?Desertizaci¨®n provocada?
Las personas que firmamos este escrito vivimos en el norte de la provincia de Almer¨ªa. Vecinos de tres peque?os n¨²cleos, Mar¨ªa, Topares y Ca?adas de Ca?eplas, que luchamos para sacar nuestras familias adelante, en, estas planicies alzadas a 1.180 metros, quiz¨¢ las m¨¢s altas de la Pen¨ªnsula. Ciertamente las m¨¢s ¨¢ridas y abocadas hacia la desertizaci¨®n. Aunque por estos m¨¢rgenes arrinconados no recibamos su peri¨®dico, tenemos referencias muy positivas, no s¨®lo de su gran difusi¨®n, sino sobre todo de su imparcialidad. Desde aqu¨ª, acudimos para que difunda nuestro grito.Desde hace unos a?os soportarnos la sequ¨ªa m¨¢s atroz y pertinaz que se haya conocido por esta zona. El catedr¨¢tico murciano de Geograf¨ªa F¨ªsica, en el discurso de ingreso en la Academia Alfonso X el Sabio, afirmaba que estas tierras surorientales de Espa?a son las m¨¢s ¨¢ridas de Europa. Seg¨²n este profesor, todo este territorio tiende a convertirse en un desierto. Ser¨¢ un segundo S¨¢hara s¨ª no se lucha activamente contra la aridez, la sequ¨ªa y la desertizaci¨®n.
Sin embargo, la lucha que se vislumbra es tan diametralmente contraria que presenta perfiles de pesadilla apocal¨ªptica. Desde hace varios a?os corr¨ªa el rumor negro de que la ausencia de lluvia era provocada. La sensatez honrada de nuestras gentes- se resist¨ªa a admitir ni remotamente tal posibilidad. Nosotros lo que s¨ª ¨ªbamos conociendo era este dato tan inexplicable: los d¨ªas de presi¨®n atmosf¨¦rica baja, en que incluso la tele nos se?alaba "borrasca" evidente, con todos los signos tradicionales pronosticando lluvia, se oyen ruidos a¨¦reos circunvalando la zona, Tras ese ruido, muy parecido al de las avionetas, la lluvia no ca¨ªa y las nubes se dispersaban tristes...
?A quien puede beneficiar el triste hecho de no llover? La sugerencia, cada vez m¨¢s un¨¢nime, enuncia esta premisa: en la costa almeriense y murciana se extiende una de las plantaciones de tomates mejores de Europa. El capital multinacional ha conseguido maravillas espectaculares en esta labranza. Las toneladas que se exportan y las divisas que se ingresan mucho m¨¢s a¨²n. A esas plantaciones resultan nocivas las lluvias. Los tomates se rajan, pierden calidad, quedan inexportables. Como poseen una red de pozos perfectamente trazada, el regad¨ªo queda asegurado. Una fuerte compa?¨ªa de seguros tambi¨¦n puede avalar la calidad de esos tomates contra todo riesgo de lluvia. La procedencia de esas lluvias nocivas al gran capital se origina aqu¨ª, precisamente en este flanco donde se inicia la vertiente del Segura... De pel¨ªcula, ?verdad?Frente a esta presima, se alza la opini¨®n generalizada de los cient¨ªficos, que descartan la probabilidad de una maniobra capaz de variar el r¨¦gimen de lluvias. Por lo visto, se han realizado experimentos para destruir los c¨²mulosnimbos portadores de granizo. Parece que aviones Pip-Azteca, de 500 CV, han conseguido resultados efectivos, pero poco rentables, al inyectar en las nubes n¨²cleos de yoduro de plata. Se ha estudiado provocar la lluvia. Frenarla y borrarla nos aseguran que, hoy d¨ªa, es irrealizable. Las noticias sobre los logros de los cient¨ªficos rusos para impedir la lluvia en los d¨ªas de su olimpiada, por lo visto, no se confirman...
Lo que se afirma es el fen¨®meno de los ruidos a¨¦reos en los d¨ªas de lluvia probabil¨ªsima con el resultado archicierto de no caer ni una gota. Y lo m¨¢s curioso es que ya no s¨®lo se oyen, sino que se han visto. Varios testigos han prestado declaraci¨®n ante la Guardia Civil de Mar¨ªa y de V¨¦lez Rubio. En la gran reuni¨®n que se celebr¨® en Pulp¨ª (Almer¨ªa), de unos 40 alcaldes presididos por el gobernador de Almer¨ªa, se exhort¨® a que cribr¨¢ramos los rumores y decant¨¢ramos los datos con toda objetividad. As¨ª se est¨¢ ejecutando.
Acudimos al presidente de la Junta de Andaluc¨ªa. De nuevo al gobernador civil. Y, sobre todo, pedimos a personas- responsables, como usted, se?or director, que informen a la opini¨®n p¨²blica sobre el angustioso aprieto que nos agobia y nos arruina.-
y 202 firmas m¨¢s.
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