Shultz y Weinberger discrepan sobre la necesidad de respetar los acuerdos de limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas SALT II
El Consejo Nacional de Seguridad, encabezado por el presidente Ronald Reagan, se reuni¨® ayer en el s¨®tano de la Casa Blanca para decidir si Estados Unidos contin¨²a respetando o no el tratado SALT II sobre limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas. Una vez m¨¢s, la Administraci¨®n se encuentra dividida sobre esta cuesti¨®n clave, ya que los secretarios de Defensa, Caspar Weinberger, y de Estado, George Schultz, argumentan en contra y a favor, respectivamente, de seguir respetando el ¨²nico acuerdo que posibilita una m¨ªnima restricci¨®n en la carrera de misiles nucleares de largo alcance.
Es posible que Reagan, enfrentado al Congreso por el tema de la defensa y con el di¨¢logo con la URSS en Ginebra bloqueado por la guerra de las galaxias adopte finalmente una soluci¨®n salom¨®nica que no acabe completamente con el SALT II.Caspar Weinberger sostiene que es in¨²til seguir respetando el tratado firmado por Jimmy Carter y Le¨®nidas Breznev, en 1979 porque los sovi¨¦ticos contin¨²an su rearme y, en la pr¨¢ctica, s¨®lo EE UU cumple con sus cl¨¢usulas. Esta postura fue firmemente contestada en el Consejo Nacional de Seguridad por Shultz, que defendi¨® que Washington no debe tomar a¨²n una decisi¨®n y que cualquier anuncio apresurado provocar¨ªa problemas con los aliados europeos, en un momento en que es necesario su apoyo para el pol¨¦mico sistema de defensa espacial conocido como guerra de las galaxias.
Shultz quiere consultar con los aliados este tema ma?ana y el jueves en la reuni¨®n de la OTAN en Lisboa. El SALT II expira a finales de este a?o y previamente la Administraci¨®n debe anunciar si, incluso despu¨¦s de esa fecha, continuar¨¢ respetando las limitaciones del acuerdo, que aunque nunca ha sido ratificado por el Senado ha sido t¨¢citamente respetado por sovi¨¦ticos y norteamericanos.
Reagan comunicar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 10 al Congreso la decisi¨®n final que ha sido forzada, porque el mes de agosto Estados Unidos contar¨¢ con un nuevo submarino nuclear de la clase Trident, el USS Alaska, armado con 24 misiles intercontinentales, que sumados a los que ya cuenta el arsenal norteamericano superar¨¢n en 14 los l¨ªmites de 1.200 fijados por el SALT II para este tipo de armas. Para mantenerse dentro de los l¨ªmites se ha decidido, como quer¨ªa Weinberger, poner fuera de servicio, no destruirlo, un viejo submarino Poseid¨®n armado con 16 cohetes de una sola cabeza at¨®mica.
La decisi¨®n que debe tomar el presidente es muy importante, ya que abandonar los l¨ªmites del SALT II -estimular¨ªa una nueva carrera de armamentos entre las dos superpotencias, parad¨®jicamente cuando tratan de negociar en Ginebra, sin ¨¦xito hasta ahora, un control de armas nucleares. La decisi¨®n supondr¨¢ un punto de no retorno en la historia de la competici¨®n estrat¨¦gica.
Si finalmente Reagan decide abandonar los l¨ªmites del tratado SALT II, significar¨ªa el final de todo el sistema de control de armamentos negociado entre EE UU y la URSS desde los a?os sesenta. La Federaci¨®n de Cient¨ªficos Americanos ha dicho que ser¨ªa "una locura estrat¨¦gica abandonar el SALT II y algo especialmente est¨²pido cuando se est¨¢ hablando de construir una defensa espacial contra los cohetes estrat¨¦gicos de la URSS".
Una serie de estudios hechos desde dentro y fuera del Gobierno asegura que sin el SALT II la Uni¨®n Sovi¨¦tica conseguir¨¢ una r¨¢pida ventaja estrat¨¦gica, "doblando sus cabezas nucleares con s¨®lo un ligero aumento de sus misiles bal¨ªsticos". Tambi¨¦n se perder¨ªa la actual posibilidad de verificaci¨®n que permite con el tratado seguir, aunque imperfectamente, el desarrollo de la fuerza nuclear sovi¨¦tica.
Problemas con el Congreso
Desde un punto de vista pol¨ªtico, abandonar el SALT II provocar¨ªa problemas con el Congreso, que tiene serias dudas sobre la seriedad de los esfuerzos de la Administraci¨®n por lograr una verdadera negociaci¨®n de armas con la URSS. Las relaciones con los aliados tambi¨¦n pueden deteriorarse.Para Weinberger y los sectores m¨¢s duros o realistas de la Administraci¨®n, "los sovi¨¦ticos ya se han embarcado en un plan de rearme con cohetes m¨®viles de dificil. control, como el SS-24, por lo que la diferencia sin el SALT II ser¨¢ insignificante". Estos sectores se quejan de que el cumplimiento por EE UU del SALT II no ha servido para que Mosc¨² haga lo mismo. Para los partidarios de dejar de cumplir el SALT II, la URSS ya est¨¢ tan delante de Estados Unidos que "1.000 o 2.000 cabezas nucleares m¨¢s no suponen nada".
Seg¨²n Weinberger, la p¨¦rdida de los controles de verificaci¨®n, -que proh¨ªben el ocultamiento de misiles y la codificaci¨®n cifrada y, por tanto, secreta de los datos de las pruebas de lanzamiento- no tendr¨¢ un impacto significativo, ya que los sovi¨¦ticos "hacen todo lo posible para enga?ar al espionaje norteamericano". Sin embargo, los militares no tienen tan claro el tema como su jefe pol¨ªtico, Weinberger. La Junta de Jefes de Estado Mayor, que ayer asisti¨® a la reuni¨®n del Consejo Nacional de Seguridad, no ha adoptado todav¨ªa una posici¨®n final sobre el tratado.
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