La democracia turca sigue bajo la tutela militar
La ley marcial fue levantada el pasado 19 de marzo en 11 provincias turcas. Sigue vigente en 23, de un total de 67, mientras en otras 11 rige el estado de urgencia, que deja en manos de los gobernadores civiles los mismos poderes de que dispon¨ªan los militares. Las tres principales ciudades -Estambul, Ankara y Esmirna-, todas las zonas fronterizas -incluyendo el ¨¢rea de poblaci¨®n kurda- y la provincia de Ordu -donde se encuentra Fatsa, 792 de cuyos habitantes est¨¢n siendo juzgados desde hace a?os por terrorismo- siguen bajo el control militar.El primer ministro, Turgut Ozal, en declaraciones al diario brit¨¢nico Financial Times, explicaba as¨ª su apoyo al mantenimiento de las medidas de excepci¨®n: "Cuando te has quemado la boca con sopa, soplas hasta al yogur". Era una referencia bastante clara a los a?os anteriores a la intervenci¨®n militar de septiembre de 1980, que, con alivio de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, puso fin a una ¨¦poca en que la democracia formal contrastaba con una realidad dominada por la inestabilidad, la corrupci¨®n, el caos y el terror: 20 muertos diarios en los meses anteriores al golpe.
Hoy el terrorismo ha desaparecido pr¨¢cticamente. De vez en cuando, hay un enfrentamiento con alg¨²n grupo residual de los ultraderechistas lobos grises, o de los revolucionarios de Dev Yol, o con militantes kurdos, menos presionados por Ir¨¢n e Irak porque ambos tienen bastante trabajo con intentar destruirse el uno al otro. La presencia de los soldados por las calles, casi ominosa hace tan s¨®lo 16 meses, es ahora menos evidente. La situaci¨®n se normaliza.
Los militares pr¨®metieron en 1980 devolver el poder y cumplieron su promesa en tres a?os. Aunque con muchas restricciones. Los viejos l¨ªderes est¨¢n proscritos de toda actividad pol¨ªtica durante 10 a?os, si bien tanto el socialdem¨®crata Bulent Ecevit como el conservador Suleim¨¢n Demirel siguen moviendo hilos desde la sombra.
Para las elecciones legislativas del 6 de noviembre de 1983, un doble filtro militar -sobre los estatutos y sobre los fundadores- solamente dej¨® concurrir a los comicios a un partido inventado por los hombres de uniforme: el Partido de la Democracia Nacionalista (PDN), de Turgut Sunalp; al Partido Populista (PP), de Needet Calp, que se declaraba socialdem¨®crata, y al Partido de la Madre Patria (PMP), de Turgut Ozal, que fue viceprimer ministro con el r¨¦gimen militar y que respond¨ªa a una amalgama de intereses entre el conservadurismo, el ultraliberalismo econ¨®mico, la extrema derecha y el integrismo isl¨¢mico.
Ozal se llev¨® el gato al agua a pesar de que el presidente, general Kenan Evren, le descalific¨® p¨²blicamente en las v¨ªsperas electorales. Pero el 7 de noviembre se abrazaban y enterraban el hacha de la guerra. Ozal ha sabido ser prudente. Ha dejado en manos de los militares las cuestiones de seguridad interna y orden p¨²blico y ha abdicado de cualquier pretensi¨®n de restauraci¨®n total de las libertades; ni siquiera ha planteado la posibilidad de una aminist¨ªa.
En cierto sentido, hay intereses coincidentes. Fuentes pol¨ªticas y period¨ªsticas coinciden'en que, de no ser por las limitaciones a los derechos de huelga y manifestaci¨®n, la pol¨ªtica econ¨®mica de Ozal (que no ha disminuido el desempleo, ha aumentado la inflaci¨®n y ha arruinado a muchos peque?os empresarios) habr¨ªa sido contestada masivamente desde la calle.
La fuerza de Ozal
Por el contrario, Ozal ha mantenido su fuerza electoral, coino se de mostr¨® en las elecciones locales del 25 de marzo, a las que ya pudieron concurrir partidos que re presentaban a corrientes pol¨ªticas tradicionales, concretamente, el socialdem¨®crata Sodep (que enca beza Erdal Inonu, hijo de Ismet Inonu, el compa?ero de Kernal Ataturk, creador de la Turqu¨ªa moderna) y el derechista Partido de la Recta V¨ªa (PRV).
Los populistas y los nacionalistas fueron barridos, pero Ozal gan¨® otra vez de forma clara, con el 41,4% de los votos. Frente a ella la oposici¨®n real: el Sodep obtuvo el 23,4%, y el PRV, el 13,4%.
Yildirim Avci, l¨ªder del PRV asegura que "la gente vot¨® al partido de Ozal porque pensaba que as¨ª obtendr¨ªa beneficios del Gobierno". Avci asegura que su formaci¨®n, tras la que se ve la mano de Demirel, "representaa quienes aman a la patria, a la derecha, a los peque?os comerciantes y a los obreros", y descalifica al primer ministro cuando asegura que la oposici¨®n no quiere que haya elecciones anticipadas porque sabe que va a perder: "Cuando Ozal dice algo es justo lo contrario".
Ozal se mantiene firme gracias a un f¨¦rreo control del partido, a estar equidistante de todas las tendencias, a imponer a sus hombres en los ¨®rganos de direcci¨®n a nivel nacional y local. La pr¨®xima asamblea nacional demostrar¨¢ si los rumores crecientes (le luchas intestinas (isl¨¢micos contra ultraliberales econ¨®micos, conservadores-centristas contra ultraderechistas ... ) tienen o no baise.
El primer ministro ha superado ya algunas peque?as crisis en el Gabinete. Isma¨ªl Ozdaglar, el m¨¢s joven de sus ministros, miembro destacado de la corriente isl¨¢mica del Partido de la Madre Patria, tuvo que ser destituido ante su presunta conexi¨®n en un oscuro asunto de soborno. Vural Arikan, titular de Finanzas, y Ali Tanriyar, de Interior (cu?ado del propio Ozal), dimitieron, tras un enfrentamiento, al conocerse varios casos de tortura de funcionarios supuestamente implicados en un asunto de contrabando.
La debilidad de la oposici¨®n es, sin embargo, una garant¨ªa de supervivencia para Ozal y su Gobierno. El partido de Avci, que disputa el mismo espacio pol¨ªtico de Ozal, se enfrenta a la posibilidad de un cambio de liderazgo. El nombre que m¨¢s suena es el de Muamer Yaser, presidente de la C¨¢maira de Comercio e Industria.
En cuanto al Sodep, est¨¢ metido de lleno en un proceso de convergencia con el Partido Populista de Calp, pero afronta el riesgo de un nuevo proyecto socialdem¨®crata encabezado por la esposa de Bulent Ecevit, Rashan. El l¨ªder del Sodep, Erdal Inoriu, reconoce la supremac¨ªa actual del PMP, pero cree que la ideolog¨ªa que representa su partido puede estar pronto en condiciones de ganar unas elecciones. "Pero lo importante", manifiesta, "es demostrar que el sistema democr¨¢tico funciona, que el pueblo quiere vivir en democracia y lograr la desaparici¨®n de las restricciones legales al ejercicio de algunos derechos ciudadanos".
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