Estados Unidos revive el sentimiento de frustraci¨®n e impotencia de la crisis de la Embajada de Teher¨¢n
Cinco a?os despu¨¦s de la humillaci¨®n sufrida por la crisis de los rehenes de Ir¨¢n (los funcionarios secuestrados por estudiantes revolucionarios shi¨ªes en la Embajada norteamericana en Teher¨¢n), Estados Unidos experimenta hoy el mismo sentimiento de frustraci¨®n e impotencia que entonces frente a un grupo terrorista shi¨ª que mantiene en su poder a 32 ciudadanos norteamericanos en alg¨²n punto de Beirut. La preocupaci¨®n aument¨® ayer con la noticia de que los rehenes han sido distribuidos por la capital libanesa, lo que impide cualquier operaci¨®n de rescate. "No existe ninguna opci¨®n militar viable" para asegurar la liberaci¨®n de los pasajeros del vuelo 847 de la TWA cuyo secuestro entr¨® ayer en su cuarto d¨ªa, afirm¨® un portavoz de la Administraci¨®n.
El portaviones nuclear Nimitz y tres buques de escolta navegan frente a la costa libanesa y una unidad anfibia de 1.200 marines se dirige en tres buques hacia la zona desde Gibraltar, pero la Administraci¨®n Reagan descarta por ahora el uso de la fuerza. En alg¨²n punto de Oriente Pr¨®ximo, unas decenas de comandos de la unidad especial Delta, con base en Carolina del Norte, esperan tambi¨¦n por si fuera necesaria la intervenci¨®n, que podr¨ªa ser apoyada por el Ej¨¦rcito y la Marina israel¨ªes. La imposibilidad de determinar con exactitud la localizaci¨®n de los rehenes, divididos ahora en dos o tres grupos, hace imposible poner en pr¨¢ctica por ahora la doctrina defendida por un importante sector de la Administraci¨®n, encabezado por el secretario de Estado, George Shultz, y 11 consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane, que defiende la utilizaci¨®n de la fuerza militar para responder al terrorismo. Pocos dudan, sin embargo, de la posibilidad de una severa respuesta cuando el secuestro concluya.Esta crisis, la primera importante con rehenes a, la que se enfrenta Reagan desde su toma de posesi¨®n en enero de 1981, est¨¢ reviviendo en la memoria colectiva de los norteamericanos la tragedia de Ir¨¢n, que acab¨® pol¨ªticamente con el presidente Carter. Las cadenas de televisi¨®n ofrecen programas especiales e interrumpen constantemente sus emisiones para informar de los ¨²ltimos acontecimientos en Beirut. Expertos militares y diplom¨¢ticos y familiares de los secuestrados expresan sus opiniones sobre la posibilidad de adoptar represalias. Para Reagan, la situaci¨®n es tan frustrante como lo fue para Carter en 1980. En este caso, ni siquiera puede contar con la existencia de un Gobierno que controle los acontecimientos en L¨ªbano. Tanto el aeropuerto como sus alrededores est¨¢n en manos d¨¦ los shi¨ªes, cuyo l¨ªder, Nabih Berri, es, parad¨®jicamente, ministro en el fantasmal Gobierno liban¨¦s.
Washington sigue confiando en que las conversaciones con el- dirigente de la milicia shi¨ª den resultados positivos. Despu¨¦s de tres d¨ªas de confusi¨®n sobre los autores del secuestro del Boeing 727, reivindicado en un principio por el grupo Jihad Isl¨¢mica, Estados Unidos ha llegado a la conclusi¨®n de que Amal es responsable de lo ocurrido. La Casa Blanca declar¨® ayer que hace responsable a Amal y a su l¨ªder de garantizar la libertad de los rehenes norteamericanos. El portavoz del presidente, Larry Speakes, calific¨® de "imposibles" las condiciones exigidas por los secuestradores: la libertad de m¨¢s de 700 shi¨ªes presos en Israel. "Berri es la clave, y es este grupo el que impide que acabe el incidente", precis¨® Speakes.
Durante la madrugada del lunes, el consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane, habl¨¦ varias veces por tel¨¦fono con,Berri al que se insiste en que no se utiliza ni como mediador ni como negociador, sino simplemente como mensajero, "ya que no estamos negociando". Estados Unidos, oficialmente al menos, tampoco ha solicitado a Israel que acceda a liberar a los prisioneros que tiene en su poder, y el Gobierno de Tel Aviv no querr¨ªa dar este paso sin recibir una petici¨®n formal de la Administraci¨®n Reagan.
En Washington se vive un ambiente de crisis controlada. Reagan,que ni siquiera volvi¨® a la Casa Blanca cuando cazas sovi¨¦ticos derribaron un jumbo surcoreano en 1983, regres¨® apresuradamente el domingo a su despacho interrumpiendo el fin de semana en el retiro de Camp David. El presidente, que declar¨® que se sent¨ªa muy preocupado por los secuestrados y que reza por ellos, convoc¨® al Consejo Nacional de Seguridad, que se reuni¨® durante 75 minutos, y el presidente est¨¢ siendo constantemente informado por McFarlane. En el Departamento de Estado, un equipo de crisis sigue la situaci¨®n minuto a minuto. El secuestro del avi¨®n de la TWA es una oportunidad imposible para poner en pr¨¢ctica la doctrina de esta Administraci¨®n de respuesta al terrorismo.
Hace unos meses, el Shultz, sorprendi¨® a los observadores al afirmar que Estados Unidos debe adoptar acciones militares contra el terrorismo, aunque en la represalia mueran personas inocentes. El jefe del Pent¨¢gono, Caspar Weinberger, no apoya en esto a su compa?ero de Gabinete, que s¨ª cuenta con el respaldo de McFarlane. En mayo, la Casa Blanca advirti¨® p¨²blicamente a Ir¨¢n que.Estados Unidos responder¨ªa "con la acci¨®n m¨¢s apropiada contra los responsables del terrorismo apoyado por un Estado" si les ocurr¨ªa algo a los siete norteamericanos que est¨¢n en poder de extremistas shi¨ªes en L¨ªbano. Informaciones de prensa no desmentidas aseguraron que los planes para una eventual represalia inclu¨ªan el bombardeo de los puertos iranies, de la ciudad santa de Quom, -donde reside el ayatolah Jomeini- o de la terminal petrolera en la isla de Jarq. Reagan, personalmente, nunca se ha pronunciado con claridad sobre acciones militares contra el terrorismo. Aqu¨ª existe la pr¨¢ctica certeza de que el terrorismo antinorteamericano est¨¢ movido por Ir¨¢n y Siria.
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