La conexi¨®n azteca
Estados Unidos acusa a la polic¨ªa mexicana de complicidad con los narcotraficantes
El Gobierno mexicano exhibe importantes ¨¦xitos en su lucha contra el cultivo de drogas, pero casi ninguno en la persecuci¨®n de los narcotraficantes. En los ¨²ltimos 27 meses se destruyeron 37.000 hect¨¢reas sembradas de amapola y marihuana, con un valor de 1.800 millones de d¨®lares, sin que la polic¨ªa lograra detener a uno solo de los que manejan este negocio archimillonario. La ¨²ltima captura relevante fue la de Sicilia Falc¨®n, hace ocho a?os.
La agencia norteamericana de narc¨®ticos (DEA) sospech¨® siempre que s¨®lo la corrupci¨®n pod¨ªa explicar tan continuado fracaso. Hace un mes tuvo la prueba, y el jueves pasado, con la detenci¨®n de cinco agentes, la de la clara implicaci¨®n de polic¨ªas mexicanos en el secuestro y posterior asesinato de un agente estadounidense de la lucha contra la droga.Los sabuesos que la DEA tiene estacionados en M¨¦xico informaron a la polic¨ªa, el pasado 9 de febrero, que Rafael Caro Quintero, el narcotraficante m¨¢s buscado del pa¨ªs, se encontraba en el aeropuerto de Guadalajara, a bordo de una avioneta Falcon. Agentes judiciales inspeccionaron el aparato, pero lo dejaron partir. "Aqu¨ª no est¨¢", dijeron. Los ocupantes les hab¨ªan mostrado placas de la polic¨ªa de Jalisco.
El avi¨®n deb¨ªa aterrizar en Mazatlan, seg¨²n su carta de vuelo, pero modific¨® la ruta y fue a parar a Caborca (Sonora), donde Caro Quintero tiene, cerca de territorio norteamericano, una finca que le sirve de cuartel general. S¨®lo el piloto, Marciano Belasteguigoitia, ser¨ªa capturado poco despu¨¦s, al regresar a Guadalajara. Llevaba, en efecto, carn¨¦ policial. Uno de los agentes que entraron al avi¨®n se justific¨® diciendo que nunca hab¨ªa visto una fotograf¨ªa del narcotraficante y -que no ten¨ªa por qu¨¦ dudar de la identificaci¨®n que le mostr¨®.
La Embajada norteamericana va a¨²n m¨¢s lejos. Seg¨²n sus informantes, el comandante de la polic¨ªa judicial Armando Pab¨®n, jefe del grupo especial ?guila, destaca do en Guadalajara para combatir el tr¨¢fico de drogas, acudi¨® en persona al aeropuerto para despedir a Caro Quintero, un hombre de 35 a?os al que se calcula una f¨®rtuna de 500 millones de d¨®lares.
Cinco d¨ªas despu¨¦s los agentes de la DEA daban otro soplo importante. El n¨²mero tres en la clasificaci¨®n del narcotr¨¢fico, Jos¨¦ Mata Ballesteros, de nacionalidad hondure?a, estaba en un piso de M¨¦xico cuya direcci¨®n fue detallada a la polic¨ªa. Manuel Ibarra, jefe de la polic¨ªa judicial federal, retras¨® unas horas la redada. El aviso se recibi¨® por la ma?ana y la inspecci¨®n se pospuso hasta la tarde. Mata hab¨ªa desaparecido.
El 'caso Camarena'
En ambos casos la DEA se qued¨® con las ganas de averiguar la relaci¨®n de los dos narcotraficantes con el secuestro del agente norteamericano Enrique Camarena. La autopsia realizada tras el hallazgo de su cad¨¢ver ha demostrado que a¨²n estaba con vida cuando Caro Quintero y Mata Ballesteros lograron evadir el cerco policial con la ayuda de polic¨ªas amigos.
A estas evidencias de complicidad se suma una tercera. Camarena fue secuestrado en Guadalajara el 7 de febrero, poco despu¨¦s de las dos de la tarde, cuando sal¨ªa del consulado norteamericano. A la ma?ana siguiente se supo con certeza que hab¨ªa sido capturado por hombres armados. Esa misma tarde lleg¨® a la capital de Jalisco el director de la DEA, Francis Mullen, quien, en versi¨®n gr¨¢fica de la senadora Paula Hawkins, tuvo que pegar pu?etazos en varias mesas oficiales para que la maquinaria policial se pusiera finalmente en marcha tres d¨ªas despu¨¦s.
Esto explica sus airadas manifestaciones contra la polic¨ªa mexicana, que le valieron una discreta renuncia al cargo. Pero esto no impidi¨® que funcionarios intermedios de la Administraci¨®n Reagan hicieran severas acusaciones contra el vecino del Sur.
Diplom¨¢ticos norteamericanos han reconocido que la operaci¨®n fronteriza no arroj¨® ning¨²n resultado para la localizaci¨®n de Camarena, ni para detener el flujo de narc¨®ticos a Estados Unidos, pero creen que sirvi¨® para convencer a las autoridades mexicanas de que deb¨ªan intensificar sus esfuerzos en ambos sentidos.
