Mujeres fuera de escena
La escasez de locales y de medios econ¨®micos echa nuevos cerrojos a la entrada de las escritoras
Un repaso a la cartelera deja ver un alto n¨²mero de obras cuyo tema es la mujer. Se habla de su miseria, de su grandeza, de su mundo. Entre el p¨²blico que llena las salas, una mayor¨ªa de mujeres aplaude o desaprueba lo que ocurre en las tablas. Pero, en general, esas historias de mujeres han sido paridas por hombres. El aplauso que sin mayores discriminaciones recogen en el mundo de la narrativa o de la l¨ªrica se les regatea en la escena. Parece que la calidad o los premios que pueden encumbrar a un autor no son suficiente aval para que una mujer pueda llevar su obra a un escenario.
Son escasas las escritoras que no se hayan sentido tentadas por la escena teatral. Sin embargo, mientras que en otros campos -la novela es uno de ellos- las trabas se superan normalmente con talento y algo que decir, todo cambia cuando se trata del teatro. Para algunos, la barrera est¨¢ en el salto del mundo empresarial que supone el estreno de una obra; un mundo cuyas puertas se sigue abriendo con cuentagotas a la entrada de la mujer.Los nombres de Elora Sedano, Julia Maura, Carmen Troiti?o, Mar¨ªa Isabel Su¨¢rez de Deza, Concha Romero, Lidia Falc¨®n, Mar¨ªa Luisa Linares, Ana Diosdado o Mar¨ªa Manuela Reina son sobradamente conocidos en los c¨ªrculos teatrales. Sin embargo, con la excepci¨®n de Diosdado, las dem¨¢s no han podido mostrar su talento en escenarios que no sean circuitos minoritarios de escasa difusi¨®n. El caso de Mar¨ªa Manuela Reina, primera mujer que en 1983 gan¨® el premio de la Sociedad General de Autores de Espa?a con El navegante y el Premio Calder¨®n de la Barca, en 1984, con La libertad esclava, puede ser orientativo de esta situaci¨®n de clara marginaci¨®n. Lourdes Ortiz, de 42 a?os, profesora de la Escuela de Arte Dram¨¢tico de Madrid, ha conseguido estrenar en c¨ªrculos minoritarios dos de las tres obras que ha escrito hasta el momento: Penteo y Fedra.
Ortiz cree que hay una escisi¨®n entre los que escriben y los que ponen en pie una obra teatral. "Esta idea me llev¨® a arriesgarme a dirigir para saber lo que es el espacio esc¨¦nico, y por eso yo misma dirig¨ª estas dos obras. La apuesta fue buena y vi claro que a m¨ª lo que me interesa es esa idea del teatro total. Aunque suene pretencioso, lo que yo quiero hacer es seguir el concepto teatral de autores como Moli¨¨re o Shakespeare".
?Por qu¨¦ no estrenan las mujeres? "El teatro es un medio muy duro", opina Lourdes Ortiz, "porque exige una dedicaci¨®n total. Es algo m¨¢s que salir de la creaci¨®n. Requiere oficio. Las mujeres est¨¢n menos admitidas en ese mundo y est¨¢n menos acostumbradas que los hombres. Por otra parte, los t¨¦cnicos forman un mundo competitivo y duro que es dif¨ªcil de manejar"
"Conseguir que las mujeres estrenen me parece un objetivo posible, pero dif¨ªcil porque hay mucha competitividad. Es un coto cerrado en el que se maneja mucho dinero, y t¨², adem¨¢s de escribir y dirigir una obra, tienes que tener capacidad para saber mover ese dinero", afirma. "Ocurre que el teatro es una empresa. Es muy distinto a escribir una novela en tu casa y que una vez que la terminas se la entregas a un editor y ah¨ª termina toda tu relaci¨®n con la empresa. En el teatro es muy distinto, porque cuando terminas la obra, resulta que no has dado m¨¢s que un paso; lo m¨¢s duro viene despu¨¦s".
Estrenar fuera
Lourdes Ortiz considera que las dificultades econ¨®micas con que tropieza una autora que quiere estrenar su obra son muchas, y cuenta su caso concreto, cuando decidi¨® llevar Fedra a los escenarios. "Ten¨ªamos una cooperativa, el Taller de Arte Dram¨¢tico de Madrid. La obra se represent¨® unos 20 d¨ªas y nos gastamos en ella 150.000 pesetas, que felizmente se recuperaron. Con ese dinero cabe suponer la escasez de medios que tuvimos. Ped¨ª ayudas y no nos las dieron. Dado que la obra trata un tema tradicional de las mujeres, ped¨ª una subvenci¨®n de 500.000 pesetas al Instituto de la Mujer, pero me dijeron que no".
