El 'inspector Gadget" de Badalona
Juan, Juanito para los amigos, es un badalon¨¦s de 35 a?os que dedica la mayor parte de la noche a vigilar el barrio en el que vive, tratando de evitar que ning¨²n ladr¨®n robe en el bar del que es propietario ni en ning¨²n otro local comercial de la zona. Cuando observa que una persiana ha sido forzada, o que alguien est¨¢ intentado hacer el puente en el interior de un coche, alerta inmediatamente a la Guardia Urbana de la localidad barcelonesa de Badalona. Hace a?os torn¨® la decisi¨®n de sacrificar horas de sue?o para prestar un servicio por el que no cobra, ni piensa cobrar nunca, "ni un c¨¦ntimo".
Juan es conocido cari?osamente entre los agentes de polic¨ªa de Badalona como el inspector Gadget. El inspector de guardia no duda en ning¨²n instante de la veracidad de las llamadas que llevan el sello inconfundible de la voz del an¨®nimo vigilante voluntario. La comprobaci¨®n, cada noche, de que su informaci¨®n es veraz es, para la polic¨ªa, la mejor garant¨ªa de que el anuncio de un nuevo peligro hace imprescindible su reacci¨®n.Noche tras noche, tanto en verano como en invierno, despu¨¦s de cenar en familia, se calza unos zapatos c¨®modos y se viste de la forma m¨¢s discreta posible para no llamar la atenci¨®n en su paseo nocturno. "De todas formas conviene ser prudente", afirma Juan. Por esta raz¨®n prefiere no ser fotografiado ni dar publicidad a sus apellidos.
La versi¨®n badalonesa del inspector Gadget afirma no tener miedo de que nadie le haga da?o tom¨¢ndole por un confidente o un chivato. "?Por qu¨¦ me van a hacer algo si yo no me meto con nadie y voy con la verdad por delante?", se pregunta con cierta ingenuidad.
Una ma?ana, hace ya algunos a?os, Juan descubri¨® que el candado de la persiana met¨¢lica de una de las ventanas de su bar hab¨ªa sido forzado. Aunque en el interior todo estaba en orden y no faltaba nada, pens¨® que cualquier d¨ªa podr¨ªan robarle. "Hay que reaccionar", se dijo para s¨ª. Fue entonces cuando decidi¨® cambiar el horario del sue?o, vigilar por la noche y dormir por la ma?ana. Nadie de su familia conoce su actividad nocturna, ni siquiera su mujer.
Todos piensan que al salir de casa se dirige al bar. Ignoran que se ha convertido en vigilante de sus conciudadanos. Andando a paso ligero, con los ojos muy abiertos, recorre unas calles que se conoce al detalle.
Huye de las comparaciones. No quiere saber nada de supermanes ni de publicidad. Incluso se horroriza cuando lee noticias sobre el vengador de Nueva York y su reacci¨®n violenta ante el acoso de unos muchachos de color que le ped¨ªan dinero. Se considera una persona pac¨ªfica y afirma que nunca se le ha pasado por la cabeza ir armado durante sus corrrer¨ªas.
No suele equivocarse en sus sospechas. Pero no tiene inconveniente en reconocer sus errores. Durante una ronda, hacia las dos de la madrugada, observ¨® que la persiana de un bar estaba levantada unos dos palmos. Hab¨ªa luz en el interior del estabecimiento. Avis¨®, inmediatamente a la Guardia Urbana y al poco rato se presenta ron varios coches patrulla. Cuatro agentes se colocaron sigilosamen te a ambos lados de la puerta y le vantaron de golpe la persiana, entrando, de un salto y pistola en mano, en el local. Dentro encon traron al propietario, subido en una escalera, aprovechando la noche para pintar las paredes. Tranquilamente.
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