Castell¨®n, una Nueva York en peque?o
NADAL ESCRIG El caos urban¨ªstico es la principal caracter¨ªstica del centro de la ciudad de Castell¨®n. Edificios altos y estrechos aparecen junto a las tradicionales casas de dos plantas. Son escasas las construcciones hist¨®ricas que se conservan, todas ellas con edificaciones antiest¨¦ticas a su lado. Este mismo caos urban¨ªstico se traslad¨® a los posteriores ensanches de la ciudad que actualmente tiene 125.000 habitantes. Hay dos an¨¦cdotas muy ilustrativas sobre la situaci¨®n urban¨ªstica de Castell¨®n y su centro hist¨®rico. La ciudad se toma como ejemplo de lo que no debe hacerse en urbanismo en todas las escuelas de arquitectura tanto de Espa?a como del extranjero.
Por otra parte, el escritor Joan Fuster, al preguntarle en una visita que efectu¨® a Nueva York su opini¨®n sobre la ciudad, dijo que era igual que Castell¨®n pero m¨¢s grande.
El actual delegado del Gobierno en la comunidad aut¨®noma, Eugenio Burriel, tambi¨¦n hace una apreciaci¨®n del Castell¨®n actual en el mismo sentido. Despu¨¦s de referirse a las diversas reformas que se han hecho en la ciudad, Burriel, en su libro Desarrollo urbano de Castell¨®n, se?ala: "El resultado es desastroso; el desorden urban¨ªstico es total. No se han respetado alturas ni estilos ni un m¨ªnimo de anchura en los edificios".
Rascacielos
Esta afirmaci¨®n puede comprobarse f¨¢cilmente dando una vuelta por el centro de Castell¨®n. La calle Mayor (que Burriel sit¨²a como el centro del n¨²cleo primitivo de la ciudad), la calle de En medio, la calle de Trinidad o la avenida del Rey don Jaime son un ejemplo evidente de estas aseveraciones. Al principio de la calle Mayor, en la esquina con la plaza de la Paz, junto a un edificio que consta de planta baja y dos pisos, se encuentra otro que recuerda los rascacielos neoyorquinos, aunque en menor altura. M¨¢s parecidos a las grandes construcciones de la ciudad norteamericana son el edificio Castalia, situado en la calle de Herrero, y otra finca en la plaza de Mar¨ªa Agustina, con m¨¢s de 22 plantas. Pero ¨¦stos se encuentran en el ensanche de Castell¨®n, que se inici¨® a partir de 1796, cuando se derribaron las murallas que envolv¨ªan el centro.
El amurallamiento del n¨²cleo antiguo de Castell¨®n data probablemente de 1272, seg¨²n se?ala el arquitecto castellonense Vicente Traver Tom¨¢s en su. libro Antig¨¹edades. Este n¨²cleo se desarroll¨® a partir de la alquer¨ªa Benirabe, y en los siglos XIV y XV se produce el auge de las construcciones p¨²blicas, que ahora ya han desaparecido. En esta ¨¦poca se construyeron las Corts del Batlle, del Justicia y de la Governaci¨®, demarcaci¨®n superior en que se agrupaban las comarcas en el Pa¨ªs Valenciano antiguo. Tambi¨¦n de estos siglos data el palacio municipal y la iglesia de Santa Mar¨ªa, ahora concatedral.
Ninguno de estos dos edificios existe en la actualidad, pites la nueva casa consistorial se construy¨® en el siglo XVII (probablemente en 1680). En cuanto a la iglesia, se quem¨® por primera vez en el a?o 1341, poco despu¨¦s de construirse. Se reconstruy¨® en 1420, pero sufri¨® varias vicisitudes m¨¢s, por lo que se reedific¨® en su lugar original aunque con una mezcla de estilos. La ¨²ltima reconstrucci¨®n empez¨® en 1940, y todav¨ªa no ha concluido.
El edificio del ayuntamiento y la torre del campanario, terminada entre 1591 y 1604, son las construcciones m¨¢s antiguas con que cuenta Castell¨®n y est¨¢n situadas en la plaza Mayor, al igual que la concatedral de Santa Mar¨ªa, inacabada. Pero incluso esta plaza est¨¢ completamente transformada, ya que despu¨¦s de la edificaci¨®n del mercado central se derrib¨® un grupo de casas que hab¨ªa frente a ¨¦l y junto al ayuntamiento. En el solar, situado entre la casa consistorial y la torre del campanario, se proyecta construir ahora. unos nuevos edificios municipales, siguiendo la l¨ªnea del actual ayuntamiento, pero adapt¨¢ndola a los tiempos modernos.
Tarea imposible
No obstante, la recuperaci¨®n del centro de Castell¨®n es una tarea imposible, pues las construcciones de grandes edificios ya est¨¢n hechas, y s¨®lo derrumb¨¢ndolos y levantando una nueva ciudad se podr¨ªa arreglar. Asolo 50 metros de la concatedral existe un edificio, donde se ubica el Banco de Santander, semejante a un bunker, que da mayor horror al conjunto. All¨ª, en la plaza de Santa Clara, se han iniciado las obras de un aparcamiento subterr¨¢neo, que constituir¨¢n el comienzo de lo que se llama soluci¨®n Oeste, y que seguramente colapsar¨¢n todav¨ªa m¨¢s el tr¨¢fico en el centro de Castell¨®n. El alcalde de la ciudad, el socialista Antonio Tirado, no es de esta opini¨®n, y el proyecto de la actual corporaci¨®n es reservar el centro para los peatones.
A finales de 1984 se aprob¨® definitivamente un Plan general de ordenaci¨®n urbana, despu¨¦s de m¨¢s de ocho a?os de tr¨¢mites, iniciados por la ¨²ltima corporaci¨®n franquista. Pero este plan ya no podr¨¢ paliar los desastres urban¨ªsticos, como los calificaba Eugenio Burriel, que se han producido en el centro y en el ensanche de la ciudad. Los respectivos planes de 1885, 1890, 1911, 1939, 1950 y 196,3 no han servido para nada ¨²til, antes, al contrario, favorecieron la especulaci¨®n del suelo.
El Colegio de Arquitectos organiz¨® en marzo de 1980 una exposici¨®n titulada Pasado y presente de Castell¨®n (Destrucci¨®n de un paisaje urbano) en la que se pod¨ªa constatar, a trav¨¦s de paneles y fotograf¨ªas, las diferencias entre el Castell¨®n antiguo y el moderno. Antes de 1950 pod¨ªa verse desde cualquier punto de la ciudad el campanario, pues s¨®lo el 1% de los edificios estaba constituido por casas realmente urbanas, con cinco o m¨¢s plantas, y m¨¢s del 78% eran edificios de dos plantas. El hecho de que la burgues¨ªa no crease un barrio residencial y se dedicase a construir grandes edificios posibilit¨® la aparici¨®n de grandes edificios en los espacios que ocupaban las antiguas casas.
Se puede ver as¨ª aut¨¦nticos edificios emparedados, de m¨¢s de 10 alturas, que atenazan entre ellos a casas de dos alturas. El contraste de los altos y estrechos edificios con las casas viejas y bajas es brutal. Todo ello hace concluir a Eugenio Burriel: "Castell¨®n ha perdido as¨ª la personalidad de su n¨²cleo antiguo, sin que el cambio le haya beneficiado realmente".
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