Gray pudo ser utilizada en Espa?a para colocar dinero en EE UU como pago por tr¨¢fico de influencias
La agencia de relaciones p¨²blicas norteamericana Gray and Company pudo ser utilizada, en su intento de establecerse en Espa?a, para desviar fondos a Estados Unidos como mecanismo de pago a algunas personalidades espa?olas por servicios prestados o por expectativas de servicio, seg¨²n apuntan fuentes solventes. La operaci¨®n, sin embargo, no pudo consumarse a causa de las sospechas de algunos directivos de la propia Gray sobre la legalidad de la operaci¨®n ante la normativa estadounidense y por diferencias de criterios en torno a la organizaci¨®n de la empresa en Espa?a.
El intento de instalarse en Espa?a de Gray and Company, una de las primeras firmas lobbistas (de influencia) de Washington en el campo de las relaciones p¨²blicas, tambi¨¦n se vio condenado al fracaso debido a su incapacidad para hacerse con contratos importantes con empresas espa?olas. Tal es el caso de Unidad El¨¦ctrica (Unesa) e Iberia, sus dos primeros clientes potenciales contactados, que rechazaron la propuesta de contrato presentada por empleados de Gray por entender que no necesitaban sus servicios en aquellos rnomentos. Gray tambi¨¦n contact¨¦ con personas del Ministerio de Defensa y con la sociedad Defex.No obstante, fuentes familiarizadas con el caso apuntan que en este oscuro asunto desatado por la Prensa norte americana a¨²n persisten muchos cabos sueltos en tomo a las intenciones de la empresa de Washington y de sus potenciales clientes en. Espa?a. Para los mismos medios, el nexo de uni¨®n se encuentra en el dinero que, seg¨²n denuncias del ex empleado de Gray Carter Clews, se desposit¨® en un banco de Baltimore a favor de la sociedad norteamericana con el supuesto fin de entreg¨¢rselo, en parte, a un diputado espa?ol.
La cifra aparentemente depositada asciende a 250.000 d¨®lares (unos 46 millones de pesetas), de los que 25.000 (4.500.000 pesetas) acabaron en una cuenta bancaria en Madrid a nombre de la sociedad Adicsa -de la que son ¨²nicos socios los diputados aliancistas Miguel Herrero de Mi?¨®n y Jos¨¦ Ram¨®n Lasu¨¦n-, 125.000 d¨®lares (algo m¨¢s de 10 millones y medio de pesetas) fueron devueltos y otros 100.000 (ocho millones y medio) fueron consumidos en gastos.
Unesa reiter¨® ayer, en un comunicado, sus anteriores manifestaciones de que en ning¨²n caso hizo pago alguno a Gray and Company y que sus conversaciones para la firma de un contrato para organizar un seminario o simposio en Madrid con el fin de facilitar inversiones norteamericanas en Espa?a no concluyeron en nada positivo.
En medios del sector el¨¦ctrico se apunt¨® ayer la creencia, basa da en hechos contrastables, de que Gray and Company recibiera el dinero para alg¨²n tipo de contrato por parte de una empresa el¨¦ctrica o un consorcio concreto distinto a Unesa o, en su caso, de una agencia consultora de imagen y estudios t¨¦cnicos vinculada al consorcio. Los nombres de consejeros comunes a las dos empresas fueron citados por personas que han hablado con Carter Clews y otros directivos de Gray, pero su participaci¨®n no ha sido probada todav¨ªa.
Contactos
La aparente participaci¨®n de otra enipresa o consorcio el¨¦ctrico en las relaciones con Gray se desprende de las personas que, como Lasu¨¦n hareconocido que hizo, sirvieron de intermediarios en la presentaci¨®n de la agencia norteamericana a las empresas espa?olas. Tal es el caso de los contactos que, seg¨²n fuentes pr¨®ximas a Gray y contrastadas en el sector el¨¦ctrico, se mantuvieron con personas vinculadas a una empresa el¨¦ctrica y a una consultora que trabaja para distintas compa?¨ªas el¨¦ctricas. La supuesta participaci¨®n de un antiguo alto funcionario energ¨¦tico en estos contactos no pudo ser confirmada hasta ayer.Por otro lado, personas pr¨®ximas a la oficina de Gray en Madrid manifestaron que los problemas de la empresa norteamericana en Espa?a surgieron como resultado de las diferencias de criterio entre Alejandro Orfila, ex secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) y vicepresidente de ray, con arter ews, encargado de la oficina de Madrid. Al parecer, Orfila monopolizaba todo el asunto del dinero, y Clews serv¨ªa de tapadera con sus conversaciones con las empresas del "contrato importante" que persegu¨ªa Orfila.
El problema se zanj¨® con la visita a Madrid de un sobrino de Robert Gray, presidente de la empresa, que opin¨® que la operaci¨®n Espa?a podr¨ªa no cumplir la normativa legal norteamericana referente al pago de servicios a funcionarios extranjeros (caso de la empresa Edicsa). Finalmente, todas las personas que participaron en la operaci¨®n espa?ola llegaron a un acuerdo para abandonar la empresa o fueron despedidos.
Las operaciones de Gray and Company en Espa?a no han sido canceladas del todo. La semana pasada, un representante de la sociedad todav¨ªa visit¨® a algunos de sus potenciales clientes y les inquiri¨® sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. A la vista de la explosi¨®n del asunto en la Prensa, es muy posible que Gray and Company, seg¨²n algunas fuentes, abandone la escasa actividad que ten¨ªa en Madrid, centralizada a trav¨¦s de una peque?a oficina abierta en un hotel.
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