Las orquestas de Lyon y Zagreb, en los conciertos universitarios

Tres conciertos han servido para clausurar el curso de la universidad Aut¨®noma: los anunciados de la Orquesta de C¨¢mara de Zagreb y el mucho menos anunciado de la Nacional de Lyon. Contaron los solistas yugoslavos con una asistencia masiva, en tanto la agrupaci¨®n sinf¨®nica francesa, que dirige Serge Baud¨®, no consigui¨® llenar el Teatro Real.Contando con la colaboraci¨®n de algunos destacados instrumentistas espa?oles, los flautistas Antonio Arias y Vicente Mart¨ªn, el oboe Miguel Quir¨®s, el viola Emilio Mateu, el cello ?ngel Qui?ones, Los Solistas de Zagreb interpretaron su habitual repertorio: Vivaldi, Corelli, Haendel y Bach. No hay que insistir en la calidad individual del grupo, cuya historia se inici¨® en 1953; s¨ª que, en estos momentos, presenta brillantez, virtuosismo y buen estilo. Y ya es sabido que este tipo de orquestas de bolsillo suele sufrir altas y bajas muy acusadas en su nivel art¨ªstico, pues resulta dif¨ªcil, por no decir imposible, sujetar demasiados a?os a profesionales que, adem¨¢s, desarrollan una vida art¨ªstica individual y, dada su clase, llena de posibilidades.

El trabajo de nuestros solistas se aline¨® con el de sus colegas de Zagreb de modo que casi escuchamos un conjunto barroco yugoslavo-espa?ol que, por coherente y fusionado, parec¨ªa trabajar de forma habitual. El mayor entusiasmo envolvi¨® las distintas versiones, y fueron imprescindibles los bises y propinas.

Una gran orquesta regional

A partir de la reforma Malraux el mapa de Francia se pobl¨® de nuevas orquestas, otras fueron reorganizadas y todas recibieron la ayuda creciente del Estado. La Nacional de Lyon, cuya actividad se extiende a toda la regi¨®n de Rh¨®ne, los Alpes, fue puesta en manos de Serge Baud¨®, uno de los colaboradores de Landowski, el director para la m¨²sica designado por Malraux Desde 1969, la orquesta lyonesa ha realizado una importante labor, tanto en el campo del repertorio como en el de la m¨²sica ,m¨¢s infrecuente. Baud¨®, por otra parte, ha emprendido una cruzada pro Berlioz, tan justa como coronada por el ¨¦xito.En su viaje a Espa?a me habr¨ªa parecido m¨¢s l¨®gico e interesante una programaci¨®n francesa, en torno, si se quiere, al autor de la Fant¨¢stica, que la Tercera sinfon¨ªa, de Brahms, salvo que se tratara de un homenaje impl¨ªcito a la Sag¨¢n. Vino con la orquesta el joven violinista Olivier Charlier ara tocar el segundo concierto de Prokofiev, cuyo estreno mundial tuvo lugar en Madrid, el a?o 1935, con Robert S?eteris y la Sinf¨®nica, dirigida por Arb¨®s. Se trata de un, concertista brillante y sensible, cuyo refinado estilo, se adapta bien al neorromanticismo acusado de la obra.

Lo mejor de la tarde

Para comenzar, la Sinfon¨ªa, de Bizet, no fue, desde luego, lo mejor de la tarde, que Baud¨® y sus m¨²sicos reservaron para Brahms dentro de las posibilidades de una excelente orquesta regional. Considerada dentro del ¨¢mbito internacional, se defiende bien la calidad de las cuerdas, resultan desiguales las maderas y mediocres los metales.Serge Baud¨®, un m¨²sico excelente y entusiasta, sabe mantener el impulso de cada versi¨®n y establecer una comunicaci¨®n eficaz con el auditorio. Como los aplausos fueron, al final del concierto, muy prolongados, tuvimos diversas propinas: La Arlesiana, Carmen y una danza de Brahms.