Un buen a?o para la econom¨ªa
?Est¨¢, por fin, perdiendo fuerza la econom¨ªa norteamericana? Nada m¨¢s llegar la primavera, Washington asust¨® al mundo al anunciar sus c¨¢lculos de que, durante el primer trimestre de 1985, el producto nacional bruto real norteamericano hab¨ªa crecido a un ritmo anual de un 2,1%, la mitad del ¨ªndice de crecimiento del ¨²ltimo trimestre de 1984. Amenazadoramente, se inform¨® que el ¨ªndice de inflaci¨®n hab¨ªa subido por encima del 5%.Al mismo tiempo, el gobernador de Ohio cerr¨® 71 bancos temporalmente. No es pues de extra?ar que el precio del oro subiera 36 d¨®lares en un solo d¨ªa. Los precios de los bonos subieron al prever los especuladores que el Banco de la Reserva Federal, con toda probabilidad, facilitar¨ªa el cr¨¦dito y reducir¨ªa los tipos de inter¨¦s. Si los fondos extranjeros iban a ganar menos en Estados Unidos, la conclusi¨®n l¨®gica era la debilidad del d¨®lar en los mercados de cambio; y eso se convirti¨® en una profec¨ªa abocada a su cumplimiento.
El mundo entero depende de la expansi¨®n de la econom¨ªa norteamericana. La cuenca del Pac¨ªfico y el Mercado Com¨²n dependen del est¨ªmulo de la exportaci¨®n para el aceleramiento de la producci¨®n que por fin se ha dado. Latinoam¨¦rica y otros pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, que est¨¢n por fin comenzando a disfrutar de excedentes en la balanza de pagos y a vislumbrar un rayo de esperanza en el pago de su deuda exterior, se ver¨¢n decepcionados si el T¨ªo Sam arrastra al mundo a un nuevo estancamiento.
Est¨¢ claro que el estado de salud de la econom¨ªa norteamericana no es algo que preocupe ¨²nicamente a los norteamericanos. Es una cuesti¨®n que merece un an¨¢lisis cuidadoso y desapasionado. ?Una ilusi¨®n pasajera?
Seg¨²n todas las encuestas, el consumidor sigue siendo optimista. La confianza del hombre de la calle va acompa?ada de signos favorables de optimismo en Wall Street. Cualquier nueva propuesta de fusi¨®n o maniobra de absorci¨®n crea instant¨¢neamente multimillonarios.
El sistema cuenta a¨²n con reservas de recursos, capacidad de mano de obra y de instalaciones, que permiten un crecimiento c¨ªclico. El exceso de oferta de la OPEP y la debilidad de los precios de los productos energ¨¦ticos constituyen un aspecto positivo para las econom¨ªas de todos los pa¨ªses, con excepci¨®n de los de Oriente Pr¨®ximo.
?Es entonces posible que la supuesta debilidad econ¨®mica no haya representado m¨¢s que un febrero extraordinariamente fr¨ªo? ?Simplemente una breve falta de valor? ?Una l¨ªnea descendente en las estad¨ªsticas oficiales que desaparecer¨¢ en los pr¨®ximos c¨¢lculos?
Es ¨¦sta una posibilidad cierta que no se debe descartar como un simple deseo. Pero aun si la posibilidad de que tal debilidad, sea ilusoria o ef¨ªmera, no es muy grande, el mundo se juega tanto en el mantenimiento de la prosperidad que los economistas deber¨ªan ponderar seriamente los peligros de una posible recesi¨®n de crecimiento o de algo peor.
Debido a la persistencia del punto muerto fiscal en el seno del Congreso y entre la Casa Blanca y el Congreso, el d¨¦ficit producido por el hinchado presupuesto sigue bombeando poder adquisitivo a nuestra econom¨ªa. El supervalorado d¨®lar norteamericano hace, sin embargo, que gran parte de ese est¨ªmulo del gasto se vaya al extranjero.
Se crean nuevos puestos de trabajo. Pero es en Tur¨ªn, Nagoya, Se¨²l o D¨¹sseldorf donde se crean.
Estados Unidos es un Sans¨®n privado de su fuerza por la Dalila del punitivo coste del d¨®lar. Los fabricantes rutinarios fueron los primeros en perder su ventaja comparativa. Actualmente, las importaciones de art¨ªculos de alta tecnolog¨ªa se est¨¢n convirtiendo en un diluvio.
