Memorial de desaires

Julio Caro Baroja ha conseguido, a sus 70 a?os, el reconocimiento oficial de la intelligentsia de la Lengua casi a su pesar. Escrito queda lo del desaire inicial, algo a lo que el nuevo acad¨¦mico est¨¢ ya acostumbrado.Desaire es que su labor de a?os como recopilador de objetos y trajes del Museo del Pueblo Espa?ol est¨¦ todav¨ªa encajonada en alg¨²n perdido s¨®tano administrativo.

Desaire es que algunos editores desaprensivos -m¨¢s de los que cabe imaginar, y mas recientemente tambi¨¦n-le nieguen hasta los porcentajes de venta que le corresponden, e incluso los ejemplares de autor que la m¨¢s elemental cortes¨ªa dicta a la raz¨®n unos, editores de tendencia socialista, comunista, y otros diletantes de la edici¨®n y un amplio etc¨¦tera.

Desaire sigue siendo, el que distintos Gobiernos de Espa?a o de alguna otra nacionalidad le nombraran consejero para intentar hacerle acatar obedientemente las ocurrencias de la superioridad, y no, como cabr¨ªa esperar, para solicitar su consejo.

Desaire es tambi¨¦n que un ministro del Interior, hace algunos a?os, le regalara su ¨²ltima y copiosa producci¨®n literaria, cuando en realidad Julio Caro Baroja hab¨ªa solicitado una audiencia con ¨¦l para mostrar amarga preocupaci¨®n y la de sus convecinos de Vera por el alarmante incremento de la violencia institucional.

Sin embargo, Julio Caro ha conseguido el respeto de los m¨¢s, j¨®venes y no tan j¨®venes, nacionales y extranjeros, legos y doctos, y lo ha hecho con sencillez y sabidur¨ªa.

Cada vez que Julio Caro interviene en alg¨²n acto p¨²blico o aparece en TV con su eterna corbata de pajarita, su aire de sabio despistado y su enorme carga de sensatez, el sentimiento ciudadano debe de reconfortarlo de tanto desaire y tanta mezquindad.