Una nueva fase de la guerra camboyana
LAS TROPAS vietnamitas han ocupado recientemente la base de Tatum, cerca de la frontera tailandesa, principal baluarte de los guerrilleros acaudillados por el ex jefe de Estado camboyano Norodom Sihanuk. Esta circunstancia parece descartar las especulaciones de que el plan vietnamita era destruir las restantes fuerzas de la resistericia camboyana contra el Gobierno provietnamita de Phnom-Penh -jemeres rojos y los nacionalistas de derecha del FLNK- y dar un trato de favor a los sihanukistas. Todo indica que los vietnamitas no hilan tan fino a la hora de matizar enemigos; su inter¨¦s, sobre todo si se acerca el momento en el que haya algo que negociar, estriba en debilitar al m¨¢ximo a todas las fuerzas que ofrecen resistencia en territorio camboyano. Sin embargo, estos ¨¦xitos vietnamitas no significan el fin de la lucha guerrillera; ¨¦sta m¨¢s bien se adaptar¨¢ a una escala menor de peque?os grupos de combatientes.El propio ¨¦xito de las armas vietnamitas subraya, sin erribargo, la evidencia de que la ¨²nica fuerza, tanto pol¨ªtica como militar, en el pa¨ªs es la que representan los s'dados de Hancii, lo que desmiente cualquier esfuerzo ol para convencer a la opini¨®n p¨²blica. mundial de la legitimidad del r¨¦gimen de Heng Samrin. Al mismo tiempo, esa obviedad refuerza de modo indirecto la tesis de la resistencia que considera a Sihanuk y a su Gobierno como la verdadera "legalidad", sobre todo porque el mismo ostenta, adem¨¢s, en las Naciones Unidas la representaci¨®n oficial de Camboya.
No es exagerado decir que el deseo de una soluci¨®n negociada no ha contado nunca con tantos apoyos como en los momentos actuales. La misma actitud de Tailandia es sintom¨¢tica. A pesar de fuertes infiltraciones en su territorio, en zonas cercanas a los combates, no se observa nada semejante a la inquietud que existi¨® en 1979, en el momento de la ocupaci¨®n vietnamita. La priincipal gesti¨®n para buscar una soluci¨®n pol¨ªtica la est¨¢ realizando el ministro laborista de Asuntos Exteriores de Australia, Bill Hayden, a partir de la visita que hizo a Canberra, el mes pasado, el pr¨ªncipe Sihanuk. La propuesta de Hayden es la de organizar una conferencia informal a la que asistan todas las partes, sin ninguna exclusi¨®n, para preparar luego una conferencia oficial, que podr¨ªa ser convocada por las Naciones Unidas. Su proyecto es constituir un Gobierno de reconciliaci¨®n de todas las fracciones camboyanas para ir luego a unas elecciones. Paralelamente, el ministro de Asuntos Exteriores de Indonesia, Kusumaatmadja, trabaja por una soluci¨®n negociada; concretamente, con vistas a la celebraci¨®n el mes pr¨®ximo, en Bandung, del 30? aniversario de la conferencia que dio inicio al Movimiento de los No Alineados. Con ese motivo, el pr¨ªncipe Silianuk y los dirigentes vietnamitas, uno y otros invitados a la reuni¨®n, podr¨ªan tratar.
No se puede olvidar que en el trasfondo de este embrollado problema se halla la contradicci¨®n entre la URSS y China. En todas las conversaciones chino-sovi¨¦ticas de los ¨²ltimos a?os, China ha colocado el fin de la ocupaci¨®n vietnamita de Camboya como una de las tres condiciones decisivas para una mejora real de relaciones. Si Gorbachov desea mejorar las relaciones con Pek¨ªn -y todo indica que es un objetivo prioritario-, el teina camboyano ser¨¢, muy probablemente, abordado, de una u otra manera, en ese marco. Antes del cambio provocado por la muerte de Chernenko, en el Kremlin estaba prevista, para los pr¨®ximos d¨ªas, una reuni¨®n en Bangkok entre el viceministro de Exteriores de la URSS, Mijail Kapitsa, y el ministro australiano Hayden para examinar las posibilidades de negociaci¨®n, despu¨¦s de
[ viaje y gestiones de este ¨²ltimo. Lo l¨®gico es que Mosc¨² estimule ahora, con m¨¢s motivo, eventuales caminos hacia una soluci¨®n pol¨ªtica.
M¨¢s all¨¢ de los combates en la jungla, de las deportaciones en masa de poblaciones desesperadas, no cabe duda de que est¨¢n en marcha las grandes maniobras de la diplomacia. Alcanzar una soluci¨®n, si ello es posible, exigira aun muchos esfuerzos y tiempo. Pero ser¨¢ fruto, con toda probabilidad, m¨¢s de lo que ocurra en la mesa de negociaci¨®n que en los combates en los bosques.
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