La orquesta condenada al silencio
Los profesores que componen la Orquesta Sinf¨®nica de la RTVE han sido suspendidos de empleo y sueldo por la superioridad competente por presunta falta laboral cometida por los mismos. No quiero entrar a discutir las razones de este hecho, s¨ª los profesores o la superioridad de la que dependen tienen raz¨®n o no, pues ni tengo informaci¨®n suficiente ni soy qui¨¦n para ponerme a juzgar conductas o actos. Quisiera, sin embargo, comentar el hecho, para m¨ª injustificable, de suspender de empleo a una orquesta estatal, a una agrupaci¨®n sinf¨®nica de reconocido prestigio, a un colectivo creado para ponerse al servicio de la cultura de una sociedad. El hecho es grave, y creo que merece un an¨¢lisis.Una orquesta sinf¨®nica p¨²blica es una instituci¨®n que crea el Estado para servir a la cultura de una sociedad. Si no se entiende as¨ª, creo que estamos derrochando un dinero y unos esfuerzos que bien podr¨ªan emplearse en otros menesteres. Por tanto, cuando se suspende de empleo a esa instituci¨®n, la v¨ªctima es la sociedad, que no recibe de ella el servicio para el cual ha sido creada y por el cual es mantenida. Es como si por falta laboral grave de los celadores del Museo del Prado se les suspendiera de empleo y hubiese que cerrar el mismo; como si por parecidos motivos no se les permitiese a los m¨¦dicos asistir a los enfermos, a los abogados defender los intereses de sus clientes, etc¨¦tera. Los m¨²sicos profesionales que componen una orquesta sinf¨®nica estatal deben prestar un servicio de cultura a la sociedad, y la sociedad debe retribuir en consecuencia esa dedicaci¨®n. Cuando una de las partes, rompe su compromiso -el profesional, en su falta de calidad, o la Administraci¨®n, en el retraso o en la negativa de esa retribuci¨®n- entran en litigio cuestiones que s¨®lo una entidad superior y neutral puede juzgar y sancionar, cuestiones que, insisto, no quiero entrar a discutir.
Al servicio de la cultura
Ahora bien, en el especial servicio que una orquesta sinf¨®nica presta a la sociedad que la crea y mantiene hay dos vertientes que se ven afectadas cuando se la suspende de empleo, que me gustar¨ªa analizar: la pasiva y la activa. Empecemos por la segunda.
Si convenimos que la Orquesta Sinf¨®nica de RTVE es un colectivo profesional constituido para servir a la cultura de la sociedad espa?ola, durante las pr¨®ximas semanas, un centenar de muy cualificados instrumentistas se ver¨¢n obligados a no poder ejercitar ese servicio; una serie de compositores no ver¨¢n estrenadas o tocadas sus obras, una serie de directores y solistas no podr¨¢n actuar en las fechas desde hace tiempo concertadas, una serie de grabaciones para discos, radio, televisi¨®n, etc¨¦tera, no se podr¨¢n llevar a efecto. ?O es que la Orquesta de RTVE iba a estar en los pr¨®ximos d¨ªas de paseante en Cortes?
En el mundo civilizado, una entidad de esta categor¨ªa tiene sus programas y actuaciones perfectamente organizados con varios a?os de antelaci¨®n, y me resisto a creer que nuestra orquesta se saliese de esta norma. Por tanto, esta suspensi¨®n, ?a cu¨¢ntos compositores espa?oles, que no ver¨¢n sus obras en los atriles, afecta?, ?a cu¨¢ntos directores y solistas, que esperaban con intensa e ilusionada preparaci¨®n su actuaci¨®n con esta prestigiosa orquesta?, ?a cu¨¢ntas grabaciones, a cu¨¢ntas actuaciones, a cu¨¢ntos programas ... ? ?No convendr¨ªa explicar si va a indemniz¨¢rseles o no? Y yo me pregunto, ?c¨®mo puede indemnizarse a un compositor que, por el silencio de una orquesta, no puede estrenar su obra largamente preparada? Lo ignoro.
