Brindis por Pialat
Cuando se califica una pel¨ªcula de 'buena" muy a menudo lo que se pretende tan s¨®lo es reflejar que el producto respeta una normativa convencional que, como los certificados de calidad de los productos alimenticios, no tiene para nada en cuenta la calidad real, el sabor, la autenticidad del resultado final. Cineastas como Bresson, Godard, Mizoguchi o Dreyer nunca han seguido los consejos industriales sino que siempre se han expresado m¨¢s all¨¢ o en contra de los l¨ªmites de lo razonable.Su m¨¦rito no estriba en la profesionalidad o en la solvencia narrativa, sino en ser artistas, es decir, seres dotados de voz propia, poseedores de una visi¨®n del mundo y de un estilo que no es apoteosis de t¨¦cnica y gram¨¢tica.
A nos amours
Director: Maurice Pialat. Int¨¦rpretes: Sandrine Bonnaire, Dominique Besnehard, Maurice Pialat, Evelyne Ker, Anne-S.ophie Maill¨¦, Cyr Boitard. Gui¨®n: Arlette Langrnann y M. Pialat. Fotograf¨ªa: Jacques Loiseleux. M¨²sica: Klaus Nomi. Francesa. 1983. Estreno en Madrid: cine Alphaville.
Maurice Pialat, a partir de su muy intensa relaci¨®n con la realidad, de una actitud que le lleva a modificar los guiones en pleno rodaje hasta el punto de que personajes que deb¨ªan morir en las primeras secuencias -es el caso del interpretado aqu¨ª por el propio Pialat- reaparecen al final porque el director ha visto en los copiones y ha sentido en su piel de actor que el personaje a¨²n estaba .Vivo".
Trayectoria
A partir de esto ha ido configurando una trayectoria extra?a, personal, de una intensidad ins¨®lita, que le hace figurar en la reducida lista de los directores para los cuales su trabajo no es el de entertainer sino el de un creador de experiencias.Porque A nos amours es de esas pel¨ªculas que no se ven y escuchan impunemente, pues implican al espectador, logrando que la pantalla le absorba con una fuerza que no desaparece cuando encienden las luces de la sala.
?De qu¨¦ habla A nos amours?. El brindis que propone el t¨ªtulo es un poco ir¨®nico ya que la pel¨ªcula muestra la vertiente melanc¨®lica o desastrosa de unas relaciones sentimentales. La plenitud amorosa s¨®lo se da entre padre e hija a trav¨¦s de una muy peculiar complicidad. La desaparici¨®n de ¨¦l convierte el hogar en un espacio de destrucci¨®n en el que se agitan una madre neur¨¢tica, un hijo con veleidades literarias y la hermana protagonista que tiende a cambiar de amigos porque s¨®lo haciendo el amor "se olvida de todo'".
El retrato que Maurice Pialat hace del microcosmos familiar es de una dureza y crueldad extraordinarias, pero tampoco faltan ciertos toques de ternura. As¨ª, son memorables las secuencias de las dos despedidas, la del padre y la de la hija.
Batalla a bofetadas
La convicci¨®n que destila A nos amours no surge de la precisi¨®n o sileza de un retrato psicol¨®gico o uti social, sino de la tensi¨®n y energ¨ªa del trazo, distorsionador, expresionista casi, acorde con unos protagonistas que dejan de acariciarse para afrontar una batalla a bofetadas, que se pasean bajo la lluv¨ªa acompa?ados de m¨²sica de Purcell, cantada por Klauss Nomi, que aman con desesperaci¨®n adolescente y recusan con su autenticidad esa izquierda que, con el descubrimiento del pragmatismo, reniega de P¨ªcasso para ensalzar a Rousseau igual que malinterpreta la rabia de Van Gogh, porque no quiere entender que la locura del pintor precisamente critica las actitudes acomodaticias que se divierten con el manierismo y no quieren saber nada de quienes crean arriesgando.
Babelia
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