No hay lugar para la nostalgia
"No se puede estar llorando y escuchando marchas f¨²nebres durante tres a?os seguidos". Con este comentario, expresado con la mayor indiferencia, despachaba ayer un ciudadano sovi¨¦tico la muerte de Konstant¨ªn Chernenko, mientras Mosc¨² se iba llenando de banderas rojas con crespones negros, cuya proporci¨®n aumentaba a medida que uno se acercaba al centro.Poco despu¨¦s de las cinco de la tarde, un gran retrato de Chernenko, visiblemente rejuvenecido, adornaba ya la fachada verde de la Casa de los Sindicatos, en cuyo interior yac¨ªa el cad¨¢ver del dirigente. Volgas negros se acercaban al edificio por uno de los laterales y descargaban coronas mortuorias, mientras empleados de la limpieza p¨²blica eliminaban el hielo de la calzada con ayuda de grandes palas.
La polic¨ªa y miembros del Comit¨¦ de Seguridad del Estado (KGB) de paisano acordonaban el centro de la ciudad, donde a¨²n era posible el tr¨¢fico rodado, aunque no el estacionamiento. La plaza Roja estaba abierta a los peatones a trav¨¦s de los pasos subterr¨¢neos de la zona. En las tiendas vecinas la gente, que comenzaba a salir del trabajo, efectuaba sus compras de un modo absolutamente normal.
"La reacci¨®n de la gente esta vez constituye el polo opuesto de lo que sucedi¨® en marzo de 1953, cuando muri¨® Stalin. No hay ninguna sensaci¨®n de tragedia, sino m¨¢s bien de alivio y de esperanza comentaba otro ciudadano sovi¨¦tico.
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