La empresa
Phihp Knight, 46 a?os, fundador de la empresa Nike Inc., comenz¨® a dise?ar calzado deportivo en 1972. Once a?os despu¨¦s era el n¨²mero uno en el mercado norteamericano, vend¨ªa 22 millones de pares y sus ingresos hab¨ªan subido desde tres a novecientos millones de d¨®lares (15 3.000 millones de pesetas) anuales. En 1984, sin embargo, las ganancias descendieron en un 29% y en lo que va de a?o ha empezado a registrar las primeras p¨¦rdidas.Historias as¨ª son frecuentes en Estados Unidos, y a decir verdad, la parte m¨¢s atractiva de las noticias diarias se encuentra a menudo en el mundo de los negocios. Muy lejos de lo que sucede en pa¨ªses con una memoria adscrita al yelmo, el h¨¦roe nacional estadounidense es el empresario. Sus correr¨ªas se encuentran tan integradas en los ideales de la vida civil, que podr¨ªa considerarse por antonomasia el modo apropiado.de esi¨¢r en el mundo. Desde las universidades, nodrizas de ideas empresariales a la! que prestan profesores y locales para repartir posibles beneficios futuros, al llamado venture capital que los bancos destinan para apoyar iniciativas con riesgo, el ambiente est¨¢ cargado de la innovaci¨®n y el juego de la em.presa. Unas 635.000 compa?¨ªas se crearon en Estados Unidos durante el a?o pasado. De ellas mueren m¨¢s de la mitad, pero otras tantas las reemplazan. De muchas cosas me quejo en Estados Unidos, ya sean referidas al presidente o a esa jalea de cranberry con que embadurnan el pavo, pero esta tensi¨®n, tambi¨¦n cultura?, define el vigor de una naci¨®n que crear¨¢ otros dos millones de puestos de trabajo en 1985 y que, en una carrera de novedad permanente, investiga desde la rentable vacuna contra la hepatitis hasta el caf¨¦ irland¨¦s en polvo. Mercado, competencia, fortunas fulgurantes. Nadie ve en esto otra cosa que al propio esp¨ªritu nacional. Nike est¨¢ en apuros y una p¨¢gina completa del m¨¢s influyente diario puede dedicarse a examinar ese problema. M¨¢s a¨²n: un competidor, un detallista, un corredor de las 10 millas, un analista y hasta un profesor de Har'vard son solicitados para sugerir remedios. El empresario con ¨¦xito raramente es objeto de sospecha. Por el contrario, su triunfo es el emblema de un patriota.
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