La polic¨ªa se puso finalmente en marcha. Como un elefante en una cacharrer¨ªa, empez¨® a allanar casas, dando palos de ciego. La operaci¨®n m¨¢s sangrienta se realiz¨® el 5 de marzo en el rancho El Mare?o, Estado de Michoacan. Cien agentes', judiciales cercaron la propiedad de Manuel Bravo Cervantes, un ex diputado del partido oficial con fama de pistolero. En el tiroteo muri¨® el due?o de la finca, su esposa, dos hijos y un polic¨ªa. La versi¨®n inicial culp¨® a la familia del secuestro de Carnarena, pero los sobrevivientes quedaron luego en libertad sin cargos.
Una carta an¨®nima, escrita en ingl¨¦s y, remitida desde Los ?ngeles, hab¨ªa dado la pista del rancho. La polic¨ªa pein¨® la zona sin resultados. Un d¨ªa despu¨¦s, un campesino, Antonio Navarro, descubri¨® los cad¨¢veres de Camarena y el piloto mexicano Alfredo Zabala. Estaban a. flor de tierra, metidos en bolsas de pl¨¢stico, a s¨®lo 300 metros de la casa. De haber estado all¨ª el d¨ªa anterior, habr¨ªan sido descubiertos por la polic¨ªa, ya que desped¨ªan un olor detectable a gran distancia.
La autopsia revel¨® que hab¨ªan sido castrados, empalados y enterrados vivos, ya que se encontraron muestras de tierra en sus pulmones. La horrible muerte de Camarena, primer agente de narc¨®ticos asesinado en M¨¦xico, encendi¨® a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos en Estados Unidos. El sustituto de Mullen al frente de la DEA, John Lawn, declar¨® que la inercia inicial de la polic¨ªa mexicana no pod¨ªa explicarse sin corrupci¨®n.
En medio de la pol¨¦mica, el embajador norteamericano en M¨¦xico, John Gavin, entregaba al Gobierno de este pa¨ªs las escrituras de propiedad de 47 helic¨®pteros y 23 avionetas que Estados Unidos facilit¨® en su d¨ªa para la lucha contra los estupefacientes, como parte de una ayuda que en los ¨²ltimos 10 a?os ascendi¨® a 115 millones de d¨®lares.
La actual Administraci¨®n norteamericana no est¨¢ satisfecha en absoluto con los resultados obtenidos. No pone en duda los datos de destrucci¨®n de plantaciones que hacen p¨²blicos el Ej¨¦rcito y la procuradur¨ªa, pero cree que es a¨²n mucho m¨¢s lo que resta por hacer. La mejor prueba es que M¨¦xico se ha convertido en el primer suministrador de hero¨ªna (38% del total que se consume en Estados Unidos) y estimulantes farmac¨¦uticos, el segundo de coca¨ªna (detr¨¢s de Colombia) y el tercero de marihuana (despu¨¦s de Colombia y Jamaica). En el caso de la coca¨ªna, M¨¦xico ni siquiera es productor, pero un 30% de la que llega a Estados Unidos pasa por este pa¨ªs, debido a las facilidades que ofrece una incontrolable frontera terrestre de 3.000 kil¨®metros.
Bajo este clima, el secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Bernardo Sep¨²lveda, ha realizado esta semana tal vez su m¨¢s dificil viaje a Washington. Contadora, tema preferido en otras ocasiones, ha sido suplantado esta vez por la droga. Al canciller, que no tiene ninguna jurisdicci¨®n sobre los cuerpos de seguridad, le toc¨® dar la cara por una polic¨ªa que ni siquiera es fiable para los mexicanos.
Demasiadas pruebas
Sep¨²lveda asegur¨® que las acusaciones de corrupci¨®n e ineficacia en el caso de Camarena hab¨ªan sido irresponsables y dijo que nadie le hab¨ªa dado pruebas serias. Mientras declaraba esto en Washington, cinco agentes de la polic¨ªa judicial de Jalisco, encabezados por el comandante V¨ªctor Manuel L¨®pez, eran apresados como supuestos c¨®mplices en el asesinato. Un informe oficial se?al¨® que han reconocido su participaci¨®n en el hecho. Otros 35 agentes est¨¢n siendo interrogados.
El canciller declar¨® tambi¨¦n que el caso Camarena no deb¨ªa convertirse en un asunto de pol¨ªtica exterior entre los dos pa¨ªses y que era preciso manejarlo dentro de la esfera policial. El subsecretario de Estado para asuntos de narc¨®ticos, John llomas, le rectific¨® al manifestar que el tr¨¢fico de drogas es un tema mayor en la agenda bilateral. El ¨²nico aliento le vino parad¨®jicamente del embajador Gavin, quien reconoci¨® en Durango que el principal problema de estupefacientes est¨¢ en Estados Unidos -principal consumidor-, aunque agreg¨® que son abominables las pruebas de protecci¨®n que se otorgan en M¨¦xico a los narcotraficantes.
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