Edmond Colomer dirigi¨® con ¨¦xito la Sinf¨®nica de Londres

El director catal¨¢n Edmon Colomer (Barcelona, 1951) se ha ganado la admiraci¨®n de todos por su labor al frente de la Joven Orquesta Nacional de Espa?a. Pero el Festival de Granada le ha dado ocasi¨®n de revalidar sus triunfos en una prueba dif¨ªcil: la de dirigir a la Sinf¨®nica de Londres, en el patio de Carlos V, despu¨¦s de los dos admirables conciertos de Lorin Maazel en el que la realidad y el mito se unifican.Ya es sabido que el programa de repertorio -Danzas, de Turina, Dafnis y Cloe, de Ravel, y Segunda Sinfon¨ªa, de Brahms- deb¨ªa ser preparado con un solo ensayo de tres horas. A¨²n contando con que la rentabilidad de los m¨²sicos brit¨¢nicos hace m¨¢ximamente ¨²til ese tiempo, el riesgo para Colomer era grande. Ha salido de ¨¦l no s¨®lo airoso, sino con un notable aumento de su prestigio.

Ante todo, Colomer es un m¨²sico de muchos quilates. Su visi¨®n de la Segunda de Brahms fue serena, larga e intensamente po¨¦tica y su Dafnis goz¨® de cuantas sugerencias po¨¦tico-coloristas encierra la orquesta de Ravel. Igual sensibilidad aplic¨® a las Danzas fant¨¢sticas de Joaqu¨ªn Turina, visi¨®n personal, estilizada y distante del nacionalismo a trav¨¦s de evocaciones literarias apoyadas en ritmos representativos de Arag¨®n, el Pa¨ªs Vasco y Andaluc¨ªa.

Quiz¨¢ qued¨® Edmond Colomer un loco corto de br¨ªos y as¨ª la curva din¨¢mica lucida por la espl¨¦ndida Sinf¨®nica londinense en los d¨ªas anteriores qued¨® reducida si salvamos La Pantomima y el final de Dafnis y Cloe.

Quiz¨¢ el cuidado por la calidad sonora que preside todas las versiones de Colomer, le impiden agotar los decibelios, lo que puede hacerse tranquilamente si se cuenta con un instrumento tan perfecto y de hermosa sonoridad como la Sinf¨®nica de Londres. El ¨¦xito fue grande y fue obligada la propina.