El antievangelio de algunos cristianos
Uno de los m¨¦ritos de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n es el de haber obligado a pensar en forma concreta sobre la misi¨®n universal de la Iglesia, a partir de su opci¨®n preferencial por los pobres. Indiscutiblemente, los primeros destinatarios de la pr¨¦dica de Jes¨²s fueron los hist¨®ricamente pobres, los ciegos, los cautivos, los oprimidos, los leprosos, los sordos y los cojos (Lc, 4,18; 7,22). A partir de ellos, se dirigi¨® a todos los dem¨¢s. Si no partimos desde los ¨²ltimos, corremos el riesgo del reduccionismo y el elitismo. A partir de los pobres, todos son aludidos, todos se sienten cuestionados, hasta los propios pobres. Los ricos son invitados a hacer una opci¨®n por los pobres, y los pobres, por otros pobres, o por aquellos m¨¢s pobres que ellos. La pr¨¢ctica de Jes¨²s muestra que ?l se dirige, de hecho, a todos, pero de forma diferente, de acuerdo con el lugar social que ocupa cada cual. A los ricos les grita: "?Ay de vosotros...!" (Lc, 6,24), advirti¨¦ndoles contra la tentaci¨®n id¨®latra de la riqueza (Lc, 16,13); a los pobres los consuela con la proclamaci¨®n de bienaventurados (Lc, 6,20); a los fariseos los condena por su fanfarroner¨ªa y su desprecio de los dem¨¢s (Lc, 18,9); a los poderosos les critica la pr¨¢ctica de la dominaci¨®n (Lc, 22,25); acoge al pagano que muestra fe (Mt, 15,18); rechaza al presb¨ªtero que ignora al samaritano ca¨ªdo en el camino (Lc, 10,32). La universalidad s¨®lo es real cuando ata?e a todos en su condici¨®n vital. Un discurso universal, igual para todos, que prescinda de la inserci¨®n social de cada persona, que no tome en cuenta las determinaciones existenciales de los actores se perder¨¢ en la ret¨®rica de los principios y resultar¨¢ en una abstracci¨®n indiferente. Por eso se presta a la manipulaci¨®n, en el sentido de dejar intactas las situaciones humanas, tantas veces injustas, cuando no las legitima en nombre de la universalidad y el catolicismo intr¨ªnseco en el mensaje cristiano.Frente a los pobres, sumidos en esta antirrealidad s¨®lida y conflictiva, espino permanente para cualquier sistema social que se pretenda humano y leg¨ªtimo, debemos superar todo espiritualismo evasionista; es intolerable utilizar frases del Evangelio para homogeneizar todo y permitir que los mecanismos de la opresi¨®n y los esfuerzos de liberaci¨®n reciban el mismo aval y la misma justificaci¨®n.
Asumir verdaderamente una opci¨®n por los pobres, contra su pobreza injusta, implica denunciar a los causantes del creciente empobrecimiento de nuestro pueblo; el m¨¦dico que ama a su paciente deber¨¢ combatir los mecanismos generadores de su dolencia: en caso contrario, no curar¨¢ a nadie. Existen quienes se encuentran vinculados de tal forma a los intereses de un sistema social imperante que los an¨¢lisis consideran excluyente, antipopular y disim¨¦trico, que contra toda la tradici¨®n de la doctrina social de la Iglesia pregonan un capitalismo cristiano, para esc¨¢ndalo de los pobres, que ven d¨ªa a d¨ªa menguar sus vidas bajo la salvaje opresi¨®n que impone esta relaci¨®n social (pues esto es fundamentalmente el capitalismo: una relaci¨®n social disim¨¦trica).
En v¨ªsperas de las ¨²ltimas Navidades, en Chile, algunos cat¨®licos conservadores, luego de haber comulgado en misa, entregaron sus hermanos religiosos, que protestaban pac¨ªficamente contra la tortura, a las fuerzas represivas de Augusto Pinochet. Rolando Mu?oz, uno de los te¨®logos de la liberaci¨®n, de Santiago, que une su reflexi¨®n sobre la fe a su vida en un barrio de emergencia, public¨® recientemente un texto notable que origin¨® el t¨ªtulo de esta meditaci¨®n, que nosotros completamos con un peque?o t¨®pico, extra¨ªdo del contexto de la pol¨¦mica brasile?a sobre la teolog¨ªa de la liberaci¨®n: El antievangelio de algunos cristianos. Vamos a transcribirlo con la debida licencia:
"Engrandece mi alma al Se?or porque no derriba a los potentados de sus tronos ni exalta a los humildes, porque no despide a los ricos sin nada, ni colma de bienes a los hambrientos. Porque, despu¨¦s de todo, para los propios humillados y hambrientos es mejor as¨ª. (Comparar con el evangelio de Mar¨ªa: Lc, 1,4355)".
"Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a todos los hombres: a los pastores del campo y tambi¨¦n a Herodes, porque anunciamos una gran alegr¨ªa para el pueblo y tambi¨¦n para sus opresores. (Comparar con el evangelio de los ¨¢ngeles: Lc, 2,8-14)".
"Por eso, bienaventurados los pobres y los misericordiosos, y tambi¨¦n los ricos, porque est¨¢n en buena compa?¨ªa con los evangelistas y los ap¨®stoles, que eran todos ricos, como ense?aba pontificalmente un obispo brasile?o: 'Mateo fue un rico recaudador de impuestos; Marcos era hijo de Mar¨ªa, due?a de una rica casa en Jerusal¨¦n; Lucas era un m¨¦dico convertido, Juan y Santiago eran hijos del empresario Zebedeo; Pablo era un opulento fariseo convertido; Pedro participaba de la empresa de la pesca de Cafarna¨²m'. Por eso, ricos, pueden seguir indiferentes ante tanto sufrimiento, porque el Reino es para todos por igual. (Comparar con el evangelio de Jes¨²s: Mt, 19,27)".
"Es verdad que hay mucha pobreza y sufrimiento, pero, sin embargo, no buscamos las causas ni interpelamos a los causantes. Es verdad que hay aqu¨ª mucho miedo y, afuera, muchos exiliados, pero, sin embargo, no mencionamos la represi¨®n violenta, porque podemos arriesgar nuestra propia seguridad. (Comparar con el evangelio de Puebla, n¨²meros 28-42 y 1.159-1.163)".
"Y de todos modos, la denuncia p¨²blica del pecado social no es cristiana ni evang¨¦lica, porque el cristiano debe ser se?al de reconciliaci¨®n y no de contradicci¨®n, y porque el consenso y no la verdad nos har¨¢ libres. (Comparar con el evangelio de Sim¨®n: Lc, 2,25-35, y con el de Jes¨²s: Jo, 8,31-32)".
"Por eso, ?feliz Navidad para los opresores y los oprimidos, para los torturadores y los torturados! Porque la Navidad es un gran misterio, muy por encima de cosas tan materiales como la opresi¨®n econ¨®mica y la tortura corporal. (Comparar con el evangelio de Jes¨²s: Mt, 25,31-46)".
He aqu¨ª un antievangelio, proclamado por los nuevos caballeros de triste noticia. Mucho debe cambiar, en tantos, para que sea verdad lo que pronostic¨® Dom Rom¨¢n Arrieta, arzobispo de San Jos¨¦ y secretario episcopal de Am¨¦rica Central: "La opci¨®n preferencial por los, pobres, lejos de amenazamos con la divisi¨®n, se convertir¨¢ en el n¨²cleo m¨¢s fuerte de nuestra cohesi¨®n y unidad".
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