Alternativa y alternativas
Suele entenderse por alternativa pol¨ªtica la alternancia en la gesti¨®n del Estado. Tal alternancia tiene poco de alternativa por muchos disgustos, p¨¦rdidas de empleo y hasta de bol¨ªgrafos que produzca en los clanes, grupos y profesionales de la Administraci¨®n que se cobijan en el mismo modelo sociopol¨ªtico. Por eso, cuando se habla de proyecto de sociedad como contrapuesto al existente, el cambio es m¨¢s aparente que real, m¨¢s ret¨®rico que verdaderamente afirmado. Y, as¨ª, por ejemplo, las declaraciones llamadas institucionales, los puntos intangibles en la pol¨ªtica de Estado o las situaciones supuestamente de excepci¨®n unen r¨¢pidamente al reba?o y rebajan al m¨ªnimo las voces a favor de una transformaci¨®n importante en la vida socialmente organizada.Ocurre, sin embargo, que la persistente -tan persistente que a este paso vamos a acabar cantando todos Soy el novio de la muerte- posibilidad de una guerra nuclear, el aumento de armamento inversamente proporcional a la miseria de buena parte de la humanidad, la destrucci¨®n descarada de la naturaleza -?querr¨¢n dejarnos s¨®lo con el alma?- y el razonado escepticismo ante los programas en otro tiempo dignos de escucharse, han creado una sensibilidad relativamente nueva que se expresa en otras siglas (fatalidad de los marginales es tener que seguir generando signos por muy hartos que est¨¦n, y es que si se es verde y rojo no hay m¨¢s remedio que ser verdirrojo) y en movimientos m¨¢s espont¨¢neos y masivos. Reacciones similares se han dado siempre en la historia. Su inter¨¦s, en este caso, reside en que, efectivamente, se desmarcan de la tenaza de los dos bloques y en su consciente o inconsciente inserci¨®n en la tradici¨®n emancipatoria progresista, mezcla de sano escepticismo y tensi¨®n ut¨®pica.
Pero, ?qu¨¦ ser¨ªa una alternativa esta vez verdaderamente real? Antes de responder no estar¨¢ de m¨¢s un miniexabrupto, o dicho m¨¢s cort¨¦smente, una especie de argumento ad hominen. Cuando a uno le han pedido tantas veces y con tanta desfachatez una alternativa ("real", como a?ad¨ªan con un adjetivo que les hac¨ªa inmediatamente adultos), cuando han arrojado la pregunta con la arrogancia del que te ve inerme o la ignorancia de quien no sabe lo que dice, es hora de devolverla y decirles a ellos que nos la muestren. Porque lo ¨²nico que muestran es o confusi¨®n o simple instalaci¨®n en lo que secularmente ha dicho y hecho la derecha. Es uno, m¨¢s bien, el que le puede pedir, ahora, la alternativa.
Volvamos a la pregunta inicial. En una simple y r¨¢pida descripci¨®n de la sociedad alternativa dos ser¨ªan las caracter¨ªsticas a escoger. La primera es la de poder mirar hacia atr¨¢s. Preguntarse por lo que se ha dejado en el camino, si merec¨ªa la pena o no lo conseguido (si su precio no ha sido excesivo), si lo obtenido es peor o mejor que lo reprimido o abandonado. No es cuesti¨®n de mirarse eternamente la espalda o de hacer preguntas en el vac¨ªo. Pero s¨ª es cuesti¨®n de plantearse c¨®mo se han hecho las cosas. Porque c¨®mo se hacen las cosas determina lo que ¨¦stas son. Cuando se insiste en que fijemos la mirada en un futuro, hasta quedar de piedra como la mujer de Lot, y se consigue, es que ha vencido la interesada intenci¨®n de desviar nuestra atenci¨®n de la manera como se consigue ese anhelado -y nunca alcanzado- futuro. Las sociedades que se sa-
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turan con lo que tienen, al margen de los medios que utilizan, son sociedades autoritarias que s¨®lo disimulan su totalitarismo con cinismo o forzada sinceridad. Los modos de vida y la forma seg¨²n la cual la gente experimenta su vida son relegados frente a unas categor¨ªas que mandan por pura imposici¨®n.
La segunda caracter¨ªstica, complementaria de la anterior, la resumen bien estas palabras de Foucault: "...lo importante es no si es posible o siquiera deseable una cultura sin restricciones, sino si el sistema de represiones en cuyo marco funciona una sociedad deja a los individuos libertad para transformarlo". (Es una respuesta de Foucault a una entrevista recogida en una compilaci¨®n de G. Steiner en la que ¨¦ste despliega su inteligencia en un pr¨®logo sin desperdicio.) Podemos a?adir que si la libertad es construir, desde lo que tenemos, unos fines que nos sean apropiados, la sociedad en la que se nos obliga a militar es su m¨¢s patente negaci¨®n. Estar frustrado no es un accidente sino la marca de una pasi¨®n no correspondida que dignifica a los que la padecen.
La alternativa no es, por tanto, cambiar conservadores por laboristas o republicanos por dem¨®cratas (a?¨¢dase lo que corresponda a este pa¨ªs, que es muy f¨¢cil) sino estar en alternativa y estar en alternativa, al rev¨¦s de proponer una alternativa, es tener el grado suficiente de radicalidad como para no darse por derrotado frente a una sociedad que imposibilita, de verdad, las alternativas.
Es estar suficientemente vivo y pronto como para aceptar antes el reto de la libertad que la seguridad del hast¨ªo. Porque, como dec¨ªa Bergam¨ªn, m¨¢s vale morir de contradicci¨®n que de contracci¨®n.
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