Pero este aspecto activo puramente profesional, con ser muy grave, creo que ser¨ªa el menos importante. Pensemos en el pasivo, pensemos en la cantidad de personas a las que eso que llamamos cultura, eso que entendemos por m¨²sica, se les va a poner, una vez m¨¢s, una barrera para tener acceso a ella. Ah¨ª se hace un da?o tan irreparable como injustificado. Una orquesta p¨²blica s¨®lo se justifica cuando sirve plenamente a la necesidad cultural de una sociedad y cuando ese trascendental servicio se ejerce con plena responsabilidad y se tiene como primera misi¨®n. Podr¨ªamos discutir largo tiempo sobre el c¨®mo se sirve a la necesidad cultural de una sociedad, pues hay muchas y variadas formas de entender ese servicio por el que se distingue la cultura de un pueblo y la capacidad intelectiva y sensitiva de sus dirigentes. En esta discusi¨®n no es ¨¦ste el momento de entrar. Ahora bien, creo que estaremos casi todos de acuerdo en que la manera m¨¢s negativa de ejercer ese servicio es suspender de empleo a una orquesta que ha costado muchos a?os crear y que ha supuesto muchos esfuerzos, individuales y colectivos, llevar a la categor¨ªa con que hoy hace sus actuaciones p¨²blicas. Esto es justamente lo contrario.
Convengamos que la agrupaci¨®n, como tal, ha cometido una falta laboral; convengamos que su disciplina requiere un castigo o una llamada al orden; convengamos todo eso, que no quiero entrar a juzgar; bien, pero como se trata de una orquesta, de una entidad de cultura, de un estamento al servicio de esa cultura, pagado por el contribuyente, al que no se le puede castigar es, justamente, al que la hace posible. Por tanto, ese castigo, si es que fuese necesario aplicarlo, que lo ignoro, habr¨ªa que ejercitarlo de manera que redundase en un mayor servicio a los fines que deben presidir las actuaciones de una entidad de estas caracter¨ªsticas.
Considero muy grave este hecho que comento, por lo que tiene en s¨ª mismo y por lo que puede servir de precedente. En unos momentos en los que se cuestionan tantas veces en los Presupuestos del Estado las partidas que van a favorecer la cultura, pero sobre todo a esa parte de la cultura falsa y aviesamente llamada elitista; opino que los responsables de defender y administrar estas partidas deber¨ªan meditar con mayor sentido de responsabilidad sus actuaciones.
Vivimos una peligrosa realidad de populismo y plebeyismo, en su aspecto m¨¢s ordinario y chabacano, que puede llevarnos a una todav¨ªa mayor desertizaci¨®n cultural de nuestro ya triste panorama y convertirnos en la sociedad europea en la que el cultivo de la sensibilidad y la belleza y el culto a la cultura y a la inteligencia est¨¦ en su punto m¨¢s bajo y degradado. Sustituir el presupuesto de una orquesta sinf¨®nica para aplicarlo a cualquier manifestaci¨®n masivamente popular con aires de falsa cultura de masas, pero donde los conceptos como cultura, sensibilidad, belleza y categor¨ªa intelectual se ven seriamente cuestionados, es tarea f¨¢cil y que adem¨¢s puede ser muy beneficiosa en el momento de pretender buscar cantidad de votos, que nada tiene que ver con su calidad. (Como ejemplo de cuanto digo, me remito al programa de festejos organizado por el Ayuntamiento de Madrid para las pr¨®ximas fiestas. En la forma de ejercer el ocio una persona y un pueblo es donde con mayor facilidad se miden su cultura, su capacidad intelectual, su sensibilidad... en fin, su categor¨ªa humana.)
Por todo ello he cre¨ªdo oportuno exponer mis opiniones y llamar la atenci¨®n de que, si es posible el hecho de mandar callar a una orquesta sinf¨®nica, tambi¨¦n pueden ser posibles sus enormes consecuencias. Silenciar, como castigo, a una entidad de estas caracter¨ªsticas es apagar un foco del que emerge una luz que debe permanentemente iluminar nuestra sociedad, si convenimos que la cultura debe ocupar un sitio en nuestro cotidiano vivir. Si convenimos lo contrario, apaga y v¨¢monos.
Babelia
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