Aparente normalidad en la base de Torrejon y urbanizaciones donde residen norteamericanos

El ambiente que reinaba ayer en la base a¨¦rea de Torrej¨®n, despu¨¦s de la tragedia ocurrida la noche anterior en el restaurante El Descanso, en Barajas, era de aparente normalidad. Aunque ning¨²n responsable de la citada base quiso facilitar informaci¨®n sobre las posibles causas de la explosi¨®n o el estado de ¨¢nimo de los militares norteamericanos y sus familias, la vigilancia en los alrededores del recinto era la habitual y no se apreciaban medidas especiales de seguridad. La misma situaci¨®n de normalidad se respiraba en la urbanizaci¨®n el Encinar de los Reyes, de la Moraleja, donde residen numerosos ciudadanos norteamericanos.En el puesto de control situado en la entrada de la base norteamericana, varios miembros de la polic¨ªa militar del aire organizaban y comprobaban la identidad de las personas que deseaban entrar en el recinto.

La afluencia de autom¨®viles a la base militar era la habitual y no se apreciaban signos que indicaran alguna anormalidad en su interior. A lo largo del d¨ªa de ayer se realizaron, sin ¨¦xito, repetidos intentos para establecer contacto con responsables del recinto militar norteamericano que facilitaran su opini¨®n sobre el suceso ocurrido la noche anterior y la posible repercusi¨®n en el estado de ¨¢nimo de la colonia americana. La explosi¨®n del restaurante El Descanso se relacion¨® con la base porque eran clientes habituales del mismo norteamericanos residentes en Torrej¨®n.

"No pasa nada"

Un militar del puesto de identificaci¨®n de la base manifest¨®, despu¨¦s de consultar por tel¨¦fono con mandos superiores, que no ten¨ªan ninguna informaci¨®n que facilitar, y remiti¨® a la Direcci¨®n General de Relaciones Informativas y Sociales de la Defensa (DRISDE) como ¨²nica fuente para obtener noticias sobre las causas de la tragedia.

En la urbanizaci¨®n El Encinar de los Reyes, situada en el conjunto residencial de La Moraleja, donde habita un numeroso grupo de ciudadanos norteamericanos, el ritmo de vida era el habitual. Tomar el aperitivo, cortar el c¨¦sped o tomar el sol en los amplios jardines de los chal¨¦s de la urbanizaci¨®n eran las actividades que revelaban tranquilidad en sus moradores.

"No pasa nada", dijo un ciudadano norteamericano, que prefiri¨® no identificarse. "Un atentado dirigido a la colonia americana", a?adi¨® un miembro de otro grupo, "tiene cien objetivos mejores que un restaurante de carretera al que acuden m¨¢s espa?oles que norteamericanos". Seg¨²n residentes norteamericanos y personal de los establecimientos comerciales de la zona no existe clima de alarma.