La frustrada persecuci¨®n de los delitos bancarios por el banco de Espa?a
Una docena de causas con 42 procesamientos no ha conseguido ni una sola condena en siete a?os de querellas contra banqueros
La crisis de los sectores industriales e inmobiliarios que azot¨® a la econom¨ªa espa?ola a finales de la d¨¦cada de los setenta alcanz¨® tambi¨¦n seriamente al sector bancario.Alrededor de medio centenar de entidades result¨® afectado. Peto mientras en la mayor¨ªa de los casos los percances obedec¨ªan a estrictos reveses en los negocios o a inversiones arriesgadas, en otros a las causas objetivas se sumaron las actuaciones delictivas. Sin embargo, a pesar de su elevado coste social y p¨²blico, resulta parad¨®jico el contraste entre la magnitud de los da?os causados y la incapacidad del Estado para defenderse de las consecuencias de este tipo de irregularidades.
ANDREU MISS? Desde el inicio de la crisis bancaria en 1978, el Banco de Espa?a, ya sea directamente o a trav¨¦s del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, ha remitido al Fiscal general del Estado 12 querellas que afectan a nueve bancos (Navarra, Pirineos, Meridional, Valladolid, Descuento, Cant¨¢brico -sobrese¨ªda-, Occidental, Levante y Banca Catalana). En los casos de los bancos Meridional, Pirineos y Banca Catalana se interpusieron dos querellas a cada entidad o grupo bancario. A este total hay que a?adir la causa abierta por el caso de Rumasa.
Aunque la crisis bancaria ha alcanzado a unas 50 entidades, s¨®lo las citadas se han visto envueltas de una u otra forma en responsabilidades criminales. A pesar de todas las bater¨ªas empleadas por la fiscal¨ªa, la maquinaria de la Justicia no ha conseguido todav¨ªa ni una sola condena en estos largos siete a?os de ' procesos. Todo lo m¨¢s, 42 procesamientos que afectan a ocho bancos o grupos bancarios y la incertidumbre que pesa sobre otros 31 querellados (23 de Banca Catalana, entre los que se encuentra el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y 8 del Banco de Levante, incluido su ex presidente Jos¨¦ Miguel Garrigues Walker).
La extrema complejidad que se supone a la operativa bancaria dibuja una cierta imagen de impunidad en el sector. Da la sensaci¨®n de que bajo la cobertura de indescifrables operaciones mercantiles nunca se puede acabar de discernir la legalidad o no de ciertos negocios bancarios y, por tanto, mucho menos imputar a sus autores posibles irregularidades.
Sin embargo, la realidad que aparece en los relatos sumariales es bien distinta. En lugar de las ingeniosas o inextricables jugadas esperadas del While collar criminality (delincuente de cuello blanco), aparecen, las m¨¢s de las veces, simples delitos de burdas falsificaciones o vulgares desfalcos. Por tanto, la causa de la inoperancia penal en este campo quiz¨¢ habr¨ªa que buscarla m¨¢s bien en el anacronismo de las leyes y en la inercia de h¨¢bitos marcados por Poderosas influencias.
Juan Palomeras Bigas, el ex presidente del Banco de Navarra, fue el pionero de la ¨²ltima ola de heterodoxia en el sector bancario. Se puede decir que es el ¨²nico que ha pagado con c¨¢rcel, casi dos a?os, sus veleidades financieras. Aunque tambi¨¦n fue el primero en conseguir la absoluci¨®n en una de sus causas. En cambio, para el resto de procesados, la prisi¨®n- sigue siendo desconocida y en todo caso sus estancias se cuentan por d¨ªas.
El 14 de septiembre de 1983, Palomeras se sent¨® en el banquillo de la Audiencia de Barcelona para responder de una estafa frustrada relacionada con su banco y por la que le pidieron tres a?os de prisi¨®n. Se le acusaba de unas pr¨¢cticcas que luego han sido repetidas y perfeccionadas por otros banqueros procesados. Se trataba de simular compras de inmuebles por cuant¨ªas muy superiores a los precios reales. Era la forma m¨¢s sencilla de sangrar el banco.
En aquella ocasi¨®n, la acusaci¨®n sostuvo que el entonces presidente del Banco de Navarra compr¨®, en 1976, una finca Vel¨¦z-M¨¢laga que signific¨® un desembolso para la entidad de 483 millones de pesetas, pero que peritajes posteriores redujeron a 40 millones. La diferencia deb¨ªa repartirse entre las contratantes, pero la operaci¨®n no lleg¨® a consumarse por la intervenci¨®n judicial del Banco.
