Una huelga pol¨ªtica
LA HUELGA general convocada para ma?ana contra el proyecto de ley sobre pensiones puede considerarse un desaf¨ªo a las Cortes, libremente elegidas en las urnas por sufragio universal, y al Gobierno socialista que sostiene la mayor¨ªa parlamentaria. Aunque sean varias las centrales que apoyen ese llamamiento, la mayor implantaci¨®n territorial y social de Comisiones Obreras concede inevitablemente el protagonismo de la acci¨®n a este sindicato, cuyas vinculaciones con los diversos partidos o fracciones comunistas -liderados por Gerardo Iglesias, Santiago Carrillo e Ignacio Gallego- colorean inevitablemente el tono pol¨ªtico de dicha convocatoria.Formalmente, la huelga tratar¨ªa de impedir la promulgaci¨®n de la ley para la Reforma y Racionalizaci¨®n de las Estructuras de la Seguridad Social, que incluye una rebaja inicial de las pensiones de los futuros pensionistas. Pocas dudas caben acerca de la impopularidad de esa iniciativa legislativa del Gobierno, insuficientemente explicada a la sociedad y desgajada -como pieza separada y adelantada en el calendario- de la anunciada reforma global de la Seguridad Social. La torpeza negociadora del Ejecutivo y de la direcci¨®n del PSOE bati¨® sus anteriores marcas al conseguir que el sindicato socialista rechazara el texto del proyecto. Las manifestaciones y movilizaciones populares realizadas el pasado 4 de junio contra la ley de pensiones contaron con el apoyo y la asistencia de la Uni¨®n General de Trabajadores, que comparte la hegemon¨ªa del movimiento obrero organizado con el sindicato comunista.
Durante varios a?os, CC OO hab¨ªa luchado en vano para reconstruir la unidad del movimiento sindical y para conseguir acuerdos con UGT. Se pudo creer que la convergencia lograda en torno a la reforma del r¨¦gimen de pensiones ser¨ªa aprovechada por el sindicato comunista como una oportunidad que le permitiera afianzar un acuerdo m¨¢s ambicioso con UGT. Pero Comisiones Obreras ha elegido el doble objetivo de desafiar al Gobierno, acus¨¢ndolo de traicionar a su electorado, y de desgastar a la central socialista, denunci¨¢ndola como correa de transmisi¨®n de una pol¨ªtica de derechas. La convocatoria de la huelga general, a la que UGT no pod¨ªa sumarse, cumple a la perfecci¨®n ese prop¨®sito.
La modificaci¨®n del r¨¦gimen de los futuros beneficiarios de las pensiones endurece las condiciones para obtenerlas, ampl¨ªa los a?os para fijar su base y altera la distribuci¨®n de las percepciones. No es un recorte de los ingresos de los actuales pensionistas, pero es una rebaja considerable de los que lo sean en el futuro. Supone comenzar la reforma de la Seguridad Social cortando por lo m¨¢s d¨¦bil, y es un proyecto que no deber¨ªa ver la luz. Pero nada de eso justifica una huelga general. Si a cada ley mala o torpe que los sucesivos Gobiernos han sacado en la democracia -algunas de ellas con los votos de los comunistas- este pa¨ªs se lanzara a la huelga la situaci¨®n se har¨ªa insoportable.
Este Gobierno ha causado numerosas decepciones respecto al cambio prometido, pero de ninguna manera puede olvidarse que la convocatoria de huelga general para ma?ana lo es contra la pol¨ªtica del primer Gabinete de izquierdas que administra el Estado desde hace d¨¦cadas. El fraccionamiento pat¨¦tico, las luchas intestinas y las venganzas internas del Partido Comunista de Espa?a, que han reducido considerablemente su capacidad de acci¨®n, han debido influir sin duda en la decisi¨®n de tratar de erosionar al Gabinete de Felipe Gonz¨¢lez. Pero es m¨¢s que probable que de esta erosi¨®n se aproveche con ventaja la oposici¨®n conservadora y no la clase trabajadora.
Con la convocatoria de la huelga general se ha lanzado al Gobierno socialista un grave desaf¨ªo, nunca intentado por las fuerzas sindicales ni por los comunistas mientras los centristas ocupaban el poder. El pulso se produce precisamente cuando el Gabinete se ve obligado a multiplicarse para atender un buen n¨²mero de frentes abiertos durante las ¨²ltimas semanas, desde el relanzamiento de la ofensiva terrorista hasta el repunte de la inflaci¨®n, pasando por la crisis del Ministerio del Interior y los conflictos con el poder judicial.
Una huelga general es el ¨²ltimo cartucho que cualquier sindicato posee para obtener sus reivindicaciones. La carga explosiva que conlleva puede destruir involuntariamente objetivos no deseados. No merece este pa¨ªs un reto de este g¨¦nero en este momento, ni creemos que se den eso que se llaman los condicionantes objetivos para justificar pol¨ªtica y moralmente la huelga. Y no estamos seguros de que el beneficio pol¨ªtico del desaf¨ªo planteado no caiga en la canasta de la involuci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Comisiones Obreras
- Opini¨®n
- Presidencia Gobierno
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Huelgas generales
- Pensiones
- Sindicatos
- Prestaciones
- Huelgas
- Sindicalismo
- Seguridad Social
- Gobierno
- Conflictos laborales
- Pol¨ªtica laboral
- Relaciones laborales
- Administraci¨®n Estado
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Legislaci¨®n
- Econom¨ªa
- Trabajo
- Justicia