La abogada, feminista y escritora Lidia Falc¨®n, 49 a?os, es una de las contadas mujeres que ha conseguido estrenar una obra dram¨¢tica en Espa?a e incluso fuera de sus fronteras, informa Bel Carrasco. Se trata de Las mujeres caminan con el fuego del siglo, una pieza de contenido hist¨®rico y did¨¢ctico, que refleja los acontecimientos de las primeras d¨¦cadas del siglo XX a trav¨¦s de los recuerdos de tres mujeres que vivieron la Semana Tr¨¢gica, la Rep¨²blica, la guerra civil.
Esta obra se present¨® al p¨²blico en una lectura celebrada en la Casa de Espa?a de Nueva York, en mayo de 1983, y despu¨¦s se estren¨® en un teatro barcelon¨¦s y en el Club Vindicaci¨®n Feminista. Tambi¨¦n se ha representado en Santo Domingo y otros escenarios de Am¨¦rica. Un fragmento de Las mujeres caminan con el fuego del siglo se integra en la obra colectiva Dones i Catalunya (Mujeres y Catalu?a), que se estren¨® en Olite (Navarra) y que en el a?o 1982 se present¨® en el Festival de Teatro de Grecia.
La primera obra dram¨¢tica de Falc¨®n, escrita en 1959, poco despu¨¦s de obtener la licenciatura de Arte Dram¨¢tico en el Institiuto del Teatro de Barcelona, trata el problema de la droga. La violencia que sufren las mujeres en la calle y la cuesti¨®n del aborto son los temas que aborda en otros t¨ªtulos suyos: Callen y no molesten y Parid, parid, malditas.
A la hora de referirse a las dificultades que anteceden la puesta en escena de una obra, Falc¨®n coincide con Lourdes Ortiz. "Lapresencia minoritaria y marginal de la mujer en el mundo del teatro se debe a que montar una obra requiere una gran inversi¨®n econ¨®mica, y las mujeres, por su propia condici¨®n, est¨¢n apartadas de los centros de decisi¨®n y de poder", se?ala Falc¨®n. "Pueden escribir una obra por diversi¨®n e incluso editarla en libros de difusi¨®n restringida, pero llevarla a los escenarios ya es otra cosa."
"Incluso en el caso de las actrices", a?ade Lidia Falc¨®n, "algunas de las cuales afirman no estar discriminadas respecto a los actores, se observa un fen¨®meno similar, pues en la mayor¨ªa de repartos la proporci¨®n hombres-mujeres es de cuatro a uno".
Para Lidia Falc¨®n, la marginaci¨®n de la mujer en el mundo del teatro es algo general en todos los pa¨ªses del mundo. Recuerda el nombre de Mar¨ªa Lez¨¢rraga, que escrib¨ªa las obras de su marido, Mart¨ªnez Sierra, como un caso representativo de que "la mujer, aunque posea talento teatral, no lo puede ejercer m¨¢s que a trav¨¦s del hombre".
Problemas para todos
Ana Diosdado, de 49 a?os, es la ¨²nica escritora -la palabra dramaturga le parece espantosa- que ha estrenado nada menos que cinco obras en escenarios comerciales: Olvida los tambores, El okapi, Usted tambi¨¦n podr¨¢ disfrutar de ella, Los comuneros y De Cachemira, chales.
"Mi situaci¨®n es excepcional", advierte Ana Diosdado, "porque he crecido en este ambiente y conoc¨ªa el mundo y las gentes que hacen el teatro. Creo que existen especiales dificultades para la mujer, ya sean soterradas o a flor de piel. Son muchos siglos de machismo feroz, y la resistencia frente a las mujeres est¨¢ en todos los campos".
Con todo, Ana Diosdado prefiere hablar de las dificultades que tanto hombres como mujeres encuentran para estrenar sus obras. "Los problemas est¨¢n en la estructura del teatro en general, problemas que, obviamente, se agudizan para las mujeres. De entrada, en Madrid hay pocas salas. Es muy dif¨ªcil conseguir un local. Puedes encontrar un empresario interesado por tu obra, los int¨¦rpretes, el dinero y, de repente, no logras un lugar. Me parece muy importante decir que no hay un solo local con medios t¨¦cnicos modernos y ninguno de sus propietarios se plantea la necesidad de la transformaci¨®n".
Respecto a las dificultades econ¨®micas, Ana Diosdado advierte que ella -"aunque ponga en mi contra a toda la profesi¨®n"- no es partidaria de las subvenciones, porque es inevitable que el Estado acabe dando dinero s¨®lo para aquello que le interesa al Poder. "Creo que lo que hay que hacer es conseguir la supresi¨®n de los impuestos tan brutales que recaen sobre el teatro. As¨ª se nos ayudar¨ªa a todos y se evitar¨ªa el peligro del dirigismo pol¨ªtico".
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