas a la muerte por ninguna idea ni convenzas a nadie de que muera.
No seas cobarde, y desprecia a los cobardes.
No olvides que el heroismo se paga caro.
No escribas para las fiestas y los jubileos.
No escribas paneg¨ªricos, porque lo lamentar¨ªas.
No escribas oraciones f¨²nebres a los h¨¦roes de la naci¨®n, porque lo lamentar¨ªas.
Si no puedes decir la verdad, c¨¢llate.
Gu¨¢rdate de las medias verdades.
Cuando se celebra una fiesta, no hay raz¨®n alguna para que tomes parte en ella.
No prestes servicios a los pr¨ªncipes ni a los ricos.
No pidas servicios ni a los pr¨ªncipes ni a los ricos.
No seas tolerante por cortes¨ªa.
No defiendas la verdad a cualquier precio: "No se discute con un imb¨¦cil".
No te dejes persuadir de que todos tenemos igualmente raz¨®n ni de que los gustos no se discuten.
"Ser dos a estar equivocados no quiere decir que se sean dos a tener raz¨®n" (Popper).
"Admitir que el otro pueda tener raz¨®n no nos protege contra un peligro diferente: el de creer que todo el mundo posiblemente tiene raz¨®n" (?dem).
No discutas con ignorantes sobre cosas de las que, gracias a ti, oyen hablar por primera vez.
No tengas ninguna misi¨®n.
Gu¨¢rdate de los que tienen una misi¨®n.
No creas en el pensamiento cient¨ªfico.
No creas en la intuici¨®n.
Gu¨¢rdate del cinismo, entre otros del tuyo.
Evita los lugares comunes y las citas ideol¨®gicas.
Ten el valor de decir que el poema de Arag¨®n a la gloria de la G. P. U. es una infamia.
No le busques circunstancias atenuantes.
No te dejes convencer de que en la pol¨¦mica Sartre-Camus los dos ten¨ªan raz¨®n.
No creas en la escritura autom¨¢tica ni en el difuminado querido: t¨² aspiras a la claridad.
Rechaza las escuelas literarias que te son impuestas.
A la sola menci¨®n del realismo socialista renuncia a toda discusi¨®n.
Sobre el tema de la literatura comprometida permanece mudo como un muerto: deja eso a los profesores.
Al que compare los campos de concentraci¨®n con la prisi¨®n de la Sant¨¦, m¨¢ndalo a paseo.
Al que afirme que la Kolyma es diferente de Auschwitz, m¨¢ndalo al diablo.
Al que afirme que en Auschwitz s¨®lo se extermin¨® a piojos y no a hombres, ¨¦chalo fuera. .
Al que afirme que todo esto representaba una necesidad hist¨®rica, apl¨ªcale el mismo tratamiento.
"Segui il carro e lascia dir le genti" (Dante).
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