Cante de mujer

Carmen Linares volvi¨® a dejar constancia de su excepcional clase como cantaora. Lo que no es sorprendente, pues viene haci¨¦ndolo con implacable regularidad desde hace por lo menos un a?o.En cada actuaci¨®n suya Carmen sale a cantar con humildad, con sencillez, yo dir¨ªa que casi con candor, da su lecci¨®n y se va pisando despacito, como vino. Y siempre pensamos que ya no se puede hacer mejor, pero al d¨ªa siguiente ella misma nos desmiente con otra actuaci¨®n memorable. Carmen, sin alharacas, se ha instalado en la perfecci¨®n. Parece f¨¢cil, pero sabemos bien cu¨¢nto le cuesta cantar.

El cante de mujer ha tenido connotaciones muy especiales en la historia del flamenco. Nunca hubo muchas cantaoras importantes, pero s¨ª tenemos la memoria de unas cuantas excepcionales: la Ni?a de los Peines, la m¨¢s grande de todas, la que hac¨ªa de cada cante un peque?o milagro de duende y jondura; Mar¨ªa Borrico, que cantaba como los hombres, a quien el se?or Silverio estempl¨® una madrugada cantando por siguiriyas a su regreso de Am¨¦rica; La Trini, creadora de malague?as que andan por ah¨ª todos los d¨ªas en bocas de buenos y malos cantaores; la Andonda, la Serneta, la Perla...

Nombres todos de mujeres que tienen, por derecho propio, un lugar en la historia del cante. Carmen Linares ha hecho m¨¦ritos de sobra para tenerlo tambi¨¦n. Y est¨¢ empezando, como quien dice.