Los socialistas, ante Europa
EL CONGRESO de la Uni¨®n de Partidos Socialistas Europeos, celebrado en Madrid, ha significado un paso -aunque modesto- en el avance hacia la construcci¨®n de Europa. La reuni¨®n ha servido sobre todo para subrayar, en la perspectiva de una visi¨®n hist¨®rica, la importancia del ingreso de Espa?a y Portugal en la CEE. La incorporaci¨®n a las estructuras comunitarias de los pa¨ªses ib¨¦ricos, fundamental para nosotros y para nuestros vecinos portugueses, representa tambi¨¦n un cambio, y no s¨®lo de n¨²meros, en la evoluci¨®n del proyecto europeo. La poblaci¨®n de la Comunidad alcanzar¨¢ los 320 millones, superior a la de EE UU y de la URSS. Sus fronteras se extienden hacia el sur; su equilibrio interno se meridionaliza, y su representaci¨®n pol¨ªtica se izquierdiza en cierto sentido, ya que se elevar¨¢ el porcentaje de diputados socialistas en el Parlamento de Estrasburgo. Pero el dato decisivo es que la ampliaci¨®n a 12 miembros de la CEE har¨¢ m¨¢s necesaria y urgente una serie de mutaciones estructurales, perfiladas ya en los planes originales, pero que ahora deber¨¢n pasar al terreno de las aplicaciones pr¨¢cticas sin demoras excesivas.Para seguir existiendo, la Comunidad Econ¨®mica Europea tiene que empezar a ser otra cosa. Tal vez la idea central de la reuni¨®n socialista haya sido la necesidad de potenciar los elementos de supranacionalidad en el seno de la Comunidad. En los dos puntos del orden del d¨ªa -la crisis econ¨®mica y el papel de Europa en el mundo- de sus trabajos aparec¨ªa una especie de denominador com¨²n de fondo: la exigencia de una Europa pol¨ªtica de verdad, de una "entidad europea que no sea sat¨¦lite de nadie", seg¨²n una expresi¨®n utilizada en el discurso de Felipe Gonz¨¢lez. En el terreno econ¨®mico, la resoluci¨®n aprobada insiste en que "la dimensi¨®n europea se muestra indispensable para la acci¨®n" con el fin de hacer frente al reto tecnol¨®gico de EE UU y Jap¨®n, defender ese espacio de la pol¨ªtica monetaria "irresponsable" de Washington y de promover pol¨ªticas industriales y agr¨ªcolas susceptibles de crear puestos de trabajo de verdad. Algunas de las intervenciones subrayaron que "no existen ya hoy, a tales problemas, respuestas puramente nacionales". Un aspecto concreto resaltado en los debates es que hace falta fortalecer el papel de la unidad de cuenta europea (ECU) como moneda europea frente al d¨®lar.
En el fondo, tales plantamientos implican la necesidad de un Gobierno europeo; un ¨®rgano pol¨ªtico capaz de elaborar, de decidir y de actuar en nombre de Europa. Aunque daneses y brit¨¢nicos mostrasen reticencias, una ampl¨ªsima mayor¨ªa de los congresistas se pronunci¨® en favor de ampliar los poderes del Parlamento y de ensanchar considerablemente los ¨¢mbitos en los que el Consejo de Ministros decida por mayor¨ªa. A partir del proyecto aprobado ya por el Parlamento de Estrasburgo, el congreso socialista se ha mostrado partidario de celebrar una conferencia intergubernamental encargada de preparar un nuevo tratado que responda a las necesidades de hoy, poniendo en pie la unidad pol¨ªtica de Europa.
Este mismo horizonte de problemas se dibuj¨®, quiz¨¢ con m¨¢s fuerza a¨²n, en la discusi¨®n sobre el papel de Europa, introducido por Alfonso Guerra. Es evidente que mientras Europa sea un agregado -en materia de seguridad y relaciones exteriores- de pa¨ªses hegemonizados por EE UU en Occidente y de otros pa¨ªses satelizados por la URSS en Oriente, su marginaci¨®n y su decadencia est¨¢n escritas en las p¨¢ginas del futuro. Al dar una respuesta positiva a la gran pregunta de si ser¨¢ posible (sin poner en cuesti¨®n las alianzas) que Europa "afirme sus intereses espec¨ªficos desarrollando una posici¨®n m¨¢s aut¨®noma frente a las dos superpotencias", el congreso socialista parece haber tomado conciencia del problema. No aparece clara, sin embargo, la v¨ªa para dar efectividad a las propuestas de que Europa ocupe un "papel activo" en las negociaciones sobre control de armamento y consiga una respuesta unificada ante la iniciativa de EE UU de armamento espacial, considerada "desestabilizadora". Al definir las posiciones europeas ante los graves problemas existentes en Am¨¦rica Latina, el Mediterr¨¢neo, ?frica y Oriente Pr¨®ximo, etc¨¦tera, los socialistas han rechazado la tentaci¨®n, formulada por Henry Kissinger en una ocasi¨®n con particular claridad, de encerrar a Europa en su propio jard¨ªn y negarle su papel a nivel mundial.
El congreso que acaba de concluir en Madrid corre el riesgo, sin embargo, de que sus debates, cr¨ªticas y resoluciones se agoten en su mera formulaci¨®n verbal. El socialismo democr¨¢tico europeo se pregunta sobre sus se?as de identidad desde que la quiebra del Estado del bienestar y la profunda crisis econ¨®mica iniciada a comienzos de la d¨¦cada de los setenta han puesto en graves dificultades las estrategias de redistribuci¨®n fiscal de los ingresos y de incremento de las prestaciones sociales. Pero el temor al ascenso de la derecha autoritaria no puede seguir siendo la ¨²nica fuente de legitimaci¨®n de una izquierda democr¨¢tica que no ha encontrado a¨²n respuestas originales y esperanzadoras a los desaf¨ªos de nuestro tiempo.
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