La defensa madridista gano la Liga de baloncesto
Se le cort¨® a A¨ªto la salsa y no hubo nada que llevarse a la boca en el pabell¨®n. La salsa la ponen los norteamericanos y la del Real Madrid es m¨¢s selecta. Es m¨¢s cara tambi¨¦n. No hubo partido ni, por tanto, final. La defensa madridista se bast¨® para erigirse en ¨²nico plato del d¨ªa y, por extensi¨®n, en el mejor plato que se ha podido disfrutar en esta Liga de baloncesto. Est¨¢ algo fuerte esa defensa, pica un poco, pero se ha digerido con sumo placer en algunos momentos de esta temporada, cuando va acompa?ada de un r¨¢pido contraataque o de unos fluidos sistemas de ataque. La de ayer estaba bien. Demasiado fuerte, quiz¨¢, para el Joventut.Apoyado por un p¨²blico dominguero, de modelito en colores pastel para ir a la Ciudad Deportiva, banderita espa?ola con toque facha y c¨¢nticos sustra¨ªdos de los de otras hinchadas, el Real Madrid se apost¨® en la cancha muy concentrado. Dispuesto, si cabe, a endurecer su sistema defensivo un tanto m¨¢s. Estaba fuerte y aguerrido. Se encontr¨® ante un equipo d¨¦bil y asustado, al que rob¨® cuatro balones en las primeras acciones y que lleg¨® al primer tiempo muerto salvado por la campana.
Hab¨ªa estado groggy, pero al Real Madrid le fallaron varios contraataques seguidos. De lo contrario, el partido no hubiera tenido casi ni cinco minutos de existencia. En esos instantes, la final de la Liga dejaba de existir porque se hab¨ªan ahondado ciertas diferencias. Fundamentalmente, las relativas a los nortemaericanos, que son parte muy importante. Son la salsa del baloncesto que nos invade en estos ¨²ltimos a?os.
Schultz, que hab¨ªa dado una falsa impresi¨®n en los encuentros ante el Barcelona y en el partido jugado en Madrid, no es m¨¢s que un norteamericano limitado, cumplidor, barato. Ha dado todo lo que pod¨ªa dar, ha lucido incluso. Pero, cuando ayer se le arrimaba Robinson con gesto de rabia o cuando el pasado domingo se le pegaba Romay a sus carnes, no pod¨ªa por menos que asustarse. ?l no est¨¢ para medirse de igual a igual con esta gente. No merece este trato. As¨ª, sus ganchos heterodoxos, pero exactos y fluidos; su habilidad para zafarse de algunos marcajes... se convirtieron en impotencia, en incapacidad para afrontar una lucha. Cuando el Real Madrid forz¨® la defensa individual en los primeros minutos, Schultz tembl¨®, Kazanowsky se empeque?eci¨® y Jim¨¦nez se encontr¨® solo.
En realidad, ayer no hubo final. Desapareci¨® en cuanto los extranjeros del Joventut se encontraron medidos por el mismo rasero que los del Real Madrid. Robinson asust¨® a Schultz en dos gru?idos, Kazanowsky estaba ya sentado y Jackson acertaba plenamente en sus seis primeros lanzamientos. Ya no hubo final, sino un partido entre un equipo poderoso y otro modesto. T¨¢cticas aparte.
Porque la defensa madridista fue mejor, con las funciones especiales de Jackson, que en Badalona. Y la 1-3-1 del Joventut apenas molest¨®, incluso con la variaci¨®n de colocar a los jugadores en 1-2-2 para recibir al contrario. La afici¨®n madridista celebraba el t¨ªtulo en la primera parte, cuando el marcador se aproximaba a los 25 puntos, que alcanz¨® justo en el descanso (52-27). Cruel e injusta moneda para el Joventut, que se vio relegado, a una incansable lucha por rebajar tama?o escarnio.
Y, al final, algunos aficionados al baloncesto, que no esas nenas que suspiran por Fernando Mart¨ªn y que se dicen hinchas del Madr¨ª o esos desorientados que insisten en hacer comulgar a una Espa?a que casi ya no existe con un equipo, se encontraron con que, en realidad, todo hab¨ªa sido un espejismo. La final, con sus abultados tanteos, sus desequilibrios, no ha dejado otra impresi¨®n que la misma de hace unos meses. Mientras el Joventut juegue con norteamericanos de a 30.000 d¨®lares la pieza frente a elementos de casi a 100.000, esa desventaja de 3 a 1 apenas podr¨¢n romperla la calidad de sus elementos nacionales. Si algo ha demostrado esta Liga es que los Jofresa, Villacampa, Jim¨¦nez y compa?¨ªa ya est¨¢n maduros, tienen calidad suficiente para hacer grandes cosas, pero necesitan una buena salsa que les d¨¦ picante. Se trata, en fin, de hacer un buen plato y en Espa?a la salsa la ponen los norteamericanos. Y la salsa del Joventut no pica.
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