Un mundo que ya no es ni ancho ni ajeno
Londres. ?rase que se era, como en los cuentos, el castillo de Windsor: al fondo del escenario, casi en el horizonte. Era una ma?ana l¨ªmpida y luminosa y el verde de la campi?a inglesa luc¨ªa m¨¢s verde que nunca. Y ese se?or bajito que pasaba revista a los guardias de la reina, no s¨®lo altos de por s¨ª, sino m¨¢s altos a¨²n por sus enormes gorros, era el presidente de M¨¦xico Luis Echeverr¨ªa. La banda de los guardias de la reina interpretaba la marcha de Zacatecas.Desde entonces han pasado m¨¢s de 12 a?os y ha llovido mucho. Llovieron bombas y metralla sobe el Palacio de la Moneda de Santiago de Chile y llovieron ingleses y bombas sobre las Malvinas. Llovi¨® tambi¨¦n sobre mojado: nos llovieron deudas y devaluaciones, dictaduras y ladrones, escuadrones de la muerte y testigos de Jehov¨¢. Y nos llovi¨® Reagan. En otras palabras, adem¨¢s de dar muchas vueltas desde entonces, el mundo dio un gran vuelco, y con ¨¦l nuestro continente: Am¨¦rica Latina ya no es la misma.
Por supuesto, el se?or De la Madrid no es el presidente de Am¨¦rica Latina ni viaja a Europa en representaci¨®n de ning¨²n pa¨ªs que no sea el suyo. Pero se sabe que muchos de los problemas que sufre M¨¦xico son los mismos que agobian a la mayor parte del continente y que, por tanto, las soluciones posibles o probables, si no son las mismas tendr¨ªan que ser al menos semejantes. Y si decir esto es caer en el lugar com¨²n, es cierto: despu¨¦s de todo, lugares comunes han sido desde nuestra conquista y durante toda nuestra vida como pa¨ªses supuestamente independientes, nuestra historia y nuestro lenguaje, nuestra religi¨®n. Lugares comunes son ahora nuestra deuda externa y nuestra inestabilidad pol¨ªtica, nuestra miseria y nuestra desesperaci¨®n.
A esto se agrega que M¨¦xico no ha tenido m¨¢s remedio que aceptar el papel de lo que ha dado en llamarse l¨ªder espiritual del continente latinoamericano. No desde los d¨ªas de Cort¨¦s y Moctezuma, como lo afirmaba hace unos meses The Economist, porque en esa ¨¦poca ni M¨¦xico ni Am¨¦rica Latina exist¨ªan, pero s¨ª desde hace un buen per¨ªodo de tiempo. Quiz¨¢ desde nuestra legendaria revoluci¨®n -que en eso y nada m¨¢s se ha transformado, en leyenda- y sus pintorescos personajes, como Pancho Villa y Emiliano Zapata. Debido a ese mito y tambi¨¦n seguramente a la estabilidad pol¨ªtica cada vez m¨¢s precaria, lograda y sostenida por la dictadura monopartidista en lo que parecer¨ªa no tanto un intento de implantar la justicia social en M¨¦xico como el de perpetuar un sistema que permitiera a los pol¨ªticos dar saltos casi mortales de una a otra secretar¨ªa con la esperanza de dar un d¨ªa el salto inmortal a la presidencia. Tambi¨¦n, desde luego, el liderazgo de M¨¦xico se debe a la extensi¨®n de nuestro territorio y a la vecindad con Estados Unidos, a nuestra plata, nuestro uranio, al petr¨®leo que nos escritur¨® el diablo: hemos sido m¨¢s de una vez el m¨¢s rico de los pobres. Algo as¨ª como el equivalente al enano m¨¢s alto del mundo.
El peso de la actuaci¨®n de M¨¦xico dentro del Grupo de Contadora -y que muy bien conocen Reagan y la se?ora Thatcheres tan s¨®lo un ejemplo vivo de que, nos guste o no -a veces nos encanta que as¨ª sea, a veces nos conviene y a veces no-, M¨¦xico es, s¨ª, una especie de l¨ªder espiritual de Am¨¦rica Latina, y de esa aura no puede desprenderse un presidente mexicano y menos, quiz¨¢, en el curso de una gira por Europa.
El presidente De la Madrid tratar¨¢ en Londres, sin duda, algunas cuestiones que ata?en nada m¨¢s a M¨¦xico: The Economist se?ala que el caso de la empresa bit¨¢nica Davy Corporation y su amenaza de entablar juicio al Gobierno mexicano ser¨¢ sin duda uno de los principales temas de la agenda durante la estancia del mandatario. Esto formar¨¢ parte, por supuesto, de las negociaciones sobre la pol¨ªtica mexicana de atracci¨®n de capitales. Pero tambi¨¦n se hablar¨¢, sin duda, de los precios del petr¨®leo y de la deuda externa. Y aqu¨ª es donde el temario de la agenda, en el cual figurar¨¢n tambi¨¦n Nicaragua y la crisis centroamericana, dejar¨¢ de ser nada m¨¢s que mexicano para adquirir una dimensi¨®n continental.
En lo que a las inversiones extranjeras se refiere, es un hecho que desde la tragedia de la Moneda y el sangriento melodrama de las Malvinas el inter¨¦s del Reino Unido en Am¨¦rica Latina creci¨® en una proporci¨®n sin precedentes, si bien no ha alcanzado nunca la magnitud del inter¨¦s que existe en otros pa¨ªses europeos como Francia y Espa?a. De cualquier manera, esto resulta evidente por la relativa abundancia de art¨ªculos y editoriales que sobre Am¨¦rica Latina aparecen en la Prensa brit¨¢nica, y por los documentales transmitidos en la televisi¨®n. Ahora bien, la Prensa seria inglesa, como sucede en otros pa¨ªses, aunque no en muchos, se divide b¨¢sicamente en dos clases: una prensa que refleja a la oposici¨®n en mayor o menor grado y otra que, tambi¨¦n en mayor o menor grado, refleja las opiniones del Gobieno. No importa que esta ¨²ltima no sea estatal, sino independiente: las refleja porque es una Prensa del establishment, y esto sucede cuando Gobierno y establishment son hermanos gemelos.
Sea como fuere, vale la pena estar informados de lo que sobre M¨¦xico se dicen los unos a los otros -la oposici¨®n al establishment y viceversa- y los dos al p¨²blico brit¨¢nico a partir de una informaci¨®n que desde luego no es impacial y con frecuencia peca de inexacta, pero que en su mayor parte parecer¨ªa el resultado de un trabajo profesional. Por lo pronto, publicaciones especializadas como el citado The Economist y el Financial Times ya le han contado a los financieros de la City de Londres y a los directores de las grandes compa?¨ªas uni y multinacionales cu¨¢l es la actitud de M¨¦xico hacia los capitales extranjeros. Y se trata, en su opini¨®n, de una actitud por dem¨¢s ambigua. "M¨¦xico", ha dicho The Economist, "corteja y rechaza las inversiones extranjeras". Para este semanario, al contrario de lo que hizo Brasil, M¨¦xico no utiliz¨® sus sucesivas devalijaciones ante el d¨®lar para levantar una estructura de exportaciones duradera, y el que no hubiera sido capaz de aprovechar lo barato de su mano de obra para venderle productos -aparte de narc¨®ticos, dice el an¨®nimo columnista del semanario- a Estados Unidos "ilustra cuan incompetente es a¨²n su econom¨ªa industrial nacional". Tanto The Economist en ese art¨ªculo reciente (18 de mayo) como en otros anteriores y el Financial Times se
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