La evacuaci¨®n de L¨ªbano
EL EJ?RCITO israel¨ª ha acelerado su evacuaci¨®n d¨¦ la parte meridional de L¨ªbano; la fase que acaba de concluir era quiz¨¢ la m¨¢s delicada, porque afectaba al valle de la Bekaa -donde la cercan¨ªa del Ej¨¦rcito sirio era mayor- y a la hist¨®rica ciudad de Tiro. Las unidades israel¨ªes han abandonado en un plazo de horas lugares que parec¨ªan conferirles una superioridad aplastante en la eventualidad de un conflicto armado con Siria; por ejemplo, el famoso monte Baruk, un puesto de observaci¨®n privilegiado, o la posici¨®n de Kamed el Lauz, desde la cual Damasco, la capital siria, estaba al alcance de sus ca?ones. La evacuaci¨®n se concluir¨¢ a comienzos de junio, seg¨²n los planes hechos p¨²blicos por el Gobierno de Tel Aviv, si bien en varias ocasiones los plazos anunciados han sido acortados posteriormente, sin duda para obtener un efecto de sorpresaEs evidente que en estas fases ¨²ltimas de la evacuaci¨®n adquiere una importancia decisiva el problema de cu¨¢l va a ser la situaci¨®n en la franja meridional del territorio liban¨¦s, la que toca directamente a la frontera. Los planes israel¨ªes a este respecto son conocidos: desean que esa zona est¨¦ controlada por el llamado Ej¨¦rcito del Sur del L¨ªbano, al mando del coronel Antoine Lahad, que es una milicia cristiana, pero fomentada y organiza da por los propios isrel¨ªes, para poder ejercer un control indirecto sobre la zona y evitar al m¨¢ximo las infiltraciones de elementos palestinos o de otras fuerzas musulmanes. Es obvio que, para lograr tal objetivo, el inter¨¦s de Israel es que se produzca el m¨¢ximo de desacuerdo y choques entre los diversos grupos libaneses; hace poco m¨¢s de una semana, los enfrentamientos entre diversas milicias musulmanas provocaron la dimisi¨®n del jefe del Gobierno de unidad nacional, el veterano pol¨ªtico Rachid Karame. La intervenci¨®n de Damasco ha logrado, una vez m¨¢s, reabsorber el conflicto, consiguiendo que Karame retire su dimisi¨®n.
En cambio, los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos en las aldeas que rodean la ciudad de Sid¨®n, evacuada en una fase anterior, han revestido una gran violencia. Pueblos enteros, habitados por cristianos, han sido abandonados por sus habitantes; decenas de miles de personas han emprendido el camino del Sur para continuar en territorios ocupados por Israel. Muchos se han concentrado en la ciudad cristiana de Jezzin, controlada por el Ej¨¦rcito de Lahad. Pero no parece claro si ¨¦ste lograr¨¢ mantenerse con sus propias fuerzas, una vez que las tropas israel¨ªes hayan concluido su evacuaci¨®n. En todo caso, en estos movimientos de poblaciones cristianas hacia la frontera l¨ªbano-isrel¨ª se evidencia un fracaso del Gobierno de unidad nacional, que, al menos en teor¨ªa, es hoy el poder legal en L¨ªbano. La ceguera anticristiana de determinados grupos musulmanes est¨¢ minando gravemente la cohesi¨®n del Estado liban¨¦s, y favoreciendo, en el fondo, los planes israel¨ªes; porque en esa poblaci¨®n que huye hacia el Sur, asustada por los ataques musulmanes a sus casas y sus aldeas, puede encontrar una base objetiva esa zona tamp¨®n que constituye hoy una de las preocupaciones m¨¢s inmediatas del Gobierno de Tel Aviv.
En un plano m¨¢s general, la evoluci¨®n que se observa en la intrincada realidad libanesa tiene un eje central indiscutible: el papel esencial, y cada vez mayor, de Siria. A la vez, se perfila cierta modificaci¨®n de equilibrios tradicionales; por un lado, una p¨¦rdida de influencia cristiana, y en el seno de los grupos musulmanes, una disminuci¨®n del peso de los sun¨ªes, lo que trastoca el sistema tradicional de equilibrio entre grupos religiosos que ha sido la base misma de la pol¨ªtica libanesa. Ello se ha puesto de relieve con particular claridad en la reciente crisis provocada por la dimisi¨®n de Karame. Las milicias con poder real son las drusas de Jumblat y las sh¨ªies de Amal. Se afirma la creciente vitalidad de las formaciones musulmanas m¨¢s combativas, impregnadas de integrismo e inclinadas a las formas de violencia terrorista. Ello tiene que constituir un motivo muy serio de preocupaci¨®n para el Gobierno de Jerusal¨¦n. No se trata s¨®lo de la inutilidad de su guerra contra L¨ªbano: ha ayudado a desencadenar procesos pol¨ªticos e ideol¨®gicos radicalmente contrarios a sus intereses.
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