Los servicios y los art¨ªculos de defensa siguen floreciendo en Estados Unidos. Los bienes transportables est¨¢n perdiendo terreno. Como nobles degenerados que viven de sus rentas, el pueblo norteamericano ha ido vendiendo tanto los bienes adquiridos en el extranjero a partir de 1919 como en otros bienes tangibles de producci¨®n en su propio pa¨ªs. Ahora, en 1985, la situaci¨®n del ¨ªndice de propiedad neta norteamericana se ha vuelto negativa: los propietarios extranjeros poseen actualmente m¨¢s propiedades en Estados Unidos de las que los norteamericanos poseen en el extranjero.
Esto es lo que significa una balanza de pagos adversa. Esto es lo que ha tra¨ªdo la prodigalidad fiscal acompa?ada por una baja frugalidad privada sostenida.
Cuantitativamente, durante nueve meses hemos estado alcanzando una media, en el crecimiento real del PNB, de tan s¨®lo una tasa anual de un 2 2/3%. Lo que ha mantenido al sistema, por otro lado fuerte, al borde de una recesi¨®n de crecimiento durante un per¨ªodo tan largo ha sido la hemorragia de la balanza comercial.
La actual calma podr¨ªa curarse bajando los tipos de inter¨¦s y el tipo de cambio del d¨®lar. A medida que nuestros productos vayan resultando m¨¢s competitivos ir¨¢ bajando la barrera exterior.
Pero dudo de tal probabilidad. Una baja del d¨®lar ser¨ªa buena a la larga. Pero se da un retraso considerable entre el momento
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Un buen a?o para la econom¨ªa
Viene de la p¨¢gina 11de depreciaci¨®n de una moneda y el momento de mejora de la balanza comercial. Mientras se estuviera llevando a cabo la terapia, el sistema podr¨ªa retroceder a la depresi¨®n.
Un segundo campo de acci¨®n podr¨ªa ser la Reserva Federal como agente activo que resucite el sistema antes de que se vaya debilitando por un proceso de acumulaci¨®n. Tal posibilidad me parece m¨¢s digna de consideraci¨®n. Por ahora, en la actual recuperaci¨®n, la Reserva Federal se ha mantenido alerta para actuar en el momento preciso, y sus peque?as actuaciones han sido acogidas con reacciones favorables en los mercados.
No obstante, hay dos problemas especiales a los que el gobernador del Banco de la. Reserva Federal y sus compa?eros tendr¨¢n que enfrentarse a partir de ahora.
En primer lugar, han estado creando una oferta nionetaria que est¨¢ por encima de sus objetivos anunciados. Si se pidiera un mayor est¨ªmulo monetario todav¨ªa, tendr¨ªan que tragarse la amarga p¨ªldora de sobrepasar los l¨ªmites monetaristas previamente acordados. Incluso, aunque la junta de directores estuviera dispuesta a hacerlo, el conocimiento de las veloces y seguras cr¨ªticas de los monetaristas de Friedmann, de las universidades y de Wall Street les har¨ªa pens¨¢rselo dos veces.
Me preocupa que tales consideraciones puedan impedir la acci¨®n del banco central si se necesitara su intervenci¨®n.
En segundo lugar, y refuerza mi prirnera preocupaci¨®n, est¨¢ la posibilidad de que el empeoramiento de la inflaci¨®n haga retroceder a las autoridades de la Reserva Federal hacia una preocupaci¨®n sin sentido por los objetivos mecanicistas de una oferta monetaria del tipo M1 y M2.
Despu¨¦s de ponderar los datos existentes y de evaluar las tendericias correctoras, ?c¨®mo se pueden proyectar las perspectivas filturas para Estados Unidos y el resto del mundo?
1. Parece probable que en los cuatro trimestres de 19855 se alcance una media de crecimiento real del PNB de al menos un 3%.
2. El ¨ªndice b¨¢sico de inflaci¨®ndeber¨ªa mantenerse m¨¢s bien en torno al 4% que al 5%.
3. Incluso sin una soluci¨®n del punto muerto del presupuesto, parece algo m¨¢s probable que baje el d¨®lar que suba. No obstante, no se vislumbra el final del d¨¦ficit comercial.
4. Europa y la cuenca del Pac¨ªfico poseen fortaleza propia para aumentar sus l¨ªmites de crecimiento. Deber¨ªan utilizar tal fortaleza.
Consecuentemente, aun reconociendo las malas noticias, podemos apostar la mayor¨ªa de nuestras fichas a que 1985 va a ser un buen a?o para la econom¨ªa mundial.
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