La dimisi¨®n de Rocard
EL GOBIERNO franc¨¦s ha decidido modificar la ley electoral francesa introduciendo el sistema proporcional sobre la base de los departamento. Ha sido casi un terremoto en la escena pol¨ªtica francesa, por la importancia de la medida adoptada y, sobre todo, por las circunstancias que la han rodeado. Francia ha conocido ya el sistema proporcional, en particular durante el per¨ªodo que sigui¨® a la II Guerra Mundial. Ese procedimiento permiti¨® Gobiernos de izquierda relativamente estables en una primera fase, influida por el antifascismo de la Resistencia. Se ha achacado con frecuencia al sistema pro porcional la ingobernabilidad de la ¨²ltima etapa de la IV Rep¨²blica; argumento discutible, ya que la III Rep¨²blica, con un sistema mayoritario, se caracteriz¨® por un Parlamento muy fraccionado y con mayor¨ªas cambiantes. En todo caso, con el retorno del general De Gaulle al poder, se volvi¨® a instaurar una ley mayoritaria para elegir al Parlamento, junto con la elecci¨®n del presidente por sufragio universal, con poderes considerables para dirigir la pol¨ªtica del pa¨ªs y para un plazo particularmente largo, de siete a?os. Este sistema fue, en 1981, extraordinariamente favorable al partido socialista y al ahora presidente, Fran?ois Mitterrand. Las cr¨ªticas doctrinales de los socialistas, tradicionalmente favorables al sistema proporcional, se hab¨ªan acallado en los ¨²ltimos tiempos.La actual del Gobierno franc¨¦s se puede justificar argumentando que el sistema proporcional permite reflejar en el Parlamento la voluntad aut¨¦ntica del electorado de un modo mucho m¨¢s preciso que con un sistema mayoritario. No es una casualidad que todas las democracias europeas occidentales, con la excepci¨®n del Reino Unido -siempre tan apegado a la tradici¨®n-, hayan establecido un sistema proporcional. En el caso franc¨¦s, se puede producir en 1986 una situaci¨®n muy especial: una victoria del centro y de la derecha en las elecciones parlamentarias; pero el mismo tiempo, en virtud de la Constituci¨®n elaborada por De Gaulle, Mitterrand seguir¨¢ siendo durante dos a?os, el presidente de la Rep¨²blica. No hay precedente de tal situaci¨®n, que sin duda puede dar lugar a una crisis constitucional grave. No cabe duda de que esta perspectiva compleja ha sido un est¨ªmulo decisivo para el cambio del sistema electoral. En resumen, se trata, para Mitterrand, de preparar el interregno 1986-1988, durante el cual podr¨¢ seguir siendo presidente de la Rep¨²blica, pase lo que pase en el Parlamento. Con el sistema hoy vigente, un Parlamento con una fuerte mayor¨ªa de centro-derecha le colocar¨ªa en una situaci¨®n probablemente insostenible. La proporcionalidad significar¨¢, en cambio, el l¨®gico fin del marco bipartidista en el que se ha movido la pol¨ªtica francesa en los ¨²ltimos lustros. Crear¨¢ un marco de cinco bandas: los socialistas, la UDF de Giscard d'Estaing, el RPR, de Chirac, los comunistas y la extrema derecha de Le Pen. Los sondeos actuales permiten prever que el partido socialista seguir¨¢ siendo el m¨¢s fuerte, y se abrir¨ªan, por tanto, posibilidades de mayor¨ªas nuevas, con eventuales incorporaciones centristas. Es decir, la prolongaci¨®n de la presidencia de Mitterrand hasta 1988 se convertir¨ªa en algo menos problem¨¢tico.
La dimisi¨®n de Michel Rocard en esta coyuntura no constituye ninguna sorpresa ni puede relacionarse exclusivamente con la decisi¨®n del Gobierno de cambiar el sisterna electoral. El antiguo ministro de Agricultura, que ocupa desde hace tiempo el primer puesto en los sondeos de opini¨®n, trata tambi¨¦n de capitalizar el descontento del campo franc¨¦s por el ingreso de Espa?a y Portugal en la CEE, aunque no vaya a decirlo nunca con esa claridad. Con todo, el grupo de sus adictos dentro del partido socialista es relativamente peque?o. Pero, en el conjunto de los electores, su cota de popularidad ha sido siempre alt¨ªsima, superior a la de Mitterrand. Sus inclinaciones pol¨ªticas no permiten colocarle, sin m¨¢s, a la deirecha del partido socialista. Ha tenido simpat¨ªa por el sindicalismo innovador, por reivindicaciones particularmente modernas en el plano cultural y ecol¨®gico. Rocard nunca ha desmentido sus aspiraciones a la presidencia de la Rep¨²blica y a efectuar una transformaci¨®n profunda, tanto de la pol¨ªtica francesa como del propio partido socialista. En v¨ªsperas de las ¨²ltimas elecciones cantonales pronunci¨® un discurso en Chatenay-Malabry en el que ya trazaba un programa de largo alcance y se pronunci¨® por un pacto democr¨¢tico por encima de las divisiones del pasado.
Aunque es imposible hacer hip¨®tesis ante los cambios que va a sufrir la pol¨ªtica francesa en un futuro pr¨®ximo, lo que desde ahora aparece claro es que Rocard se ha situado fuera del esquema de Mitterrand y que va a preparar, de una u otra forma, un proyecto diferente; pensado no exclusivamente para el electorado socialista, sino con una proyecci¨®n bastante m¨¢s amplia.
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