Todos los toros, el toro: 'els bous'

Hasta los ¨²ltimos a?os del siglo XVIII y primeros del XIX, tras la p¨¦rdida de la independencia pol¨ªtica, no se introdujeron en el Pa¨ªs Valenciano las reglas, usos y costumbres de la tauromaquia de planta y estilo castellanos. Sin embargo, el juego y la fiesta de toros se remontan documentalmente a la Edad Media; arrancan en el momento mismo de la conquista y repoblaci¨®n, en el siglo XIII, de nuestro nacimiento colectivo como pueblo, de la mano de aragoneses y catalanes, a la historia de Europa.Existen indicios del caballeresco lancear y noticias desde el siglo XV del toreo burlesco y c¨®mico, que ha pasado modernamente a la lengua bajo la denominaci¨®n de xarlotada. Tambi¨¦n se sabe de la lucha de toros en los bous tancats, habitualmente en la plaza mayor, cerrada con tablas, postes y carros, formando cadafals. El toreo valenciano y popular puede ser diurno o nocturno.

A pleno sol tenemos los bous solts, bous de carrer o bous per la vila, es decir, cuando el toro corre libremente por las calles cerradas por barreras; el bou en corda es semejante al anterior, s¨®lo queatado con potentes cuerdas, sostenidas por j¨®venes, que las alargan o estiran para dirigir los toros; en los bous a la mar, previamente corridos, la plaza se construye sobre el puerto, en cuyas aguas acaban no pocas carreras y embestidas.

La noche, fertilidad y simiente, es se?oreada por el bou de foc: el toro embolado, popular¨ªsimo, es la novedad que nos trae cada a?o la Pascua. Aparece el S¨¢bado de Gloria, marca el inicio de la estaci¨®n del amor y se mantiene durante la cosecha, en una ¨¦poca repleta de rituales a la fecundidad. Su reinado se inicia en el signo de Tauro, asociado al toro, el per¨ªodo m¨¢s f¨¦rtil de la primavera. El toro ha representado ideas de vida, de procreaci¨®n y fecundaci¨®n, tanto en su aspecto victorioso -el encendido de las bolas de fuego es el momento culminante de la fiesta- como en su inmolaci¨®n, tras una procesi¨®n ritual por laber¨ªnticas calles como ciego Minotauro; el sacrificio primordial de una divinidad derrotada, el animal sagrado que s¨®lo puede ser sacrificado. El mismo pil¨®n que le dio gloria al embolarlo se convierte en ara.Y en el Pa¨ªs Valenciano, fiesta y toros han llegado a identificarse. Hay fiestas que son toros. El subconsciente colectivo ha llegado a creer que era una forma de honrar a los santos, que heredaron cometidos de los antiguos dioses, y se han hecho votos de correr toros en determinados d¨ªas, desde la creencia latente de poder aplacar y agradar a las divinidades. La fiesta puede acabar con el dios muerto presidiendo un baile, el ball del bou, o con su sangre derramada y fecundadora impuesta por las madres sobre la frente de sus hijos. Todo un simbolismo espeso: la noche, el toro y el fuego, elemento primordial de nuestras fiestas, germen, agente de transformaci¨®n, seg¨²n Her¨¢clito, e id¨¦ntico a la vida, de acuerdo con Paracelso; vicario del sol en la tierra. Todo un ritual m¨¢gico: iniciaci¨®n, purificaci¨®n e iluminaci¨®n, experiencia ¨²nica de mitolog¨ªa caminando por las calles del pueblo y de la fiesta; fascinante, elegante y salvaje, como los mitos cl¨¢sicos de nuestro Mediterr¨¢neo o como las ofrendas a nuestros m¨¢s antiguos dioses de la vida y del vivir la vida.