Racismo espa?ol
S?LO UNO de los cerca de 27.000 musulmanes que actualmente viven en Melilla posee t¨ªtulo superior universitario. No parece que este extremo sea una casualidad, al comprobar que este universitario -el economista Aoinar Mohameddi Duddu, de 34 a?os, nacido en Melilla, como sus padres y abuelos- estudi¨® en M¨¢laga con una beca del Gobierno marroqu¨ª, solicitada por Aomar despu¨¦s de que el Gobierno espa?ol le denegara esa ayuda. Tampoco debe ser casualidad que s¨®lo unos 7.000 musulmanes residentes en Melilla tengan documento nacional de identidad espa?ol, es decir, nacionalidad espa?ola. Los 20.000 restantes, aunque la mayor¨ªa han nacido en Melilla, son ap¨¢tridas y sus derechos como ciudadanos no alcanzan los niveles m¨ªnimos de dignidad en un pa¨ªs con un r¨¦gimen democr¨¢tico.La situaci¨®n es ahora ¨¦sta: cerca de 6.500 musulmanes mayores de edad residentes en la antigua plaza de soberan¨ªa disponen de un cart¨®n denominado tarjeta de estad¨ªstica cuya validez s¨®lo alcanza la simple identificaci¨®n de quien la porta y de los familiares que tiene a su cargo. El poseedor de este tipo de tarjetas no puede comprar o alquilar viviendas en Melilla, no tiene derecho al voto ni al subsidio de desempleo, y para viajar a la Pen¨ªnsula necesita un salvoconducto de las autoridades espa?olas, que s¨®lo lo conceden para casos graves.
Hay otros cerca de 5.000 o 6.000 musulmanes que pueden demostrar de muchas y diversas maneras que han nacido en Melilla, como sus padres. Sin embargo, las autoridades espa?olas no les conceden ni siquiera la m¨ªnima gracia de poseer una tarjeta de identidad como la tarjeta de estad¨ªstica. Son personas condenadas a la huida, el miedo, la persecuci¨®n, la indefensi¨®n total y una refinada forma de neoesclavitud si espor¨¢dicamente encuentran alg¨²n trabajo eventual. Si un polic¨ªa les pide que se identifiquen, son trasladados inmediatamente a comisar¨ªa y, a las pocas horas, expulsados a Marruecos. All¨ª esperar¨¢n a regresar ilegalmente a Melilla, si antes no son detenidos nuevamente por la polic¨ªa marroqu¨ª, que igualmente les expulsar¨¢ de su territorio.
Aomar Mohameddi Duddu se?alaba en un comentario publicado el pasado d¨ªa 11 en este peri¨®dico, al referirse a este problema, que "hay que legalizar Melilla". Una de las respuestas que ha obtenido s¨®lo dos semanas m¨¢s tarde ha consistido en una carta del comit¨¦ ejecutivo del PSOE, partido al que est¨¢ afiliado, en la que se le comunica que est¨¢ suspendido de militancia y que existe un expediente disciplinario contra ¨¦l.
Algunos llegan a argumentar, para no regularizar la situaci¨®n, que la concesi¨®n de plenos derechos a los musulmanes melillenses supondr¨ªa que en las pr¨®ximas elecciones habr¨ªa diputados o concejales no cristianos. Con semejante razonamiento acumulan prejuicios religiosos a su comportamiento racista. Desde la publicaci¨®n del citado art¨ªculo en este peri¨®dico se han producido en Melilla varias agresiones f¨ªsicas a musulmanes sin que mediara incidente alguno. En uno de los casos se ha visto envuelto un miembro del Cuerpo Superior de Polic¨ªa, para el que se ha propuesto una sanci¨®n. Como consecuencia de ello, el pasado d¨ªa 23, en Melilla se inici¨® una campa?a de recogida de firmas de solidaridad con el polic¨ªa. Las injusticias de que son objeto los musulmanes quedan muchas veces sin una respuesta judicial adecuada: ya han ocurrido varios casos en los que los abogados melillenses han rechazado defender a musulmanes, bien porque no lo desean o bien porque tienen miedo a posibles represalias.
El mayor n¨²cleo de poblaci¨®n musulmana de Melilla habita en el llamado barrio de la Ca?ada de la Muerte, donde el Ayuntamiento -cuyo presupuesto anual ronda los 3.000 millones de pesetas y es dirigido actualmente por los socialistas- a¨²n no ha instalado agua corriente. Los cerca de 4.000 musulmanes del barrio efect¨²an sus necesidades higi¨¦nicas en cubos o bolsas de pl¨¢stico que arrojan a un peque?o arroyo de aguas negras que recorre la principal calle de la zona.
Las condiciones pol¨ªticas nacionales e internacionales, y el viento de la historia, hacen prever que Espa?a y Marruecos tendr¨¢n que buscar pronto una f¨®rmula adecuada para Melilla y Ceuta. La pol¨ªtica de las autoridades espa?olas augura que, como ocurri¨® en el S¨¢hara, una gran parte de la poblaci¨®n nacida y residente en ambas ciudades puede tener argumentos m¨¢s que suficientes para demostrar que en Ceuta y Melilla se han practicado y contin¨²an practic¨¢ndose f¨®rmulas propias de sistemas coloniales. Hoy, en Melilla no son respetados los derechos humanos, ni siquiera los m¨¢s m¨ªnimos principios de convivencia. Y son muchos los ciudadanos melillenses que se sienten justamente avergonzados porque en su propia tierra se permitan estas injusticias.
Por lo dem¨¢s, es obvio para los propios musulmanes que en condiciones de vida, posibilidades de trabajo y derechos y libertades pol¨ªticas Marruecos es el guatepeor de esta guatemala norteafricana. Pero sea cual sea la orientaci¨®n que pueda tomar una futura negociaci¨®n sobre las plazas espa?olas, el Gobierno que la emprenda tendr¨¢ menos bazas en la mano si mantiene un aut¨¦ntico apartheid racial y religioso que si se decide a facilitar la integraci¨®n y a proporcionar unas condiciones de vida dignas y los plenos derechos pol¨ªticos a los ciudadanos musulmanes. Independientemente de que sobre las razones pol¨ªticas hay que defender la dignidad de la democracia.
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