La interminable marcha de los indochinos hacia Tailandia
La carga financiera, las cuestiones ¨¦tnicas y humanitarias, y la inseguridad creada para los propios tailandeses en las ¨¢reas conflictivas de la frontera con Camboya son los principales problemas a los que se enfrenta el Gobierno de Tailandia desde que, hace ya 10 a?os, al t¨¦rmino de la guerra de Vietnam, comenz¨® la afluencia masiva de refugiados hacia su territorio.Se calcula que m¨¢s de 500.000 vietnamitas, la mayor¨ªa procedentes del Sur, abandonaron el pa¨ªs, a trav¨¦s de Camboya o de barcos (boat people). navegando por el golfo de Siam, hacia Tailandia, o llegando hasta las costas de Malaisia y la bah¨ªa de Manila en busca de cobijo, tras los cambios pol¨ªticos que siguieron a la guerra. Casi simult¨¢neamente a la llegada de los vietnamitas, los fugitivos procedentes de los pa¨ªses vecinos, Laos y Birmania, pasaron a engrosar los improvisados campos de refugiados tailandeses, ubicados en la frontera norte con Laos y al este con Camboya.
El flujo no ces¨®. Con la entrada en Phnom Penh de los temibles guerrilleros jemeres rojos, dirigidos por Pol Pot, Camboya emprendi¨® un proceso de transformaci¨®n radical, que envi¨® a unas 100.000 personas hacia la vecina Tailandia.
Campos para camboyanos
Adem¨¢s de los refugiados de origen vietnamita y laosiano, Tailand¨ªa debi¨® improvisar nuevos campos para los hu¨¦spedes de la guerra camboyana.
Surgi¨®, entre otros, el campo Khao-I-Bang, calificado como "la mayor ciudad camboyana del mundo", teniendo en cuenta que los guerrilleros jemeres rojos hab¨ªan vaciado la capital camboyana con el ¨¦xodo obligado de unos dos millones de personas hacia los campos de reeducaci¨®n y, para muchos, campos de exterminio. Unos 20 centros de refugiados exist¨ªan ya en Tailandia antes de la sexta ofensiva del Ej¨¦rcito vietnamita, el pasado mes de noviembre, contra la guerrilla nacionalista camboyana y la de los jemeres rojos. Una ofensiva considerada como definitiva tras la ocupaci¨®n de la principal base jemer, Phnom Mala?.
Otros 35.000 camboyanos pasaron a territorio tailand¨¦s, acampando bajo asistencia de la Cruz Roja internacional y del Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y controlados por soldados del Ej¨¦rcito. Eran los rezagados de una serie interminable. Los ¨²ltimos que esperaban ser trasladados hacia nuevos campos, m¨¢s lejos de la l¨ªnea fronteriza, parcialmente evacuada por los propios habitantes tailandeses, que escapaban de los obuses vietnamitas.
La vida en un campo de refugiados camboyanos en Tailandia intenta reproducir el ambiente de una ciudad, con sus escuelas para los ni?os, precarios hospitales y el reparto diario de un frugal alimento que no logra rebajar los vientres hinchados por el hambre de ni?os y de adultos. En lo campos abundan las mujeres, los ni?os y los j¨®venes. Los hombres est¨¢n en la guerrilla. Desalojados de sus bases, pero actuando en la retaguardia contra las tropas vietnamitas, con la esperanza de provocar una salida pol¨ªtica que estabilice la situaci¨®n en Camboya.
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