Galtieri concluye su declaraci¨®n por la derrota argentina en la guerra de las Malvinas
Los miembros del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas tomaron ayer la ¨²ltima declaraci¨®n en Campo de Mayo -acantonamiento porte?o del primer cuerpo de Ej¨¦rcito- al teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri en el proceso que se le sigue por la p¨¦rdida de la guerra de las Malvinas. El ex presidente Galtieri, junto al almirante Isaac Anaya y el brigadier del Aire Basilio Lami Dozo, est¨¢ procesado militarmente por "mal desempe?o de sus funciones" en el aspecto civil, y, en el militar, por "Omisi¨®n, impericia o negligencia" y por "no prestar ayuda a una fuerza en peligro y no proveer abastecimientos necesarios a la tropa".
El proceso por la p¨¦rdida de la guerra, paralelo al seguido por la guerra sucia contra la subversi¨®n, no es oral ni p¨²blico y se dilucida en el secreto de los despachos militares. De este otro proceso, apagado por el de los cr¨ªmenes sobre la represi¨®n, ha trascendido no obstante la posibilidad de que Galtieri reciba la pena de muerte o en su defecto cadena perpetua; en cualquier caso se estima que recibir¨¢ una sentencia sensiblemente superior a la de sus camaradas de Junta.Con la declaraci¨®n de Galtieri finaliza en este juicio la presentaci¨®n de pruebas. Es imposible predecir cu¨¢ndo el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas dictar¨¢ sentencias; con toda seguridad, los jueces militares esperar¨¢n antes de fallar este juicio a conocer los resultados del otro proceso ante una corte civil.
El general Ram¨®n Camps, ex jefe de la polic¨ªa de Buenos Aires, se neg¨® a declarar ante el juez penal de San Isidro (proximidades de la capital federal) en la causa abierta junto al tambi¨¦n general Omar Riveros y el coronel Sali Pepa por asesinato cualificado de civiles y enterramientos clandestinos de cad¨¢veres NN (ning¨²n nombre). ?sta es una faceta m¨¢s del entrecruzamiento de procesos e indagatorias judiciales en que est¨¢ sumida la sociedad argentina y que puede dar pie a la confusi¨®n. Camps, junto a otros jefes oficiales del Ej¨¦rcito y la Armada, permanece procesado por orden directa de Ra¨²l Alfons¨ªn y su causa se sigue reservadamente ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Lo que ocurre es que las denuncias a instancia de parte formuladas por los deudos de los desaparecidos est¨¢n movilizando a los jueces civiles, que se ven obligados a abrir nuevos sumarios. En casos como el del general Camps, ya procesado gen¨¦ricamente por la comisi¨®n regular de atrocidades la justicia militar le reclama y le ampara sustrayendo las acciones a los jueces civiles.
As¨ª, en Argentina se est¨¢n celebrando actualmente dos grandes procesos: uno por la p¨¦rdida de la guerra de las Malvinas, reservado y ante la justicia militar. Este proceso a su vez cuenta con dos causas diferenciadas: una contra la junta militar que provoc¨® la guerra y otra contra oficiales como Alfredo Astiz, que rindieron las Georgias del Sur sin disparar un solo tiro, o contra civiles como Benjam¨ªn Costa M¨¦ndez, entonces ministro de Asuntos Exteriores, acusado de no evaluar correctamente las consecuencias de una invasi¨®n de los archipi¨¦lagos australes.
El otro proceso se sigue por la violaci¨®n de derechos humanos durante la guerra sucia Contra la subversi¨®n, y consta igualmente de dos causas: una contra las tres primeras juntas militares, cuya vista oral y p¨²blica se celebra ante una corte civil -pero aplicando el c¨®digo militar- por retraso injustificado del estudio del sumario por parte del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. La otra causa permanece en el ¨¢mbito del alto tribunal militar y en ella se sigue, tambi¨¦n reservadamente, el proceso contra jefes y oficiales como Ram¨®n Camps, contraalmirante Chamorro, capit¨¢n de corbeta Acosta, nuevamente el teniente de nav¨ªo Alfredo Astiz, etc¨¦tera.
Los procesos mayores absorben por su preeminencia las causas menores o individualizadas que brotan como setas en los juzgados de toda la Rep¨²blica, y la imparable inflaci¨®n econ¨®mica argentina parece haberse extendido a los despachos judiciales, civiles y militares.
Por lo dem¨¢s, en la sesi¨®n del lunes en el proceso por la guerra sucia testificaron una decena de banqueros y bolsistas desaparecidos por dos meses en los cuarteles de Campo de Mayo, sospechosos de subversi¨®n econ¨®mica. Con responsabilidades en la extinta banca Hurlingham, fueron acusados de recibir, blanquear y administrar el dinero negro de los montoneros obtenido mediante secuestros. Los financieros recibieron un trato vejatorio, rayando con la tortura f¨ªsica, pero excelente comparado con el dispensado a los no pertenecientes a la nobleza de la city porte?a.
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