Algeciras no es una 'mala racha'

UNO DE los menos envidiables r¨¦cords contempor¨¢neos entre las democracias industriales parece, de alg¨²n tiempo a esta parte, en manos espa?olas. El de la inseguridad en el transporte por tierra, mar y aire. Bien se trate de la escalada de la muerte en carretera, de la frecuencia con que l¨ªneas a¨¦reas, propias o extra?as, sufren accidentes o incidentes, del peligro, muchas veces desconocido, que viaja en los transportes cargados con sustancias inflamables o explosivas -como el que se convirti¨® en tr¨¢gica realidad en Els Alfacs, con m¨¢s de 200 muertos como balance-, de los accidentes que se producen en nuestras l¨ªneas f¨¦rreas con traqueteante insistencia o del m¨¢s reciente desastre de la bah¨ªa de Algeciras, en el que dos petroleros volaron con grave derramamiento de sangre y ominosa amenaza para poblaci¨®n e instalaciones circundantes, hay que rechazar la justificaci¨®n de que lo ocurrido sea s¨®lo producto del azar, de la mala suerte, de una racha siniestra que se ensa?ara con Espa?a.Es levidente que el ministro de Transportes, que los responsables de Protecci¨®n Civil, que los encargados de administrar y supervisar las medidas de seguridad generales en Algeciras, o en cualquier otra zona de nuestra geograf¨ªa, no pilotaban los aviones accidentados, no bombeaban petr¨®leo entre dos buques, ni conduc¨ªan nuestros trenes o autobuses. Pero no lo es menos que hay una responsabilidad colectiva por ese triste r¨¦cord que no sabr¨ªamos buscar en otros derroteros.

El mal de infraestructura a todo nivel que aqueja a Espa?a no es s¨®lo un hecho de hoy, e incluso es posible que no haya empeorado en los ¨²ltimos a?os. Pero ello no debe ocultar que, aunque la herencia haya sido mala y los herederos bien intencionados, las obras han quedado muy por debajo de las intenciones. La Espa?a de los cincuenta y los sesenta era un pa¨ªs menos accidentable que el actual por la sencilla.raz¨®n de que una Espa?a de peatones dif¨ªcilmente puede morir atropellada; un tr¨¢fico a¨¦reo incipiente es menos peligroso que el cielo de un pa¨ªs tur¨ªstico por excelencia. El desarrollo comporta peligros desconocidos en las sociedades preindustriales. Pero no es posible consolarse con esa reflexi¨®n. Es preciso actuar, promover mejoras de infraestructura -en lo que el Gobierno socialista ha sido parco y torpe-, exigir responsabilidades, castigar desidias.

En cuanto a la cat¨¢strofe de Algeciras, que motiva este comentario, el Gobierno ha prometido una investigaci¨®n en profundidad. En realidad, lo que parece que hay son investigaciones m¨²ltiples en curso. La decisi¨®n del Consejo de Ministros de crearuna comisi¨®n interministeri¨¢l de coordinaci¨®n del transporte de mercanc¨ªas peligrosas no debe por ello olvidar el an¨¢lisis concreto de los motivos de ¨¦ste accidente y la toma en consideraci¨®n de responsabilidades de todo g¨¦nero.

La investigaci¨®n que lleva a cabo el juez de instrucci¨®n de San Roque (C¨¢diz) se encuentra en proceso de recopilaci¨®n de testimonios y en las identificaciones de cad¨¢veres. Otra investigaci¨®n paralela la realiza la Marina, al entender que los hechos ocurridos en el pantal¨¢n de la refiner¨ªa caen bajo su jurisdicci¨®n. A su vez, se preve que las compa?¨ªas de seguros realicen sus propias indagaciones de cara a las responsabilidades pecuniarias que de los hechos pueden derivarse.

De momento, la Compa?¨ªa, Espa?ola de Petr¨®leos (CEPSA) ha descargado responsabilidades sobre el hecho de que el accidente se origin¨® en el barco Petrogen One, de bandera paname?a. Pero este barco atrac¨® en el pantal¨¢n de la refiner¨ªa el pasado d¨ªa 24, con el visto bueno de la Comandancia de Marina de Algeciras y de las autoridades portuarias. Si la hip¨®tesis de la causa del siniestro se hace definitiva sobre las condiciones del Petrogen One, es preciso investigar tambi¨¦n si existen o no responsabilidades o negligencias de las autoridades que permitieron su entrada en la bah¨ªa de Algeciras (C¨¢diz).

Frente a estos hechos, y como testigos mudos, una poblaci¨®n compuesta por m¨¢s de 3.000 habitantes de los n¨²cleos de poblac i¨®n de Puente Mayorga, Guadarranque y de la barriada de La Colonia asistieron el pasado domingo a una sucesi¨®n de explosiones que pudo alcanzar la refiner¨ªa de CEPSA, a la que se encuentran adosadas f¨ªsicamente. Independientemente de las p¨¦simas condiciones de salubridad de estas poblaciones y de la inestimable importancia econ¨®mica del primer n¨²cleo industrial de la provincia de C¨¢diz, se encuentra este cintur¨®n de miseria que el d¨ªa de los hechos pudo dejar sencillamente de existir.

Datos todos ellos que nos devuelven al principio de este comentario: es preocupante, e impropia de nuestros niveles de desarrollo, la inseguridad en la que se desenvuelve el transporte en Espa?a. Y es preciso poner cuanto antes manos a la obra para remediarlo.