Piratas
Nunca tuvimos en este pa¨ªs tradici¨®n filibustera. Nuestra ¨²nica aportaci¨®n a las artes de la pirater¨ªa consisti¨® en colocar el bot¨ªn en las bodegas de los galeones, para que despu¨¦s se lucieran en la est¨¦tica del abordaje tipos como sir Francis Drake o lord Anson. Esta falta de esp¨ªritu corsario, como se sabe, fue una de las principales causas de nuestra decadencia. Nos empe?amos en sudar, sangrar y evangelizar el oro de las Am¨¦ricas, cuando lo m¨¢s f¨¢cil y rentable hubiera sido enarbolar la calavera y las tibias en los pasos laber¨ªnticos del Caribe y el mar de la China.Una noticia reciente me llena de gozo. Resulta que Espa?a, Indonesia y Turqu¨ªa son actualmente los pa¨ªses con mayores ¨ªndices de pirater¨ªa. Somos el terror corsario de las multinacionales de casetes de v¨ªdeo, programas inform¨¢ticos, cintas musicales, bobinas de celuloide y m¨¢quinas tragaperras. Que turcos e indonesios aparezcan en la lista de honor del filibusterismo tecnol¨®gico s¨®lo demuestra que son pueblos respetuosos con sus anc¨¦strales costumbres. Pero que los grandes pirateados de la histor¨ªa nos hayamos convertido en temibles corsarios de ese nuevo metal precioso que es el silicio repujado revela que por fin hemos aprendido la lecci¨®n hist¨®rica.
Y es cierto. Miro a mi alrededor y me descubro rodeado de pirater¨ªa. Los cartuchos del v¨ªdeo, los discos del ordenador, las cintas de la grabadora, las p¨¢ginas fotocopiadas; y los programas reproducidos ilegalmente. Esta popular filibuster¨ªa contra el copy right ha dado lugar a una potente industria nacional de la que viven miles de familias, y encima ha logrado por la v¨ªa r¨¢pida, por la v¨ªa Drake, el acceso a las m¨¢s sofisticadas mercanc¨ªas de la tercera cultura sin pasar por las onerosas etapas intermedias y a precios de risa. Lo mismo que se habla de econom¨ªa sumergida deber¨ªa hablarse tambi¨¦n de econom¨ªa corsaria. Pero no para reprimirla, sino para elevarla a nueva filosof¨ªa de cabecera: que sigan inventando ellos si no queda otro remedio, pero que pirateemos nosotros. Estoy convencido de que la manera m¨¢s r¨¢pida que tenemos de salir airosamente del siglo XX es a bordo de un submarino filibustero.
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