Tres a?os despu¨¦s, el Banco de Descuento perfeccion¨® esta mec¨¢nica en una operaci¨®n esencialmente id¨¦ntica pero introduciendo sociedades intermediarias. El sumario abierto por el Juzgado de instrucci¨®n n¨²mero 8 de Madrid por el que se proces¨® a los administradores del banco Diego Prado y Col¨®n de Carvajal (presidente) Angel Peradejordi Romero (vicepresidente), a los consejeros Enrique Garc¨ªa-Ramal y L¨®pcz de Haro, Jorge P¨¦rez D¨®riga y Tovar, y al directivo Vicente: de Miguel Lasanta, presenta varias pruebas de ello. Seg¨²n el relato judicial, directivos del Descuento compraron la totalidad de las acciones de la sociedad Isapahan Tapis d'Orient por 200 millones de pesetas, lo que equival¨ªa a la compra de un inmueble en la calle Serrano, que era el ¨²nico bien de la compa?¨ªa. Las acciones fueron compradas en la misma fecha por Guadiario, otra sociedad vinculada al banco, y un a?o despu¨¦s el propio banco compr¨® directamente el inmueble por 530 millones de pesetas.
Abundantes cr¨¦ditos
La autoconcesi¨®n de cr¨¦ditos y avales por los propios consejeros o a sus empresas, superando los l¨ªmites de riesgo e infringiendo las normas legales, ha sido otra de las pr¨¢cticas extendidas. Los 20 directivos procesados del Banco de los Pirineos, cuyo presidente, Higinio Torras Majem, se encuentra huido, saben de estos asuntos. El banco, actualmente ya liquidado, concedi¨® el 75% de los cr¨¦ditos, sin garant¨ªas reales, a empresas del grupo Fomine y del Grupo Industrial Pirineo, en las que ostentaba una participaci¨®n mayoritaria.
El estilo de funcionamiento queda patente con la facilidad que algunos consejeros consegu¨ªan pr¨¦stamos con simples reconocimentos de deuda "para resolver cuestiones personales".
El descontrol en la autoconcesi¨®n de cr¨¦ditos fue otro de los deportes preferidos de estos banqueros. As¨ª, por este y otros desprop¨®sitos el Banco de Valladolid fue a parar en 1978, a la Corporaci¨®n Bancaria, hospital de bancos creado a principios e aquel a?o. Tres a?os despu¨¦s y tras una querella del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos fue procesado el que fuera su presidente, Domingo L¨®pez Monso, junto a otros dos directivos. Al parecer, el grupo de empresas de Domingo L¨®pez disfrutaba cr¨¦ditos por un valor de 6.000 millones de pesetas, lo que supon¨ªa el 30% de los dep¨®sitos.
Pero en la carrera de la concen-
La frustrada persecuci¨®n de los delitos bancarios por el Banco de Espa?a
traci¨®n del riesgo fue el Banco Occidental el que m¨¢s destac¨®, hasta el punto de que el 80% de los cr¨¦ditos se canalizaban hacia el centenar de empresas participadas o controladas por el propio banco. En 1984, su presidente, Gregorio de Diego Jim¨¦nez fue procesado a consecuencia de una querella del Fondo de Garant¨ªa.Crecer a cualquier precio
Sin embargo, la caracter¨ªstica m¨¢s significativa de la nueva heterodoxia bancaria fue la de crecer a cualquier precio. Para lograr la m¨¢xima expansi¨®n se recurri¨® a todo. Primero a lo m¨¢s elemental. Dar duros a cuatro pesetas. Es decir, a pagar el dinero a un precio muy por encima del de mercado. Occidental, Valladolid, Pirineos, como otros tantos, ofrec¨ªan y pagaban a finales de la d¨¦cada de los setenta intereses anuales superiores al 18%. Algunos banqueros descubrieron que a¨²n era mejor abrir cuentas en su propio banco y cobrar elevados extratipos.
Pero todo ello era todav¨ªa insuficiente. Hac¨ªa, falta dotarse r¨¢pidamente de una mayor infraestructura .La compra de cajas cooperativas obreras, que adem¨¢s de aportar un gran volumen de recursos contaban ya con una propia red de oficinas, cay¨® como agua de mayo.
Gregorio de Diego, presidente del Occidental, adquiri¨® por 2.500 millones la Central de Ahorro Popular, entidad que se nutr¨ªa de cuotas de los trabajadores. Por su parte, el Banco de Navarra absorbi¨® en poco tiempo la Caja Continental (siete oficinas y 400 millones de recursos) la Caja de Cr¨¦dito y Ahorro de Barcelona (11 oficinas y 240 millones) y la Caja de Cr¨¦dito para la Vivienda (17 oficinas y 1.300 millones). Las consecuencias de esta ¨²ltima adquisici¨®n a¨²n colean en un Juzgado de Instrucci¨®n a ra¨ªz de una querella de los afectados, principalmente payeses, que sostienen que en la absorci¨®n desaparecieron de 500 millones de pesetas.
Con todo, el sistema m¨¢s audaz de recabar fondos consisti¨® en la emisi¨®n de bonos por parte de los bancos industriales que eran facilmente colocados en las cajas de ahorros, aprovechando relaciones personales. El Industrial del Mediterr¨¢neo y el Occidental conocieron bien estos sistemas.
Cuatro procesamientos en 1981 por las irregularidades del Banco Meridional y los ocho recientes en el caso Rumasa completan un primer balance de 42 procesados por todas las actuaciones penales en la crisis bancaria.
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