El cierre del reformatorio de San Fernando de Henares acabar¨¢ con una situaci¨®n "digna de las novelas de Dickens"
El reformatorio femenino de Nuestra Se?ora del Pilar, situado a 17 kil¨®metros de Madrid, en la localidad de San Fernando de Henares, ser¨¢ cerrado en breve, y las 15 internas que quedan en ¨¦l, de entre 12 y 15 a?os, ser¨¢n trasladadas a otros centros educativos y de reforma m¨¢s pr¨®ximos a sus domicilios. Rosario Duce, jefa del servicio de centros educativos de menores protegidos, afirma que "conla clausura del centro, que depende de la Comunidad de Madrid, se acaba derinitivamente con una situaci¨®n que fue digna de las novelas de Dickens: celdas de castigo y puertas blindadas".
En septiembre de 1983, esta situaci¨®n sali¨® a la luz p¨²blica tras la muerte de una interna en lo que oficialmente se consider¨® como un intento de fuga. Entonces, Miret Magdalena, recien nombrado presidente del Consejo Superior de Protecci¨®n de Menores, prohibi¨® pegar a las internas y la utilizaci¨®n de las celdas de castigo, camufladas con el nombre de salas de reflexi¨®n y catarsis, acolchadas con pl¨¢stico blanco, cerradas con puertas blindadas.En noviembre de ese mismo a?o, el Consejo Superior de Protecci¨®n de Menores sustituy¨® en la gesti¨®n del centro a las Cruzadas Evang¨¦licas, instituto religioso de car¨¢cter secular, por profesionales de la educaci¨®n especializada; y las internas comenzaron a ser trasladadas progresivamente a otros centros. La Comunidad de Madrid, que recibi¨® la transferencia del centro en el pasado mes de enero, continu¨® la l¨ªnea iniciada por Miret.
Las ni?as que viven en el reformatorio de Nuestra Se?ora del Pilar son enviadas al centro por el Tribunal Tutelar de Menores acusadas de atracos a mano armada, robos de coches y de carteras, y en muchos casos est¨¢n atrapadas en la red de las drogas y la prostituci¨®n.
Josefa est¨¢ subida en lo alto de la verja del reformatorio, mientras otras dos muchachas toman el sol en un banco. A todos los visitantes les piden tabaco, alegando que en el colegio s¨®lo les dan cuatro cigarrillos al d¨ªa. Josefa tiene 13 a?os, pelo corto, negro y rizado como un muchacho. Viste vaquero, un su¨¦ter oscuro y unas playeras. Est¨¢ conceptuada como colera (adicta a la inhalaci¨®n de cola) y carterista, oficio este ¨²ltimo en el que es considerada como una profesional excelente. Como todos los coleros, tiene mono. La cola provoca un s¨ªndrome de abstinencia tan fuerte como el de la hero¨ªna. El pegamento es un producto asequible para el bolsillo de los ni?os, y les coloca igualmente. Los primeros efectos que produce aspirar este tipo de productos es estimulaci¨®n y una placentera sensaci¨®n de v¨¦rtigo.
Antes de ser internada en el reformatorio por orden del juzgado ya hab¨ªa recorrido diversas instituciones. Su familia, de origen portugu¨¦s, vive en una chabola en la plaza El¨ªptica. Tres de sus hermanos est¨¢n recogidos en centros educativos para menores protegidos y los tres peque?os piden por las calles. Su madre se present¨® en el reformatorio la semana pasada para llevarse a la ni?a, bajo el pretexto de que la necesitaba para ganar dinero para la familia. La directora del centro, Rosa Beir¨¢n, tuvo que forcejear con la madre de Josefa para que no se la llevara.
A Josefa le entra el mono cada cinco d¨ªas. "?Se pone como local Parece otra persona", afirma una educadora. "En esos casos no sabemos qu¨¦ hacer. No existe un tratamiento espec¨ªfico, ni se les puede llevar a los hospitales. Encerrarlos para evitar que salgan y se re¨²nan con amigos para aspirar cola es a¨²n peor". El tributo que pagan los coleros, un hecho com¨²n entre los ni?os de la periferia de las ciudades, es muy alto. Aspirar cola o pegamentos produce lesiones pulmonares graves y alteraci¨®n de la tensi¨®n cerebral, como efectos principales.
Atracadora de 15 a?os
Esperanza, de 15 a?os, se encuentra internada en la sala denominada de acogida. Un pabell¨®n de paredes blancas, que dispone de comedor, sala de estar y habitaciones individuales, todo decorado con muebles modernos y funcionales. En la sala de estar hay una mesa de pimp¨®n, varios sof¨¢s desgastados, una estanter¨ªa de madera en la que se apoya la televisi¨®n y un viejo casete en el que se escucha continuamente a Los Chichos y a Chiquetete.
Mientras juega al pimp¨®n con una compa?era, Esperanza asegura que "en el centro no se est¨¢ mal y la gente es maja, pero es horrible estar encerrada". Por eso la pasada semana, con tres chicas m¨¢s del centro, cogieron un cuchillo y amenazaron a la educadora para que abriera la puerta. Salieron a la carretera, y un camionero las transport¨® hasta Legazpi. En los dos d¨ªas de libertad, Esperanza vagaba por la calle del Barco y' sus aleda?os y dorm¨ªa en la estaci¨®n de Atocha, en los vagones de los trenes. Por ¨²ltimo apareci¨® por su casa, en el barrio de Aluche, y un hermano suyo la llev¨® al centro de nuevo.
Esperanza est¨¢ internada en el reformatorio acusada de cometar cinco atracos. Su aspecto es dulce e inofensivo. Morena, peque?ita y regordeta. "Mi chaval y yo est¨¢bamos pillados con la hero¨ªna y nos trabaj¨¢bamos los bancos los s¨¢bados por la ma?ana", dice. "Entr¨¢bamos a cambiar 5.000 pelas, y, si no hab¨ªa jurado, sac¨¢bamos la recort¨¢, sin posamanos, y una pistola de pl¨¢stico, y nos llev¨¢bamos la caja". S¨®lo una vez tuvo miedo, cuando corr¨ªan despavoridos y escucharon silbar las balas a sus espaldas. Despu¨¦s del atraco se met¨ªan en el metro, y siempre les sali¨® bien, pero sus caras quedaron estampadas en el circuito cerrado de televisi¨®n de un banco y los cogieron.
Con el verano le llega a Esperanza la libertad vigilada. "Me ir¨¦ a trabajar con mi hermano, que tiene una caseta de feria, y espero no volver a encontrarme en esta situaci¨®n".
El reformatorio femenino de Nuestra Se?ora del Pilar tiene capacidad para 120 internas y est¨¢ rodeado por una peque?a valla. Ahora, s¨®lo 15 ni?as son atendidas, por 38 personas entre asistentes sociales y educadores. En el futuro las ni?as ser¨¢n trasladas al centro de reforma educativa Luis Arroyo, situado en Canillejas.
Calmar a las rebeldes
Rosario Duce, responsable del servicio de centros educativos de menores protegidos, cree que "con el cierre de este reformatorio se acaba definitivamente con una situaci¨®n digna de las novelas de Dickens. El centr¨® tiene dos torres. Una, de r¨¦gimen abierto".
"La otra, ahora clausurada y conocida como torre del castigo, se utilizaba para calmar a las ni?as rebeldes aisl¨¢ndolas totalmente del exterior".
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