Una sobriedad profunda
Crimen y castigo.Diminuta, escondida tras una peque?a corrala madrile?a, la Sala del Mirador, a la que hay que trepar en esta ocasi¨®n por unas escaleras vacilantes, tiene un aire de clandestinidad, de lugar ¨ªntimo para iniciados de un rito teatral. Los espectadores se inclinan desde sus rudos bancos sobre el plano bajo de un conjunto esc¨¦nico que re¨²ne, con ese arte que s¨®lo el buen teatro puede lograr, el verismo y el naturalismo con la convenci¨®n artificial de planos y vol¨²menes. Pocas veces como en este Crimen y castigo, de Wajda, se tiene la impresi¨®n de ser un voyeur, de estar contemplando una intimidad inmediata. La emoci¨®n surge a pesar de la grave barrera del idioma. El texto se puede seguir mediante un libreto con la traducci¨®n; se oye el paso simult¨¢neo de las p¨¢ginas por los espectadores. Pero muchas veces se olvida la lectura para seguir el juego esc¨¦nico: los actores son impresionantes.La larga acci¨®n de la novela de Dostoievski est¨¢ reducida a un di¨¢logo, con otros personajes sirviendo de coro y de apoyo a la acci¨®n, de respuesta de la sociedad. El di¨¢logo es el de RaskoInikov, el transgresor, el asesino por desprecio a la moral social, con el juez Porfiri Petrovich, que le acosa. Son personajes desdoblados en s¨ª mismos; el uno, con la ambig¨¹edad moral en la que se enfrentan su sentido de lo humano, su misticismo, con su ambici¨®n del superhombre y la decisi¨®n de matar lo in¨²til o lo despreciable; el otro, a veces buf¨®n, ir¨®nico, miserabilista; otras, aplastante, crudo, impecable. Son dos moralistas enfrentados. No hay que tratar aqu¨ª, naturalmente, de describir la inmensidad de la novela de Dostoievski, pero s¨ª de explicar que la reducci¨®n esc¨¦nica de Wajda se plantea de esta brillante y eficaz manera.
Autor: F
Dostoievski. Adaptaci¨®n de Wajda. Int¨¦rpretes: Stary Teatr de Cracovia, dirigido por Stalislaw Radwan. Escenograf¨ªa y vestuario de Krystyna Zachwatovich. Director: Andrej Wajda.V Festival de Teatro. Estreno, Sala del Mirador. Madrid, 12 de marzo.
Mon¨®logos
Con el valor de la renuncia a la dramaturgia por exceso, a la acumulaci¨®n de signos esc¨¦nicos o de utiler¨ªa: el valor est¨¢ en la palabra -abordada casi continuamente por largos mon¨®logos- y en la forma en que los dos actores, Jerzy Radziwilo wicz (Raskolnlkov) y Jerzy Stuhr (Porfiri Petrovich) los interpretan. Se dir¨ªa que es un naturalismo sin l¨ªmites si no fuese porque se mueven en planos de ideas abstractas, y este juego de la identidad o el contraste entre ideas y comportamiento lo construyen sus personajes. Radziwilowicz saca de la profundidad de su voz maravillosamente trabajada, de su gesto, la pasi¨®n del personaje y su tr¨¢nsito hacia la redenci¨®n; Stuhr, los matices sarc¨¢sticos.El talento de Wajda est¨¢ sobre todo en la dif¨ªcil¨ªsima capacidad de reducci¨®n del texto, en la que mezcla un gran respeto con un sentido de la modernidad en las ideas. La escena de la reconstrucci¨®n del crimen, retocada con respecto al libreto (Crimen y castigo es un estreno en Europa: el director va realizando en estas representaciones su idea original), es un ejemplo de sencillez, de lenguaje teatral directo, simple, cargado de sentido en la forma misma en que se hace el relato. Toda la direcci¨®n de actores -en los que no hay ning¨²n fallo- y los movimientos dentro del complejo esc¨¦nico dan esa lecci¨®n de simplicidad eficaz y directa.
Hay en la obra otros valores: unas alusiones, unas cargas de profundidad referidas a la Polonia actual. Se ve¨ªa que algunos polacos presentes recib¨ªan bastante m¨¢s de lo que llegaba a los espa?oles lectores del libreto y fijados en el prodigio interpretativo. El pu?ado de personas que caben en la sala del Mirador aplaudi¨® repetidas veces a los actores y, especialmente, al talento creador de Wajda.
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