Duarte aprovecha la victoria democristiana para impulsar el di¨¢logo con la guerrilla salvadore?a
La atenci¨®n pol¨ªtica, tras la victoria hist¨®rica de la democracia cristiana en El Salvador, con un triunfo que la derecha trata de deslegitimar, pero que nadie pone en duda, se centra de nuevo en el di¨¢logo entre el Gobierno y la guerrilla, que el presidente Jos¨¦ Napole¨®n Duarte, ha prometido reiniciar despu¨¦s de un largo par¨¦ntesis de cuatro meses. A pesar de las diferencias que separan las propuestas de los dos bandos, se ha consolidado un consenso nacional, incluidos los militares, sobre la necesidad de explorar esta v¨ªa, que a los ojos de muchos es la ¨²nica capaz de pacificar el pa¨ªs a corto plazo. La ¨²nica voz discrepante viene de la extrema derecha, representada por la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y la c¨²pula empresarial.
El comandante Roberto D'Aubuisson, m¨¢ximo dirigente de Arena, entiende que negociar con los comunistas equivale siempre a perder, ya que ellos no tienen m¨¢s inter¨¦s que el de asumir todo el poder. Su ejemplo preferido es Vietnam. El desastre electoral de la coalici¨®n derechista, que ha perdido un m¨ªnimo de ocho esca?os, no puede ser ajeno a esta actitud. Es sintom¨¢tico que el descenso m¨¢s espectacular lo haya sufrido precisamente el Partido de Conciliaci¨®n Nacional (PCN), el brazo m¨¢s moderado de la alianza. Su electorado se sinti¨® inc¨®modo con un compa?ero de viaje tan radical y se volc¨® sobre las listas de la Democracia Cristiana. En ese viraje estar¨ªa la clave de un resultado sorprendente.
La actitud de los cuarteles ha pasado en pocos meses de un rechazo p¨²blico a un apoyo muy matizado, pero consistente. Los militares est¨¢n de acuerdo en dialogar siempre que no se hagan concesiones que vulneren la Constituci¨®n. En su lenguaje esto quiere decir que ni se puede compartir el Gobierno con la izquierda ni se pueden aceptar tratos que modifiquen la estructura org¨¢nica del Ej¨¦rcito incorporando a las guerrillas. Estos l¨ªmites habr¨ªan sido expuestos con claridad a Duarte antes de la segunda reuni¨®n celebrada en Ayagualo.
Ambos temas est¨¢n contenidos en la propuesta presentada por la guerrilla. Guillermo Ungo, presidente del Frente Democr¨¢tico Revolucionario (FDR), brazo pol¨ªtico de la insurgencia, declar¨® hace algunas semanas en M¨¦xico que desde el momento en que ellos se sientan en torno a una mesa para negociar saben que van a tener que ceder en algunas cuestiones, pero que no pueden renunciar desde el principio, aun antes de emprender el di¨¢logo, a una fuerza militar real, que es el argumento ¨²ltimo que ha llevado al Gobierno a emprender las conversaciones de paz.
La izquierda insiste en que su propuesta por etapas abre al menos un amplio espacio de negociaci¨®n en la primera fase, a la que no han opuesto serios reparos ni Duarte ni el alto mando militar. El objetivo de este primer escal¨®n es humanizar la guerra y detener la carrera armamentista. Este ¨²ltimo punto puede ser objeto de sospecha para el Ej¨¦rcito, puesto que sus compras son m¨¢s o menos p¨²blicas, en tanto que la guerrilla utiliza canales de abastecimiento incontrolables.
El jefe del Estado Mayor, general Adolfo Bland¨®n, se ha negado a admitir desde ahora que el di¨¢logo haya fracasado, a pesar de las diferencias extremas. "A¨²n puede continuar", ha dicho. Admiti¨®, sin embargo, que despu¨¦s de las esperanzas que suscit¨® el primer encuentro en La Palma, donde hubo "un di¨¢logo de altura", la reuni¨®n de Ayagualo caus¨® frustraci¨®n "en el pueblo y tambi¨¦n en algunos sectores de las fuerzas armadas".
Seg¨²n sus palabras, el origen de esta frustraci¨®n no fue tanto el contenido mismo de las conversaciones como el hecho de que los representantes de la izquierda aprovecharan su presencia ante las c¨¢maras de televisi¨®n nacionales "para organizar un mitin e incitar a la violencia". A pesar de estos antecedentes, asegur¨® que la gran mayor¨ªa de los oficiales (la unanimidad no existe en ninguna parte) apoya los esfuerzos del presidente por lograr "la paz que nuestro pueblo desea y merece".
Este punto de vista parece hoy ampliamente extendido entre los comandantes de brigada, que constituyen la columna vertebral del Ej¨¦rcito salvadore?o, ya que son ellos quienes dirigen la guerra en el campo de operaciones con un mando equivalente al de los capitanes generales en Espa?a.
Militares esc¨¦pticos
No puede decirse que el di¨¢logo les entusiasme, porque muchos son esc¨¦pticos acerca de sus resultados, pero lo aceptan como un esfuerzo para poner fin a esta guerra que tiene en su debe m¨¢s de 65.000 muertos. Mientras tanto, su misi¨®n, perfectamente clara para todos, es lograr progresos militares, entre otras cosas para debilitar a la guerrilla en la mesa de negociaciones. La izquierda ha considerado la victoria aplastante de Duarte como una mala noticia para ellos. La comisi¨®n gubernamental reemprender¨¢ el di¨¢logo desde una posici¨®n de fuerza: con un apoyo mayoritario en las urnas y una situaci¨®n militar favorable en el teatro de la guerra. Lo ¨²nico que no podr¨¢ hacer el presidente a partir de ahora es buscar excusas ajenas para sus decisiones. Cuatro elecciones sucesivas han demostrado que las urnas no bastan para lograr la paz. ?sta es la hora de retomar el di¨¢logo en profundidad y sin reservas.
Los ¨²nicos que llegaron descolocados a esta hora cr¨ªtica son los representantes de la derecha. No hizo falta esta vez que el consejo central de elecciones hiciera p¨²blico un solo bolet¨ªn oficial, que prometi¨® para la tarde de ayer, para que el triunfo democristiano se presente como inevitable.
La coalici¨®n derechista busca todav¨ªa indicios de irregularidades para impugnar el resultado ante un Consejo Central de Elecciones en el que tiene la mayor¨ªa. Es s¨®lo la rabieta del derrotado. Ahora se teme que antes de ser arrinconados por la historia traten de rescatar por la violencia el poder perdido en las urnas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.