Barrionuevo y el espionaje a los partidos
En el debate posterior.a la interpelaci¨®n del Grupo Popular, un diputado puso de manifiesto que, como en tiempos de penoso recuerdo, hoy se manifiesta una cierta aprensi¨®n a utilizar el tel¨¦fono para comun¨ªcaciones delicadas. Pues bien, este clima que se ha creado en los ¨²ltimos tiempos, resultado de la acumulaci¨®n de indicios de la intromisi¨®n ilegal del Estado en la privacidad de las personas y de las instituciones, no se ha podido despejar merced a la intervenci¨®n de ayer del ministro Barrionuevo, y quiz¨¢ sea ¨¦sta la principal conclusi¨®n que cabe obtener del largo y poco revelador debate. Manuel Fraga no consigui¨® aportar las "contundentes y definitivas" pruebas que hab¨ªa prometido e hilvan¨®, con la precipitaci¨®n habitual, un discurso m¨¢s duro en la forma que en el fondo. Parece tener el l¨ªder de la oposici¨®n plena convicci¨®n moral -como muchos otros- de que ha sido espiado, aunque sin las pruebas rotundas que le permitan demostrarlo.Y, en contrapartida, tampoco Barrionuevo contribuy¨® a despejar las inc¨®gnitas que la ciudadan¨ªa mantiene al respecto. No hay raz¨®n, obviamente, para dudar de la palabra de honor del ministro, que ha declarado bajo ella no haber ordenado actividades ilegales, ni haber consentido irregularidades, ni tener conocimiento de que alguna otra jerarqu¨ªa las hubiera cometido. Pero esta palabra no basta para excluir completamente el que las irregularidades se hayan cometido, aun con su ignorancia o sin su consentimiento. Antes al contrario, parece veros¨ªmil que las acusaciones formuladas tengan fundamento, puesto que Barrionuevo admiti¨® que existe una brigada policial que recoge informaci¨®n sobre los partidos pol¨ªticos para realizar an¨¢lisis, y que, l¨®gicamente, se sentir¨¢ tentada en ocasiones a no limitarse a examinar los documentos que se hacen p¨²blicos, sino tambi¨¦n los de uso interno y confidencial, que ha de obtener por medios il¨ªcitos. Y eso es, precisamente, lo intolerable. El se?or Fraga, en sus dos intervenciones, ha tratado de inculpar en los hechos imputados no s¨®lo a Barrionuevo, sino a todo el Gobierno, al que alcanza conjunta y solidariamente la responsabilidad pol¨ªtica. Sin embargo, la soledad del ministro del Interior ha sido pat¨¦tica: no s¨®lo no le han aplaudido ni una sola vez sus compa?eros de partido, sino que ni siquiera el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista ha salido en su respaldo. Ello significa que los socialistas han conseguido su objetivo: centrar las cr¨ªticas en el Departamento del Interior y exculpar, por tanto, a quienes dirigen verdaderamente la pol¨ªtica del Gobierno, reduciendo la imputaci¨®n a la categor¨ªa de montaje -?de qui¨¦n?-, seg¨²n el ministro.
23 de mayo
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