Aciertos y desaciertos en la programaci¨®n del 'cambio'
La televisi¨®n fue vista cada d¨ªa del pasado a?o por 23.331.000 espectadores mayores de 15 a?os (excluida Canarias), que suponen el 86,7% de la poblaci¨®n estudiada. La audiencia subi¨® - incluido el incremento de la poblaci¨®n- un 4,3% respecto a 1983 y un 7,8% respecto a 1982.La televisi¨®n gan¨® en dos a?os 2.379.000 espectadores, y TVE-2 tiene ya una audiencia diaria promedia de 8.328.000 espectadores. Parece, adem¨¢s, que en el primer trimestre de 1985 la televisi¨®n ha seguido creciendo, al tiempo que se registran p¨¦rdidas en las cadenas nacionales de radio.
Estas importantes ganancias de espectadores hay que apuntarlas en el haber de los actuales responsables de la televisi¨®n porque la programaci¨®n y sus contenidos m¨¢s homogeneizados influyen en la respuesta de los telespectadores, habida cuenta tambi¨¦n de que a partir de 1982 se reducen las diferencias entre audiencias m¨ªnimas y m¨¢ximas de cada d¨ªa. A ello ha contribuido la estabilizaci¨®n de ofertas, por oposici¨®n a ¨¦pocas. anteriores en que prevalec¨ªan estructuras muy eventuales, dados los frecuentes cambios directivos.
La programaci¨®n socialista se asienta b¨¢sicamente sobre la estructura que puso en marcha el equipo de Fernando Castedo en 1981, con algunas novedades importantes -y no tanto el anunciado cambio- aportadas por los actuales responsables.
Castedo, por ejemplo, cambi¨® la noche por la sobremesa: los Grandes relatos, los telefilmes seriados a cap¨ªtulo diario introducidos por Fernando Arias Salgado en la programaci¨®n nocturna, pasaron a la sobremesa. Ah¨ª siguen y ¨¦sta es una de las razones por las que la audiencia de sobremesa alcanza ahora el 50,3% de poblaci¨®n. A ello ha contribuido tambi¨¦n una de las medidas adoptadas por el anterior director de TVE, Antonio L¨®pez: desde el 4 de abril de 1983 la primera cadena no interrumpe las emisiones de tarde.
Otras medidas anunciadas por Antonio L¨®pez -que dimiti¨® en septiembre de 1983- y no puestas en marcha hubieran supuesto un vuelco considerable en la TVE que ahora tenemos: la televisi¨®n matinal y la regionalizaci¨®n. De hecho, uno de los puntos negros de la actual gesti¨®n es el precario servicio de los centros regionales.
De la ¨¦poca de Castedo son tambi¨¦n programas magazine tipo Esta noche, predecesor del actual Si yo fuera presidente, as¨ª como el impulso a las producciones asociadas con la industria nacional, del cine y el tir¨®n en credibilidad de los telediarios que dirigi¨® I?aki Gabilondo. La pr¨®xima semana el periodista Jos¨¦ Antonio Gurriar¨¢n comenzar¨¢ a dirigir TD-4 (el telediario de la segunda cadena), y, m¨¢s adelante, es probable que Felipe Mellizo deje la direcci¨®n de los telediarios del fin de semana.
?xitos y errores
Entre las aportaciones del actual equipo cabe destacar como factores positivos: la ruptura con ciertos tab¨²es de falso pudor, especialmente en los programas de ficci¨®n; el acceso de confesiones religiosas, aunque sigue pendiente de implantaci¨®n el acceso libre a la programaci¨®n de grupos sociales y pol¨ªticos; la ampliaci¨®n de horarios en la segunda cadena -tres horas m¨¢s de emisi¨®n los s¨¢bados en la segunda cadena-; la flexibilidad de horarios de emisi¨®n del segundo telediario y, por tanto, del cierre en dos ciclos anuales (abril y octubre); el incremento anual de horas de emisi¨®n (4.400 horas por TVE-1 en 1984, frente a 4.000 horas en 1982; 2.780 horas por TVE-2 en 1984, frente a 2.349 horas en 1982), si bien el ¨ªndice de reposiciones se ha incrementado respecto a la ¨¦poca anterior; la introducci¨®n de los llamados programas de servicios en la segunda cadena (gimnasia, ingl¨¦s, agenda, artes pl¨¢sticas y manualidades e incluso el Tabl¨®n de anuncios), aunque se trata de una oferta todav¨ªa incompleta; el intento de abrirse a programas de humor de desigual ¨¦xito, una de las carencias m¨¢s notables de la programaci¨®n (Ni en vivo ni en directo, Y sin embargo te quiero, Ah¨ª te quiero ver y Como Pedro por su casa); la inclusi¨®n de un programa de ficci¨®n todas las noches en la primera cadena (excepto los jueves, d¨ªa que tambi¨¦n tendr¨¢ un relato de este g¨¦nero a partir del pr¨®ximo mes de octubre); la apertura de un nuevo horario con las pel¨ªculas especiales en la noche del viernes; el prop¨®sito de abrir las ma?anas de los fines de semana a una mejor cobertura de las retransmisiones deportivas; y la disminuci¨®n de la cuota de producciones norteamericanas.Las pel¨ªculas de cine de producci¨®n norteamericana representaron en 1982 el 61,60% (255 obras) de todo el cine emitido, frente al 42,09%. (173 pel¨ªculas) en 19841 y el cine espa?ol pas¨® del 14,25% en 1982 (59 pel¨ªculas) al 22,87%, en 1984 (94 largometrajes). Los telefilmes norteamericanos, por el contrario, vuelven a recuperar la hegemon¨ªa en 1984 (el 51,79%, con un total de 361 programas).
Uno de los errores hist¨®ricos de la RAI fue rechazar la continuidad de Dallas, serial repudiado al un¨ªsono por m¨¢s de una televisi¨®n p¨²blica europea, que lo consideraron producto colonizador y yanki por antonomasia. Error que despu¨¦s cometer¨ªa la BBC, con beneficio para su rival ITV. Entre ambos errores se sit¨²a el de los responsables de la programaci¨®n de TVE, que dejaron abierto otro fil¨®n de audiencia a sus competidores en el mercado, las televisiones auton¨®micas catalana y vasca.
Entre los desaciertos de la programaci¨®n cabe se?alar la larga espera de dos, a?os en abordar la reestructuraci¨®n de los servicios informativos; el fracaso de algunos costosos programas, como el concurso A la caza del tesoro; los titubeos, indecisiones y el poco riesgo, ante el acoso de sectores conservadores, en mantener programas que atend¨ªan a audiencias espec¨ªficas, como La edad de oro.
Tambi¨¦n figuran la inflaci¨®n de los llamados programas saliva, baratos, producidos en estudio merced a la generosa aportaci¨®n de invitados a hablar o conversar ante las c¨¢maras; la infructuosa b¨²squeda de un buen programa de variedades; el recurso a los videoclips como suc¨¦daneo de programas musicales; la permanencia de algunos esperpentos infantiloides como el Hola, chicos; la inexistencia de programas de creaci¨®n, experimentaci¨®n e innovaci¨®n de g¨¦neros, fenecido El ojo del v¨ªdeo, junto a la inercia y rutina de algunos espacios cl¨¢sicos que viven de rentas, como La clave.
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