La subida de precios acelera la crisis de la industria discogr¨¢fica espa?ola
Corren malos tiempos para el disco cl¨¢sico, o para el fonograma, que no todo son discos. El alza de los costes de fabricaci¨®n y la consiguiente, a veces desaforada, subida de precios han influido en esa crisis. Las cerca de 1.500 pesetas (o 1.700 cuando es importado) que hoy cuesta al aficionado un elep¨¦ desbordan ya con creces el precio medio de un buen libro, cuyo importe no hace mucho doblaba al del disco. Eso explica el fracaso de muestras como Iberdisco, a la cual este a?o han acudido sectores como el de equipos de sonido o iluminaci¨®n, y no aquel que le dio nombre y raz¨®n de ser.
Las multinacionales dominan el mercado, y cada d¨ªa se les hace m¨¢s dif¨ªcil la supervivencia a las empresas espa?olas. Ahora mismo, EMI ha absorbido a Hispavox, el sello de mayor relieve e historia entre los nacionales, con grabaciones de tanta entidad e importancia para nuestra m¨²sica como las incluidas en la colecci¨®n M¨²sica Antigua Espa?ola, en la cual figura, por ejemplo, esa realizaci¨®n monumental de Antonio Baciero que son las Obras completas de Antonio de Cabez¨®n.?Qu¨¦ ocurrir¨¢ ahora con el fondo de Hispavox? Es posible que algunos de sus t¨ªtulos alcancen difusi¨®n internacional, pero tambi¨¦n es muy probable que bajo su sello no vuelvan a grabarse obras espa?olas con int¨¦rpretes de nuestro pa¨ªs o que haya grandes dificultades para ir adelante con colecciones como la citada. Y aqu¨ª entramos en uno de los temas m¨¢s dif¨ªciles y preocupantes para el porvenir de la discograf¨ªa nacional. Nuestra m¨²sica culta, hist¨®rica o del presente se halla en un lamentable estado de abandono discogr¨¢fico. Las orquestas estatales apenas graban, y seguimos reeditando discos de hace 20 o 30 a?os, de la ¨¦poca de Ata¨²lfo Argenta, un gran director, por supuesto, pero que no dispuso de los medios t¨¦cnicos de hoy.
Carencias
Carecemos de modernas grabaciones de zarzuela y de ¨®pera a las que se hayan incorporado las buenas voces espa?olas de este momento y las modernas t¨¦cnicas de registro electr¨®nico.En la m¨²sica sinf¨®nica y en la de c¨¢mara ocurre otro tanto. Nunca se acometi¨® una grabaci¨®n sistem¨¢tica de la obra de Falla o de Turina por int¨¦rpretes espa?oles, ni siquiera de lo m¨¢s selecto de ilustres maestros desaparecidos, hoy incorporados a la historia de nuestra m¨²sica sin discusi¨®n: ?scar Espl¨¢, Jes¨²s Guridi, Conrado del Campo, Andr¨¦s Isasi, Jos¨¦ Antonio Donostia, Manuel Palau, Juli¨¢n Bautista, Salvador Bacarise, Fernando Remacha, Andr¨¦s Gaos, Antonio Jos¨¦, Jaime Pahissa, Julio G¨®mez, Baltasar Samper, Gerardo Gombau, L¨®pez Ch¨¢varri, Antonio Torrandell, Enrique Morera, Benjam¨ªn Orb¨®n, Facundo de la Vi?a, P¨¦rez Casas y tantos otros nombres de autores desaparecidos o vivos cuyo valor est¨¢ fuera de toda duda.
?Y qu¨¦ decir de los grandes nombres de la polifon¨ªa del Siglo de Oro? Basta afirmar que en este momento no es posible adquirir un solo disco dedicado a la figura excelsa de Crist¨®bal de Morales.
Grabar es muy costoso desde todos los puntos de vista. Por ello cada vez se dan con mayor frecuencia los registros en vivo, durante el concierto, o las ¨®peras grabadas en estudio en los mismos d¨ªas o poco despu¨¦s de ponerse en pie sobre un escenario.
Deben crearse los mecanismos necesarios para que no queden sin grabar producciones muy costosas, como han sido ciertas zarzuelas, ¨®peras y ballets presentados en los teatros nacionales y en festivales, de cuya buena m¨²sica disfrutaron s¨®lo 10.000 o 12.000 personas. ?Que cu¨¢les mecanismos son esos? Fondos econ¨®micos para los int¨¦rpretes; coordinaci¨®n y buena voluntad interdepartamental; en su caso, posible construcci¨®n de unos grandes estudios estatales para grabaciones dotados con los mejores medios t¨¦cnicos; posibilidad de equipos m¨®viles para registrar con garant¨ªas de calidad en teatros y salas de conciertos, etc¨¦tera. Y sobre todo un plan de prioridades para ir grabando obras fundamentales en la historia de la m¨²sica espa?ola, desde Celos aun del aire matan, de Hidalgo, hasta La Dolores, de Bret¨®n; desde Una cosa rara, de Mart¨ªn y Soler, hasta Jard¨ªn de Oriente, de Turina; desde el R¨¦quiem, de Nebra, hasta el Miserere, de Oc¨®n; desde los Cuartetos, de Almeyda, hasta los Caprichos rom¨¢nticos, de Conrado del Campo; desde el Dante, de Granados, hasta la Sinfon¨ªa pirenaica, de Guridi...
De momento habr¨¢ que atender a muchos frentes: al sinf¨®nico, al de c¨¢mara, al villancico, a la tonadilla esc¨¦nica, a la zarzuela, a la revista, al cine... Pero es indispensable si queremos saber qui¨¦nes somos musicalmente.
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