Coto a la caza
El Convenio de Berna ampliar¨¢ el cat¨¢logo de especies protegidas en Espa?a
La protecci¨®n de especies amenazadas es una labor que exige la cooperaci¨®n internacional. Muchas de las aves que en primavera pueblan los campos y bosques de Gran Breta?a o Centroeuropa migran, al llegar los fr¨ªos, a nuestras latitudes. De poco sirve que sean protegidas en sus ¨¢reas de cr¨ªa si en sus lugares de invernada son ferozmente perseguidas por las escopetas o las redes. La conservaci¨®n de la naturaleza, por tanto, s¨®lo tendr¨¢ ¨¦xito si colaboran estrechamente los distintos Estados.El Convenio para la Conservaci¨®n de la Vida Silvestre y el Medio Natural Europeo, m¨¢s conocido por Convenio de Berna, por haberse firmado en dicha ciudad suiza en septiembre de 1979, pretende coordinar las pol¨ªticas de conservaci¨®n de especies de los distintos pa¨ªses firmantes. Su objetivo, descrito en su art¨ªculo primero, es b¨¢sicamente "asegurar la conservaci¨®n de la flora y de la fauna y de sus h¨¢bitats naturales, particularmente de las especies y h¨¢bitats cuya conservaci¨®n depende de la cooperaci¨®n entre distintos Estados". Como es l¨®gico, el Convenio de Berna presta singular atenci¨®n a las especies migradoras, ya que ¨¦stas desarrollan diferentes actividades de su ciclo vital en distintos pa¨ªses.
Las naciones firmantes del convenio se comprometen a prohibir la recogida, captura, muerte o comercializaci¨®n de plantas o animales amenazados de extinci¨®n y a la protecci¨®n de las ¨¢reas en que ¨¦stos florecen, cazan, cr¨ªan, invernan o reposan. Se hace especial hincapi¨¦ en la necesidad de proteger las zonas de nidificaci¨®n de las aves migradoras y en evitar perturbarlas durante el muy sensible per¨ªodo de cr¨ªa de sus polluelos. El Convenio de Berna obliga a los pa¨ªses firmantes a coordinar la ¨¦pocas de veda, a evitar la introducci¨®n de especies no aut¨®ctonas y a establecer programa educativos y de investigaci¨®n sobre especies y h¨¢bitats en peligro, as¨ª como a intentar la reintroducci¨®n de los animales o plantas que hayan desaparecido de un lugar que les era habitual.
Especies protegidas
El Convenio de Berna contiene cuatro anexos que hacen referencia a las especies vegetales protegidas (I), las especies animales estrictamente protegidas (II), las especies animales protegidas (III) y los m¨¦todos de caza prohibidos (IV). La inclusi¨®n de una especie animal en el anexo II (protecci¨®n estricta) o en el III (protecci¨®n simple) supone un distinto tratamiento legal. Mientras que las especies "estrictamente protegidas" no pueden ser cazadas en circunstancia alguna, aquellas con protecci¨®n simple pueden ser explotadas bajo ciertas condiciones.
Quiz¨¢ el aspecto m¨¢s interesante de la firma de este convenio por Espa?a sea la defensa de algunas especies animales que todav¨ªa no gozaban aqu¨ª del status adecuado. Nos referimos, en particular, al lobo y a una serie de aves esteparias como la avutarda, el sis¨®n, el alcarav¨¢n, la ganga y la ortega. El art¨ªculo 22 del convenio prev¨¦ que los pa¨ªses signatarios puedan excluir algunas especies de los anexos II o II. El informe que el Instituto para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (Icona) present¨® al Ministerio de Asuntos Exteriores recomendaba la exclusi¨®n de la lista de especies "estrictamente protegidas" del lobo y las aves mencionadas (y tambi¨¦n del verder¨®n, el l¨²gano, el pardillo, el verdecillo el gal¨¢pago europeo, el gal¨¢pago leproso y la v¨ªbora hocicuda). El Congreso de los Diputados, sin embargo, ha decidido no considerar esa recomendaci¨®n, en parte debido a las argumentaciones expuestas en un informe de la Coordinadora para la Defensa de las Aves (CODA) y la Federaci¨®n de Amigos de la Tierra (FAT). Falta s¨®lo la aprobaci¨®n por el Senado del texto salido del Congreso para que se establezca la protecci¨®n definitiva de tan interesantes representantes de la fauna ib¨¦rica.
Cartucho a cartucho
El otro punto interesante del Convenio de Berna es la prohibici¨®n de todo m¨¦todo de caza que no sea la escopeta de uno o dos cartuchos. Quedar¨¢n proscrito los cebos envenenados, los lazos, las redes, los cepos y las trampas. La principal raz¨®n que desaconseja esos m¨¦todos de captura de animales es que no son selectivos y pueden matar otras especies adem¨¢s de aquellas a que van dirigidas. Seg¨²n los zo¨®logos Hiraldo y De Juana, gran parte de la culpa de la desaparici¨®n de animales protegidos, como el lince o el meloncillo, en Espa?a la tiene el uso indiscriminado de lazos y cepos para cazar conejos.
Tambi¨¦n se prohibir¨¢n (aunque se establece un per¨ªodo transitorio de tres a?os) las armas de fuego con m¨¢s de dos cartuchos. Esta norma parece de pura l¨®gica, ya que su aplicaci¨®n tiende a igualar a todos los cazadores, evitando que algunos tengan mayor potencia de fuego. Los accidentes de caza ser¨¢n tambi¨¦n m¨¢s dif¨ªciles, ya que a menudo el cuarto o quinto disparo de una escopeta se hace a bulto y el cazador ha perdido algo de su orientaci¨®n espacial. En los campos de Teruel, donde son frecuentes las invasiones dominicales de cazadores valencianos en tiempo de la codorniz, hay un dicho que reza as¨ª: "Si estando en el campo oyes un solo tiro, el cazador es del pueblo y la codorniz segura; si oyes dos tiros, el cazador es de Teruel y la codorniz casi segura; si oyes cinco tiros, es un valenciano con repetidora y se escap¨® la codorniz". Que nadie se sienta ofendido por la exageraci¨®n, pero no es malo recordar que un coto de caza no es un campo de batalla.
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