Nacionalismo o nacionalismos
.Nacionalismo, imperialismo, colonialismo, racismo, son vocablos que la progres¨ªa mete hoy en el mismo saco. Y vista la imagen del nacionalismo desde cierta perspectiva, no les falta raz¨®n para hacerlo. Pues ocurre que la imagen del nacionalismo la ha dado, ante la opini¨®n p¨²blica en Europa, el nacionalismo oficial de los Estados, es decir, el nacionalismo burgu¨¦s triunfante. Y ese nacionalismo, tras su consolidaci¨®n, devino en efecto reaccionario y en su desarrollo se fue ganando, por m¨¦ritos, las calificaciones de menci¨®n.
Pero ?y el nacionalismo de los pueblos no invasores, sino invadidos? ?Qu¨¦ decir del nacionalismo de los pueblos cuya naci¨®n est¨¢ siendo destruida por un Estado extranjero para poderlos dominar? Estos nacionalismos ?se han hecho tambi¨¦n acreedores a los mismos ep¨ªtetos? ?Qu¨¦ tienen en com¨²n la liberaci¨®n nacional del pueblo oprimido, que lucha simplemente para ser due?o de s¨ª mismo, y el nacionalismo agresor, que impone su imperio?
Pienso que hablar hoy de nacionalismo, en singular, puede pecar, cuando menos, de simplismo. Hay nacionalismos de derechas y nacionalismos de izquierdas; nacionalismos liberales, nacionalismos fascistas, nacionalismos socialistas, etc¨¦tera. Y si determinados nacionalismos han servido para esclavizar, otros han forjado la rebeli¨®n. Y son tales las diferencias, incluso antag¨®nicas, que enfrentan unos nacionalismos a otros que, en mi opini¨®n, carece de rigor cient¨ªfico tratarlos como una misma ideolog¨ªa.
(?Qu¨¦ concepci¨®n comparten el nacionalismo de Reagan, Nixon, Hitler, Franco, el ex sha de Persia Reza Pahlevi y el del Che, el Frente Sandinista, el VietMihn, el FLN de Argelia o los fedayin palestinos?)
Aquellas diferencias, precisamente, explican las iniciativas, que surgen de cuando en cuando, de b¨²squeda de denominaciones que distingan claramente unas concepciones nacionales de otras. As¨ª, por ejemplo, se ha contrapuesto el concepto de patriotismo. al de nacionalismo, el de nacional o el de nacionalitario al de nacionalista, etc¨¦tera, dejando el ¨²ltimo a la derecha. Y tambi¨¦n se ha querido reservar, por el contrario, el nacionalismo para la izquierda, en oposici¨®n al chovinismo o al imperialismo. No son juegos de palabras, sino m¨¢s bien intentos de encontrar las palabras. Pues a la hora de analizar los hechos se tropieza con la dificultad de una terminolog¨ªa que ha quedado vieja y resulta estrecha cuando se refiere a la realidad actual de las naciones.
Siguiendo el hilo de estas reflexiones, podr¨ªamos llegar a la negaci¨®n de la existencia actual de el nacionalismo. Me refiero, claro est¨¢, al nacionalismo en singular, o sea, a la existencia de un concepto nacionalista de aplicaci¨®n universal que valga a derecha e izquierda, a los de arriba y a los de abajo. Los hechos rechazan ese concepto unitario. Hoy, la realidad s¨®lo nos da nacionalismos: una pluralidad heterog¨¦nea de hechos e ideolog¨ªas nacionales que no admiten la aplicaci¨®n del concepto nacionalista ¨²nico y universal.
Errores de valoraci¨®n
La matizaci¨®n tiene trascendencia. El concepto global de nacionalismo no puede abarcar realmente todos los nacionalismos existentes, y no los abarca; y por ello no tiene utilidad pr¨¢ctica, es decir, una utilizaci¨®n correcta en la pr¨¢ctica. Su aplicaci¨®n a las situaciones concretas induce a errores de valoraci¨®n y de conocimiento y se presta a la manipulaci¨®n.
En efecto, el lenguaje no es inocente. La amalgama en uno de todos los nacionalismos est¨¢ facilitando el enga?o de atribuir la irracionalidad de uno a todos los dem¨¢s. Y la expresi¨®n de referencia, el nacionalismo, ecum¨¦nica y equiparadora, tal como es, manejada en algunas cr¨ªticas a la izquierda patri¨®tica, est¨¢ llevando al absurdo de medir, de hecho, por el mismo rasero a la v¨ªctima y al verdugo, la libertad y la opresi¨®n, la agresi¨®n y la defensa, la ideolog¨ªa para anular al dominado -en la relaci¨®n de dominaci¨®n- y la ideolog¨ªa del oprimido que se alza para mantener su identidad.
Resulta significativo que sea recientemente, al levantarse en Europa unos movimientos de liberaci¨®n nacional que ponen en peligro el Estado burgu¨¦s actual, cuando, en c¨ªrculos intelectuales que, por serlo, se proclaman de izquierda, el "nacionalismo" (entre comillas) cae, de forma ya extendida, en desgracia. La cr¨ªtica que ahora se le hace no es original. Asume la que en su momento hist¨®rico hicieran al nacionalismo las primitivas internacionales obreras. S¨®lo que el nacionalismo al que se enfrentaban las internacionales era burgu¨¦s, y el que de hecho atacan hoy estos intelectuales no lo es. Y esta diferencia resulta fundamental.
La cr¨ªtica de ahora ofrece la originalidad de reservar, en sus ataques concretos, el concepto de nacionalismo para los nacionalismos de los pueblos que llaman perif¨¦ricos. Por una parte, no distingue entre las diferentes ideolog¨ªas nacionales. Por otra, a la hora de poner nombres propios, ignora los nacionalismos burgueses m¨¢s extendidos hoy (nacionalismos que, viejos y conservadores, siguen dominando con los Estados europeos). No incluye en el concepto los nacionalismos granespa?ol, el del hex¨¢gono (franc¨¦s), el de Gran Breta?a, etc¨¦tera. Quiz¨¢ porque no los ven. Pero ¨¦ste es otro tema, cuyo tratamiento exige tiempo y condiciones.
Valga de momento una petici¨®n, en mi opini¨®n m¨ªnima: sustituyamos, para poder avanzar, el t¨¦rmino nacionalismo, simplificador e idealista, por el plural y realista de los nacionalismos.Miguel CasteNs Arteche es ahogado y ex senador de Herri Batasuna.
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