Peter Boenisch
El portavoz del Gobierno de Alemania Occidental, periodista pol¨¦mico, ha sido forzado a dimitir por presunta evasi¨®n de impuestos
Peter -Pepe, para los iniciados- Boenisch, de 58 a?os, aire de gal¨¢n cinematogr¨¢fico, con la madurez suficiente como para hacer suspirar a miles de telespectadoras y con una capacidad de formular esas frases que revelan al periodista de pura sangre, ha tenido que abandonar la escena de Bonn. El secretario de Estado de la oficina federal de prensa, portavoz del Gobierno de Bonn, dimiti¨® de su cargo porque la fiscal¨ªa de Berl¨ªn-Oeste ha abierto un sumario contra ¨¦l por presunto delito de evasi¨®n de impuestos.
Fue el hombre que imprimi¨® car¨¢cter a Bild, el diario amarillista que inspir¨® a Heinrich B?ll par su novela El honor perdido de Katharina Blum. En la d¨¦cada de los sesenta, Bild se convirti¨® en un fen¨®meno de masas, algo m¨¢s que un peri¨®dico. La mezcla de sexo crimen, deporte y chisme, comprimida en frases de menos de 10 palabras, al alcance de todas las neuronas, fue en gran parte obra del periodista Boenisch, que al final de su carrera hab¨ªa logrado la respetabilidad de llegar a ser portavoz del Gobierno del canciller Helmut Kohl. Ahora Boenisch ha vuelto a caer, por un qu¨ªtame all¨¢ esos impuestos defraudados, claro est¨¢, antes de pasar a desempe?ar el puesto de portavoz y secretario de Estado.En la redacci¨®n le llamaban Pepe. El mote se deb¨ªa a sus iniciales, con las que firmaba muchos art¨ªculos, P. B, que fon¨¦ticamente en alem¨¢n suenan como Pepe. Era un portavoz poco convencional, deslenguado y pol¨¦mico, que a veces incluso se liaba en discusiones con los periodistas que preguntaban con mala intenci¨®n. Llevaba el periodismo en la sangre y se le ve¨ªa inc¨®modo cuando ten¨ªa aue limitarse a responder con las f¨®rmulas estereotipadas del lenguaje pol¨ªtico convencional.
Su desverg¨¹enza, no exenta de cierta simpat¨ªa, llegaba hasta el extremo de estar en Mosc¨² y dar, off the record y en un c¨ªrculo reducido, una informaci¨®n detallada sobre los movimientos torpes y el mal aspecto que presentaba el dirigente del Kremlim Yuri Andropov. Cuando al d¨ªa siguiente la Prensa de la Rep¨²blica Federal de Alemania hab¨ªa difundido, sin revelar la fuente, por supuesto, sus palabras, Boenisch derramaba l¨¢grimas de cocodrilo y se rasgaba las vestiduras ante las informaciones irresponsables.
Boenisch era poco convencional y no vacilaba, en un mundo de hipocres¨ªa y tapadillo, como el de Bonn, en exhibirse en compa?¨ªa de su amiga, una estudiante rubia, alta y delgada, menor de 30 a?os. Se dec¨ªa de Boenisch que como portavoz fue capaz de "vender el Gobierno de Kohl por encima de su valor real", lo que no deja de tener m¨¦rito. Frente a la verborrea del canciller, un especialista en generalidades, Boenisch se presentaba ante las pantallas de la televisi¨®n con un lenguaje preciso y adecuado al medio, que, unido a su aspecto teleg¨¦nico, le convert¨ªa en lo que hoy se llama un gran comunicador.
En su ¨¦poca de Bild y luego sus art¨ªculos en Bild am Sonntaj desataron sobre ¨¦l la ira de la izquierda y la intelectualidad de la RFA.
Con sus simplificaciones, su demagogia derechista y reaccionaria, Boenisch azuzaba a sus millones de lectores contra los socialdem¨®cratas, los comunistas y los estudiantes en rebeld¨ªa.
En una ocasi¨®n escribi¨® Boenisch que "la complicidad de B?ll y los otros en la minimizaci¨®n de la violencia terrorista es una mancha que nadie les puede quitar de sus manos. B?ll public¨® hace un a?o un libro con el t¨ªtulo Bild-Bonn-Boenisch, en el que el escritor comenta las columnas del ahora ex portavoz del Gobierno. Seg¨²n B541, Boenisch ten¨ªa la garra que necesita un columnista para "agarrar la historia" y trastocar la an¨¦cdota hasta pasar lo esencial a segundo plano.
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